En general, la mayoría de los humanos llega a la maternidad/paternidad con muy poca experiencia en cuidar de bebés. Cuando nace nuestro primer hijo o hija, tenemos bastante trabajo intentando acostumbrarnos a sus horarios y necesidades. Nadie nace enseñado y, por lo tanto, durante los primeros meses de vida del bebé intentamos reconocer sus llantos, sus movimientos y sus sonidos para conocer su estado. Estamos tan acostumbrados a expresar nuestras necesidades hablando, que nos afanamos por entender qué intenta decirnos aquel pequeño ser. "Llora porque tiene hambre" o "¿No ves que tiene calor? Destápalo un poco", son frases que, con buena voluntad, nos van diciendo por aquí y por ahí las personas que nos rodean, y nosotros, como veletas –y como madres y padres primerizos de manual– hacemos caso sin mucho criterio. Es cierto que, poco a poco, le vamos encontrando el truco, y cada vez interpretamos mejor el patrón de los llantos y sonidos de nuestros descendientes. Sabemos cuándo es un llanto dentro de la normalidad (quizás tiene alguna molestia) o un llanto sostenido y profundo, de un dolor como el dolor de oído o de un cólico del lactante. Cuando son más mayorcitos, lloran cuando la madre los deja, o cuando tienen miedo. Y vamos haciendo nuestro propio diccionario de llantos y sonidos, que con el segundo o el tercer hijo, perfeccionamos. Tanto es así, que muchas madres son capaces de reconocer el llanto de su niño sin verlo o entre muchos otros llantos.

Los bebés y niños humanos no son los únicos que se expresan gritando o llorando. Evidentemente, las crías de otros simios también se expresan de forma similar. Sabemos que los cachorros de perros y gatos gritan, ladran y maúllan, que las crías de delfines y ballenas emiten sonidos específicos y se comunican con sus madres, pero también las crías de otros animales vertebrados expresan sus necesidades con sonidos muy concretos; pensad, por ejemplo, en las aves, en cómo los polluelos pían reclamando que sus progenitores los alimenten, e, incluso, las crías de reptiles, como los cocodrilos, gritan y emiten sonidos cuando se encuentran en peligro, y estos gritos son reconocidos por sus madres. Una pregunta que se formulan algunos investigadores del comportamiento animal (etólogos) es si existe una especie de lenguaje universal de las crías, es decir, si cuando las crías de vertebrados se sienten en peligro, emiten sonidos característicos y, de alguna manera, similares, para comunicar esa sensación, esperando, por supuesto, que sus madres respondan y las rescaten.

Las señales acústicas con las que los vertebrados nos comunicamos, como las crías con sus madres —aunque puedan ser interpretables— no tienen por qué ser idénticas entre especies distintas

Estudios de audición en personas que han mantenido contacto y han cuidado de niños humanos, cuando les ponen determinados audios de niños, pero también de crías de otros primates (como chimpancés y bonobos) para que distingan si los llantos y gritos son de peligro y sensación de angustia, o son llantos por razones más habituales, muestran que las personas podemos reconocer mejor los llantos de bebés humanos, pero no siempre interpretamos correctamente los de otros animales próximos a nosotros. En concreto, los humanos nos guiamos por el tono del llanto. Cuanto más agudo es el tono, nos parece que la causa del llanto es más grave y relevante. Eso hace que, aunque el chimpancé y el bonobo sean especies muy próximas a nosotros y entre sí, interpretamos que el llanto de la cría de chimpancé (más grave) no es de sensación de peligro, mientras que, por el contrario, el de la cría de bonobo, que emite unos gritos muy agudos en todo tipo de situaciones, siempre nos parece que indica una situación de peligro o angustia. Os adjunto el enlace a algunos de estos audios, realizados por investigadores franceses, donde encontraréis el llanto de un bebé humano, de una cría de chimpancé y de una cría de bonobo (por este orden), en un estado de peligro elevado, y otro de llantos y gritos de baja sensación de peligro. A ver si sois capaces de interpretarlos fácilmente.

AUDIO LLANTO DE ELEVADA SENSACIÓN DE PELIGRO (High arousal) (en el caso de bebés humanos, cuando los vacunan) (Crédito: ENES Bioacoustics Research Laboratory, CNRS-University of Saint-Etienne)

AUDIO LLANTO DE BAJA SENSACIÓN DE PELIGRO (Low arousal) (en el caso de bebés humanos, durante el baño) (Crédito: ENES Bioacoustics Research Laboratory, CNRS-University of Saint-Etienne)

Estos audios se han utilizado también para determinar si animales mucho más alejados de nosotros, en concreto, los cocodrilos del Nilo (Crocodyilus niloticus) saben reconocer e interpretar los llantos de bebés humanos y de primates mejor que nosotros mismos. Estos grandes animales (los machos pueden alcanzar los 1.000 kg y más de seis metros de longitud) son depredadores de oportunidad y comen todo tipo de animales, pero también crías de primates, incluidos niños. Se sabe que cuando oyen los gritos y llantos de crías, los cocodrilos se sienten atraídos y exploran la posibilidad de "cazar" a una víctima propicia y sin defensa. Para determinar qué los guía a la hora de reconocer los llantos, han categorizado los sonidos de los audios (los que habéis escuchado) utilizando 18 variables acústicas, que han agrupado después en tres grandes grupos, relacionados con el tono, la armonía y el caos. Para estudiar el reconocimiento de los llantos, los investigadores de la Université de Saint Etienne (Francia) han ido a un zoológico de Marruecos que tiene más de 300 ejemplares de cocodrilo del Nilo. Les instalaron bafles en las charcas, mientras estos grandes reptiles descansan letárgicamente, y grabaron y estudiaron su reacción ante los distintos audios de llantos, observando el porcentaje de animales que se movían hacia la fuente del sonido y cuándo lo hacían. Pues bien, los cocodrilos son capaces de reconocer mejor qué tipo de llanto es el que oyen.

Según los investigadores, en torno a uno de cada cinco cocodrilos se interesa por los llantos y gritos de baja a intensidad de peligro, pero más de un tercio de los animales se interesa, y mucho, cuando los audios son los de alta sensación de peligro, e incluso, algunos se abalanzan sobre los bafles de sonido y los muerden (recordemos que los cocodrilos son "miopes" y no ven mucho fuera del agua). ¿Cómo es que los cocodrilos interpretan mejor el significado emocional de la angustia del llanto (y su ventana de oportunidad para depredar) que los humanos? Cuando se estudia cuáles son las variables acústicas que permiten a estos animales reconocer que las crías pueden estar en una situación de "desamparo" y, por lo tanto, ser más vulnerables a su ataque, identifican como factores más determinantes la desarmonía y prominencia de los llantos, y ciertos sonidos intermedios más caóticos, pero en cambio, el tono (la frecuencia) de los sonidos no les afecta a la hora de interpretarlos.

Así, pues, parece que las señales acústicas con las que los vertebrados nos comunicamos —como las crías con sus madres— aunque puedan ser interpretables, no tienen por qué ser idénticas entre especies distintas.