Llega un nuevo Sant Jordi muy esperado. Una festividad que nos tiene que hacer olvidar la del año pasado, con calles vacías, sin esencia y con el silencio pandémico sólo roto por los aplausos desde los balcones hacia el gran esfuerzo de los sanitarios y servicios de emergencia.

Un Sant Jordi, sin embargo, que llega en plena negociación para formar gobierno. Un hecho que resulta del todo incomprensible si se tiene en cuenta que el independentismo luce un 52% histórico que parece no ser suficiente. Difícil de entender.

Uno de los libros que se estrena en este Sant Jordi es En defensa pròpia de Joan Tardà. Un libro que no dejará indiferente a nadie y en el que Tardà responde a quien acusa a los republicanos de traidores. Joan Tardà habla claro, sin pelos en la lengua, sin capítulos. Un análisis esmerado del pasado, un repaso del presente postelectoral, pero, sobre todo, con visión de futuro y con la apuesta decidida para reanudar el camino para ganar y culminar. Una apuesta por la perseverancia y por el realismo desde un independentismo abierto a la sociedad. Apelar a la fuerza del Govern del tres de octubre.

El libro repasa el hito histórico del 1 de octubre, donde se afirma que este ha sido metabolizado como el principio de todo por buena parte del independentismo, pero con frustración y con acritud por la otra. Es de esta segunda reacción de donde ha nacido un independentismo profundamente enfadado y reaccionario, que banaliza el "seguir sumando" y que no asume la realidad para cambiarla. Un independentismo de "base más conservadora" que parece que lleva una venda en los ojos y que ha descargado su frustración encima de todo el soberanismo.

No revelo ningún secreto al afirmar que Tardà es una de las personas que ha sufrido con más virulencia el cambio de paradigma en el independentismo. Y haría bien este independentismo, que vierte su frustración ante los demás, de leer el prólogo del libro escrito por Arnaldo Otegi. Quizás, si lo dice Otegi, no les parecerá tan "botifler o traidor". Otegi lo resume con "apostar en todos los ámbitos de negociación, prever y anticipar todos los escenarios; este es el equilibrio que dará solidez a nuestra apuesta".

¿Tanto les cuesta aceptar a un presidente republicano? Esta es la raíz del problema. Un gobierno con el centro de gravedad a la izquierda. Un gobierno presidido por un republicano

Está claro que, últimamente, el nacionalismo catalán se ha esforzado en hacer un cerco al republicanismo con la intención de asociarlo con la traición y el botiflerisme. La mala digestión para digerir la pérdida de la hegemonía política. La reacción actualizada de aquello que dijo en su día Marta Ferrusola, "nos han entrado a robar en casa".

Es de una enorme irresponsabilidad que ciertos políticos no estén a la altura en este momento. ¿Dónde está el problema?

Así como la CUP y ERC no tuvieron problemas, que Junts entre en la ecuación se ha convertido en un calvario. No es una opinión, es una constatación. Los motivos son diversos, sí. Pero el origen de todo tiene lugar la noche electoral, cuando el escrutinio oficial iba dejando claro que los republicanos ganaban "el plebiscito" en el independentismo (tal como calificó Laura Borràs los comicios electorales del 14 de febrero).

Pero hay un segundo problema que reside en el lío interno de Junts, tantas bocas tantas opiniones. Este espacio comparte un liderazgo sólido, pero poca cosa más. Las disfunciones estratégicas son más que notables y evidentes por poco que se rasque. Aquí radica la dificultad y es eso lo que explica por qué motivo cerraron acuerdos de gobierno ipso facto en toda la región metropolitana de Barcelona con el PSC. Y, en cambio, por qué se resisten a sumarse al acuerdo con republicanos y cupaires.

Los republicanos, desde 1980, han votado a favor hasta seis veces de los candidatos a president de Catalunya propuestos por los nacionalistas: Pujol (dos veces), Mas, Puigdemont, Turull y Torra. ¿Tanto les cuesta aceptar a un presidente republicano? Esta es la raíz del problema. Un gobierno con el centro de gravedad a la izquierda. Un gobierno presidido por un republicano.