1. Lo han vuelto a hacer. El Gobierno, ahora dirigido por el candidato de ERC, el vicepresidente Pere Aragonès, ha demostrado una vez más hasta qué punto este es un ejecutivo más quemado que un tallo seco. Los socios de gobierno se comunican —más bien se increpan— por Twitter porque deben de pensar que coordinarse discretamente por teléfono no les da ningún rédito electoral. Estamos gobernados por gente inútil que copia las nefastas formas de hacer política del ya moribundo —gracias a siete millones de electores— Donald Trump. A pesar de la funesta y deplorable gestión de casi todos los consejeros y consejeras, los dos partidos de la coalición gubernamental —Junts y Esquerra— los han premiado colocándolos en lo más alto de las listas electorales. El descrédito de la meritocracia sitúa en los lugares de mando personal muy mediocre. Quizás es por eso por lo que Junts ha acabado aprobando unas listas electorales mediante unas primarias que dan risa.

2. A veces me pregunto si los políticos son conscientes que la gente está asqueada de cómo el Govern ha gestionado la pandemia desde el cese —sin ningún tipo de oposición, por cierto— del presidente Quim Torra. Torra encaró la crisis con una determinación y unas propuestas que, de entrada, provocaron la mofa de los habituales del unionismo, pero que después adoptó todo el mundo sin que nadie se dignara a reconocerle la audacia. La miseria de la política es cósmica. El ahora candidato del PSC, el ministro de Sanidad Salvador Illa —muy bien retratado por Jordi Galves en su artículo de ayer, destruyendo la imagen idílica que dan de él los medios del Régimen del 78— tampoco se libra de ello. Entonces Illa se hacía acompañar por militares como antídoto contra el virus, mientras que el MHP Torra recibía el consejo de grandes expertos en dolencias infecciosas. Qué diferencia, ¿verdad? Es conveniente que todo el mundo conserve la memoria cuando vayamos a votar el 14-D. Illa y Aragonès pueden convertirse en los anestesistas que buscan quienes reclaman volver a la “normalidad” autonómica.

3. Que el Gobierno haya tardado 40 horas en desalojar la fiesta rave ilegal de la nave de Llinars del Vallès después de ser detectada, demuestra hasta qué punto los ciudadanos estamos indefensos. Y cuando finalmente las autoridades la han detectado, la han acompañado de una nueva polémica entre los departamentos de Salud e Interior, dirigidos por ERC y Junts, respectivamente. Que la excusa fuera que Interior requirió a Salut “un criterio sanitario” para iniciar el desalojo ante los 300 concentrados —por si era necesario practicarles algún tipo de prueba—, solo incrementa la idea de que el Procicat no sirve para nada y que no coordina en serio las acciones gubernamentales. El nivel de desconfianza ciudadana aumenta y nadie tiene la dignidad de dimitir y reconocer que no tienen la capacidad de estar al frente de la lucha contra las emergencias y el incivismo de una pandilla de insensatos que prefieren correr el riesgo de infectarse —y de infectar posteriormente a quién sea— por unas cuantas horas, por largas que sean, de hedonismo desenfrenado. La acción de estos irresponsables, que iban sin mascarillas, bebidos hasta el culo y consumidos por el consumo, no puede esconder la ineficiencia de los responsables políticos.

4. El gran dirigente socialista de los tiempos de la República, Manuel Serra i Moret, en 1957 publicó, en el exilio bonaerense, el libro Ciutadania catalana. Breviari de cogitacions, remarques i orientacions per als catalans... En la introducción escribió lo siguiente: “Es para proclamar estas verdades fundamentales y ayudar a los catalanes a recuperar la sensatez y el nequid nimis —el sano equilibrio de vivir— que este libro ha sido escrito en el desierto del exilio, con la esperanza de que cada lector creará uno mejor, uno donde, en lugar de cada idea, de cada palabra, se plasmará un hecho, una realidad afortunada para Catalunya" [trad. del catalàn]. El libro es un compendio de civismo, de buenas prácticas ofrecidas por un líder que, en el exilio, podía sentirse desesperanzado. No fue así. Sus remarcas eran creíbles y, por lo tanto, su esperanza en un mundo mejor también lo era. Aquel gobierno que no sepa cortar por lo sano el incivismo de unos cuantos para asegurar el bienestar de la mayoría, tarde o temprano acabará sepultado por la indiferencia ciudadana. Toda esperanza debe ser creíble. Que el departamento de Salut haya reconocido ahora que hasta este domingo solo se han vacunado 7.774 personas en Catalunya (usando un 13% de las 60.000 dosis disponibles) es un fracaso en toda la regla. En cambio, Israel, un país que en Catalunya los progres detestan, bate el récord de población vacunada en todo el mundo, a un ritmo de 150.000 personas vacunadas al día, priorizando a los mayores de 60 años, a los enfermos vulnerables y a los trabajadores sanitarios

5.  Una ultima reflexión, de carácter más general. Si este gobierno a dos es un desbarajuste y dual, imagínense ustedes cómo actuaría un gobierno totum revolutum —ERC, Junts, En Comú-Podem, CUP y PDeCAT—, que se ha sacado de la manga el candidato de ERC Pere Aragonès para aparentar una centralidad que no tiene. Si los neoconvergentes de Chacón se ha escindido de Junts con la excusa de que los puigdemontistas están supeditados a la CUP, cómo pude pretenderse que acepten una propuesta como esta. Además, este gobierno multipartito qué se supone que debería hacer, más allá de convertirse en muleta del gobierno español de Pedro Sánchez? Catalunya necesita un gobierno fuerte, cohesionado y bien dirigido. Cada día estoy más convencido de que la dispersión independentista no la favorece y que los electores tendrían que decidirse de una vez para dar la mayoría absoluta a una de las dos opciones. La portada del diario madrileño El País era, como quien dice, un regalo para Junts: “Puigdemont se queda solo en la independencia unilateral”. Le falta la palabra defensa, pero ya se entiende. Que el unionismo se apunte al grito de combate franquista “antes roja que rota” tiene su explicación, pero lo que no la tiene es que un partido independentista pretenda bailarle el agua con la excusa de que en Madrid el lobo de la extrema derecha amenaza a la coalición del 155.