La historia de nuestro país siempre ha estado vinculada a Europa. Tan solo cuando Catalunya ha sido sometida por la fuerza nos hemos alejado de nuestro marco político y geográfico de referencia. En los últimos años, y en los momentos de máxima movilización ciudadana, las banderas europeas siempre han estado presentes en las grandes citas —hecho que no pasa en otros países— como las manifestaciones por la Diada Nacional.
Cuando los catalanes volvieron a tomar las riendas de su futuro, con el restablecimiento de la Generalitat y de la democracia, escogieron a un Govern plenamente europeísta. Es en este contexto que ahora hace 40 años se creó el Patronat Català Pro Europa, fiel reflejo de que para la Generalitat, para el primer Govern de Jordi Pujol, la incorporación a las instituciones europeas era vista como un prerrequisito para alcanzar el máximo potencial del país y contribuir al desarrollo económico, social y empresarial.
Esta vocación europeísta se tradujo en la apertura de una oficina del Patronat en Bruselas, que actuó como punta de lanza del lobby catalán pro-Europa. Que esta oficina se abriera 4 años antes de que el estado español accediera a la Comunidad Económica Europea es significativo, porque demuestra la voluntad que ha tenido siempre la sociedad catalana de formar parte con voz propia del proceso de integración y vertebración europea.
"Queremos construir un país, el nuestro. Y deseamos participar, modestamente, en la construcción de toda Europa". Así lo dijo el president Pujol en 1985, en un discurso pronunciado en la Europa Central que fue recibido con entusiasmo por los estados miembros europeos de la época. Según el director del Patronat Català Pro Europa de la época, "un aire fresco llegaba al corazón de Europa".
El compromiso con la construcción de un estado moderno, económicamente dinámico y productivo, basado en la igualdad de oportunidades, la meritocracia y la justicia social, y que tenga Europa como referencia es lo que guía nuestra acción política en el exterior.
Para la Generalitat, para el primer Govern de Jordi Pujol, la incorporación a las instituciones europeas era vista como un prerrequisito para alcanzar el máximo potencial del país y contribuir al desarrollo económico, social y empresarial
En las últimas décadas y años hemos construido y reforzado las bases que en su momento construyó el Patronat, desarrollando una aproximación a las instituciones europeas desde una perspectiva catalana. El Govern cuenta con la delegación del Govern ante la Unión Europea como principal órgano de interlocución y representación institucional en la capital comunitaria. Y, a la vez, reforzamos la estrategia multilateral y bilateral en el Mediterráneo. Europa y el Mediterráneo son los dos grandes ejes que marcan el hecho nacional catalán.
La delegación en Bruselas es el relevo natural del Patronat, y su función primordial es la defensa de los intereses de los catalanes en la Unión. Que la delegación trabaja por el bienestar de los ciudadanos lo demuestra el liderazgo catalán de Regions for EU Recovery —una alianza de 31 regiones de 10 estados miembros europeos que reclamamos un mayor rol en la toma de decisiones de las instituciones, como en el reparto, por ejemplo, de los fondos europeos Next Generation.
Para un país como Catalunya que se toma seriamente el hecho europeo, establecer sinergias en Bruselas de la mano de actores regionales y nacionales, y hacerlo de manera profesional y solvente, es un deber irrenunciable que en tanto que consellera de Acció Exterior me tomo muy en serio. No forma parte de nuestro talante mirar a Bruselas sólo para reclamar aportaciones económicas mientras se incumplen directivas, normativas y el propio espíritu fundacional de respeto a los derechos humanos y las libertades.
Este año celebramos este hito, los 40 años de la creación del Patronat Català Pro Europa, más convencidos que nunca de que Europa, la Unión Europea, es el espacio donde Catalunya tiene que materializar sus objetivos nacionales. Y lo hacemos con una exposición que explica estos 40 años de historia en el corazón de la capital comunitaria, justo al lado de las instituciones europeas, donde está la delegación del Govern ante la UE. La Unión Europea no es perfecta, de hecho, estos últimos años hemos conocido muchas de sus carencias, motivo por el cual nos reivindicamos europeístas críticos y exigentes. Un mecanismo necesario, y hasta ahora inexistente, es el de la ampliación interna, para permitir que territorios que ya forman parte de la Unión se incorporen como nuevo estado.
A pesar de sus fallos, hoy más que nunca se equivoca quien pueda contemplar durante más de tres segundos que una Catalunya independiente se situara al margen de la Unión. En primer lugar, porque los catalanes ya somos europeos, y guste o no, nadie se puede apropiar de esta condición. Segundo, porque la Unión Europea representa un espacio comercial, político y de valores insustituible, aunque por supuesto mejorable. Y en tercer lugar, porque un estado pequeño que forma parte de la Unión Europea está en situación de igualdad con países mucho más grandes en población. Tomemos el caso de Irlanda y su liderazgo durante las negociaciones por el Brexit, o el de las repúblicas bálticas, que unidas y cerrando filas han conseguido hacer virar Europa hacia posiciones más contundentes en relación con Rusia.
Somos herederos del trabajo y la esperanza del Patronat Català Pro Europa —acercar Catalunya a Europa, y Europa a Catalunya—. Porque Europa la hacemos entre todos. Y porque imaginarse una Catalunya libre y soberana es imaginársela sentada en la mesa del Consejo Europeo como miembro de pleno derecho de la Unión Europea, defendiendo los intereses de los catalanes y las catalanas.
Victòria Alsina i Burgués, consellera de Acció Exterior y Govern Obert