Como siempre, Pedro Sánchez juega al límite, su especialidad. El PSOE necesita que Unidas Podemos aguante para repetir la coalición "más progresista" de la historia después de las elecciones del 2023 pero tiene que rascar votos en el patio de los antiguos podemitas para reforzarse ante la derecha. Por eso no sorprende que el PSOE que sale del congreso de Valencia se haya teñido de rojo-verde-violeta (socialdemócrata, ecologista y feminista), aunque, tratándose del camaleónico Pedro Sánchez ya veremos cuánto le dura el nuevo look. Tampoco hay que perder de vista que la vicepresidenta tercera del Gobierno y nueva líder de Unidas Podemos, Yolanda Díaz, despunta con fuerza en las encuestas.

Por si acaso, el PSOE también se ha reafirmado ante sus socios en la Moncloa como leal partido de Su Majestad, es decir, como primer paladín de la monarquía renqueante de Felipe VI, la nueva, porque las herencias de la transición son las que son. De hecho, caído estrepitosamente el mito del juancarlismo, a la monarquía española ya sólo le queda para defenderla por la izquierda el PSOE y el papa Felipe. No es casualidad que después de cinco años de durísima guerra interna y en presencia de José Luis Rodríguez Zapatero, el hombre bueno, el mítico Felipe finalmente haya bendecido a Sánchez en la línea sucesoria al partido. No en balde, las credenciales del PSOE como partido de orden, aunque Adriana Lastra le ponga cresta de colores para un fin de semana de otoño en Valencia, siempre le podrían servir a Sánchez para chupar lo que queda de Ciudadanos y meter una decena de diputados de oro en su zurrón para garantizarse de nuevo la Moncloa sin sustos por el flanco derecho.

El PSOE también se ha reafirmado ante sus socios de Unidas Podemos como leal partido de Su Majestad, es decir, como primer paladín de la renqueante monarquía de Felipe VI

Fijada la estrategia a izquierda y derecha del tablero, Catalunya. Aunque en los papeles congresuales Catalunya sólo salía mencionada una vez, Sánchez ha cerrado el congreso poniendo sobre la mesa la cuestión catalana porque sabe que lo que pase aquí hasta el 2023 puede hacer saltar por los aires todos sus planes. Si Sánchez desbloquea el retorno de Carles Puigdemont y los exiliados en la línea insinuada hace unos días por José Luis Rodríguez Zapatero, saldará las cuentas pendientes con el independentismo y una parte de las élites y los electores no independentistas catalanes. Cosa que, sin duda, reforzará la posición del PSC de Salvador Illa, cada vez más central en el escenario catalán, como ya se vio al debate de política general en el Parlament -atención a los próximos presupuestos de la Generalitat- y, naturalmente, de ERC, que verá finalmente validada con hechos su apuesta por el diálogo.

A Sánchez le puede interesar que Puigdemont deje el exilio de Waterloo, como Tarradellas dejó en el 77 el exilio de Saint-Martin-le-Beau, para garantizarse de nuevo la Moncloa con un buen resultado del PSC y de ERC. O de Junts.

Es decir, a Sánchez le puede interesar que Puigdemont deje el exilio de Waterloo, como Tarradellas dejó en el 77 el exilio de Saint-Martin-le-Beau, para garantizarse de nuevo la Moncloa con un buen resultado del PSC y de ERC. O de Junts. Por ahí cabe interpretar la enigmática frase que soltó en en su discurso de clausura del congreso del PSOE en Valencia: "La legalidad es necesaria pero no suficiente". ¿Está dispuesto Sánchez a ir más allá de la ley para cerrar las heridas abiertas del 1-O? ¿O nos hallamos ante un nuevo "apoyaré", como aquel que José Luis Rodríguez Zapatero no pudo cumplir? Sea como sea, Sánchez puede haber sugerido que de la misma manera que se forzó la ley para aplastar el independentismo en el otoño del 2017 ahora se podría hacer lo mismo para, de alguna manera, enmendar aquel estropicio.

Pedro Sánchez mira también hacia Waterloo aunque el presidente, Puigdemont, como también ha hecho la republicana Marta Rovira desde Ginebra, rechace un indulto anticipado. A la vez, Sánchez sabe que Europa, es decir, la Alemania post-Merkel necesitada de paz interior para encarar el difícil tránsito de la postpandemia -fondos Next Generation- también lo mira a él. Una solución político-jurídica para los exiliados es obvio que, además, pararía el golpe de una sentencia final adversa para el Estado español a los tribunales europeos que tienen que ver la situación de los exiliados y los recursos de los líderes condenados por el 1-O. Aunque algunos no le hagas ascos, España no quiere parecer Hungría o Polonia ante sus socios europeos

¿Agua de borrajas en el congreso del PSOE? Hay que volver otra vez a los precedentes de la transición política española. Aquel proceso no habría sido posible si no se hubiera ido más allá de la legalidad, empezando por aquel cambio de régimen que, formalmente -después se han visto las limitaciones- se hizo pasando "de la ley a la ley". Y continuando por la restauración de la Generalitat de Catalunya con Tarradellas, una institución republicana, incluso antes de que se aprobara la Constitución del 78. Volviendo al presente, es obvio que el líder del PSOE no hará nada que pueda ir en contra de sus intereses electorales y -no se olvide- de la monarquía a la cual ha renovado el juramento de lealtad pero no se puede permitir quedarse quieto. Todo superviviente nato, como Pedro Sánchez, sabe que si deja de pedalear, cae.