Este lunes se ha hecho efectiva la ejecución provisional que obligaba al retorno de las cuarenta y cuatro piezas de Sijena que forman parte de la colección del Museu de Lleida. La medida contradice la Ley de Patrimonio Cultural Catalán con respecto a la unidad de la colección del Museu de Lleida y todos los informes técnicos que aconsejan no hacer efectivo el traslado hasta que no haya una sentencia firme. Y, al mismo tiempo, pone en un alto riesgo la conservación de las piezas.

El Gobierno español ha precipitado la decisión con cargas policiales incluidas. Lo ha hecho parapetándose en el 155, otorgándose la representación del Govern de Catalunya con un escaso 8 por ciento de los votos. Y con la complicidad del Bloque del 155 que gobierna la Paeria, es decir, PSC, Cs y el PP. Es la misma estampa que se ha venido repitiendo, con un PSC sumiso, que ha compartido la unidad de acción con Cs y el PP y que no ha dudado en sumarse o compartir todas y cada una de las iniciativas del PP y Cs, ya fuera con recursos ante el TC, en sus iniciativas en el Parlament o justificando o callando ante los golpes de porra o de las agresiones de la extrema derecha en la calle. Esta vez no ha habido bailoteo, sencillamente el alcalde Àngel Ros y sus socios de Cs y el PP han dejado hacer, ya sea por incapacidad para defender Lleida o por una sumisión incondicional que nos deja desprotegidos.

Hoy ha ocurrido con Sijena. Pero mañana querrán volver con la escuela catalana. O con los medios públicos. O con las infraestructuras. O con los peajes. O con la sanidad. O impidiendo que ayudemos a los que pasan frío en invierno. O sencillamente, degradando día a día nuestra capacidad de decisión o la propia democracia. La historia reciente así nos lo hace prever.

La aplicación del 155 ha servido otra vez para actuar contra los intereses de Catalunya. Pero en este caso, además, contra los intereses de un patrimonio con un valor incalculable

Otro argumento que pone en cuestión la decisión —y que evidencia una voluntad de perjudicar el país y la sociedad en su conjunto— es que hay varias obras de Sijena que se encuentran fuera de Catalunya y que no han sido reclamadas por el gobierno de Aragón. Eso demuestra una vara medir radicalmente diferente según el lugar donde se encuentren las obras. Recordamos que, en 1970, las monjas que se fueron de Sijena se llevaron las piezas y algunas las depositaron en el Museu de Lleida y en el MNAC. Cuando ya hacía años que las piezas estaban en Catalunya, la Generalitat y el MNAC compraron 97 piezas de Sijena, que ahora son objeto de litigio. No son un botín de guerra.

El traslado de las obras puede representar un riesgo inasumible para algunas de las obras. Eso, sumado al hecho de que el espacio donde tienen que ir no tenga las garantías de conservación necesarias, hace que sea una decisión que de ninguna manera se habría tenido que hacer efectiva en la situación procesal actual.

La aplicación del 155 ha servido otra vez para actuar contra los intereses de Catalunya. Pero en este caso, además, contra los intereses de un patrimonio con un valor incalculable. Esta es una nueva evidencia del proyecto que tienen para Catalunya y para el conjunto de los ciudadanos los partidos que han promovido y defendido el 155, que son los partidos que han entregado el control de las instituciones al PP.

Sólo una acción combinada de las instituciones catalanas y de la sociedad civil podrá detener una ofensiva por tierra, mar y aire que no tiene ningún otro propósito que expoliar el conjunto del país y empobrecer el territorio. Reaccionemos. Y el primer capítulo de esta reacción tiene que ser llenar las urnas de votos el 21 de diciembre.