Tal día como hoy del año 1742, hace 283 años, en París; moría María Luisa de Borbón, viuda del rey efímero Luis I de España —primogénito y primer sucesor de Felipe V—. María Luisa nació en 1709 en Versalles, sobrina-nieta —por lado paterno— y nieta —por lado materno— del rey Luis XIV de Francia y era, por tanto, prima-segunda y prima-hermana, a la vez, del rey Felipe V de España; y tía de segundo y de tercer grado, al mismo tiempo, de su marido, el rey Luis I de España. Cuando fueron casados (1722) María Luisa tenía trece años y Luis (entonces, príncipe de Asturias) tenía quince.

Según la investigación historiográfica española, María Luisa nunca pareció capacitada para ejercer las funciones de reina. Sus padres Felipe de Borbón —duque de Orleans y regente de Francia— y Francesca de Borbón —hija ilegítima de Luis XIV— se desentendieron de ella, y durante su infancia no solo nunca recibió la educación que le correspondía a una persona de su rango social; sino que —además y siempre según esta historiografía española— nadie advirtió que sufría una grave enfermedad mental que era una patología recurrente entre los Borbones de Versalles.

Su llegada a la corte de Madrid resultó muy desequilibrante para su frágil salud mental. Su suegro, Felipe V, que habría querido un matrimonio políticamente más beneficioso para su heredero, la despreció constantemente. Isabel Farnese (la segunda esposa de Felipe V) la sometió a unos constantes episodios de acoso que, contemporáneamente, están catalogados como "bullying". Y su esposo, el heredero Luis, la humilló a menudo con su conducta (se decía del príncipe de Asturias que "era el mejor cliente de las casas de peor reputación de la villa y corte").

María Luisa protagonizó episodios entre cómicos y dantescos que escandalizarían a la corte española. Tenía graves problemas de conducta alimentaria que en la actualidad se asocian con la bulimia y la anorexia. Acudía a las recepciones oficiales sin ropa interior y mostraba ostentosamente sus partes íntimas. También, en las recepciones oficiales, se tiraba sonoros pedos y eructos, siempre acompañados de escandalosas risotadas. Y, a menudo, corría desnuda y descontrolada por los pasillos del Palacio Real. En otras ocasiones lo habían sorprendido limpiando los vidrios con su ropa.

Sin embargo, cuando su suegro abdicó (enero, 1724), ella y su marido fueron coronados reyes de España. Unos meses, el rey Luis enfermaría —oficialmente a causa de la viruela— y la reina Luisa fue la única persona que siempre estuvo al lado del monarca. Siete meses después de la coronación (agosto, 1724), Luis I moría sin descendencia y Felipe V recuperaría transitoriamente el trono hasta que el futuro Fernando VI —el hermano pequeño del difunto Luis— alcanzara la mayoría de edad. En aquel momento (septiembre, 1724); Isabel Farnese, reina nuevamente, ordenaría que Luisa fuera devuelta a Versalles.