Algo pasa si en TV3 necesitan subtitular a un hombre de Tortosa para que un ciudadano de Barcelona lo pueda entender. A ninguna televisión del Ebre se le acudiría jamás subtitular a una persona de L'Empordà y bien que son acentos lo bastante diversos y bien que lo entendemos y si no, aguzamos el oído y preguntamos. El problema debe radicar en el hecho de que se parte de una base errónea instalada en muchas mentes: que está el catalán correcto (¡pásalo!) y el resto, que no lo es tanto. Pues mira, tururú.

No es que el catalán bueno se hable en el centro del país y el resto sean dialectos. No señor. No señora. Agarraos bien a la silla porque voy a soltar una bomba: ¡todo el mundo hablamos un dialecto! Y no estoy descubriendo nada nuevo. Sí, sé que a algunos lectores del centro del Principado, donde se habla el dialecto nororiental, quizás se les ha ido el café por el vedat (o sea, la parte de la glotis que te hace atragantar) pero la vida es así y las variedades geográficas son muchas y bien bonitas y todas con el mismo nivel de importancia. El mismo. Todas.

Si la excusa para subtitular a una persona ebrense en TV3 es que no se la entiende lo suficiente, ¿por qué no se hace con Montilla o Josep Maria Bartomeu?

Resulta que en el 30 minuts de la semana pasada, titulado "Escoles, la distància social", se subtituló al bisabuelo de un alumno. Hablaba tortosino y alguien decidió que había que escribir lo que decía porque si no no lo entenderían. ¿Dónde, no lo entenderían? ¡Ajá! Quizás la respuesta explicaría muchas cosas. No era la primera vez que pasaba, sin embargo. En mayo de 2012, otra vez en el mismo programa (dos de dos) se hizo un reportaje sobre la sección de crédito de una cooperativa agrícola que había quebrado. Se tituló "Entrampats a l'Aldea". Subtitularon a un campesino del pueblo que explicaba su caso. La gente del Ebre, no obstante, no hemos sido los únicos damnificados por este tipo de centralismo lingüístico. Los compañeros de la Catalunya Nord también han sufrido alguna humillación. En noviembre del 2019, por ejemplo, y también en el 30 minuts (tres de tres), se habló de la revuelta en las calles en "Dies de Tsunami" y se pusieron subtítulos al alcalde de Prats, cuando intentaba mediar entre manifestantes y policía en el corte de la AP-7. (Que conste que el 30 minuts me parece de los mejores programas de la cadena, no hablo ahora de contenido sino de la cuestión de los subtítulos).

Habitualmente, se alegan motivos de mala calidad del sonido, de ruido de ambiente de fondo, del bajo volumen de la voz, de la velocidad del entrevistado a la hora de hablar o que no se subtitula a todo el mundo sino sólo a algunos. También se argumenta que si se quería reforzar el discurso o que si el audio no era lo bastante nítido. Mirad, quizás alguno de estos motivos sea (siga) cierto (sí, he dicho siga, que es tan correcto como sigui (sea), lo que pasa es que quizás no os lo habían dicho nunca y no os culpo de ello. Yo también tardé en descubrirlo y por la misma razón que vosotros: se me había querido hacer creer, sibilinamente, que no estaba del todo bien dicho). Total, que digo que tal vez algunas de las excusas esgrimidas sean reales y plausibles pero incluso en el supuesto de que así fuera, no justificaría la necesidad del subtítulo. Porque si por eso fuera, pues mira, haría falta subtitular al expresidente Montilla, al actual presidente del Barça o al mismo director de TV3, que habla valenciano con un acento marcado y que por muchos años así sea.

Un ejemplo para la esperanza es Fàtima Llambrich y su dialecto tortosino en la información general del TN

La cosa se complica y hace indignar más cuando el el martes 13 de octubre en el TN comarcas hicieron una noticia extensa en torno a un documental sobre Beget, que explicaba la historia de este pueblo de L'Alta Garrotxa a través de la mirada de cinco mujeres octogenarias. A ninguna de ellas la subtitularon. En ningún momento. ¡Ey! Y bien hecho, oye. Podéis recuperarlo vosotros mismos, es una delicia para los oídos. La pequeña población de Beget está agregada a Camprodon, en El Ripollès, y el catalán de estas mujeres es precioso, rico, genuino y quizás se pierda con ellas cuando falten. Y no, no hubo que poner subtítulos debajo. A ver, chicos: o todos frailes o todos canónigos. O lo que vendría a ser lo mismo: o nos calentamos todos o patada a la estufa.

En el ámbito de la filología, se entiende por tortosino el subdialecto de transición entre el catalán noroccidental y el valenciano. O sea, el del medio de los Países Catalanes. Con todos los matices locales que convenga, que están, el tortosino lo hablamos en El Baix Ebre, en El Montsià, en La Ribera d'Ebre, en La Terra Alta, en Els Ports de Morella, aparte del Maestrazgo y el Matarraña. Es decir, en Les Terres de l'Ebre, en el norte de Castellón y en el este de Teruel. Asimismo, se entiende por ebrense todo aquello relativo al río y su tierra. Ebrenc es, por lo tanto, un gentilicio o una referencia geográfica, no un dialecto. La variedad tortosina no hace gracia ni pretende ser graciosa. De la misma manera que me imagino que una persona que habla el dialecto barcelonés no lo usa para querer hacer reír ni para marcar ninguna diferencia concreta. Es su habla y ya. El acento del Ebre no es raro. Es auténtico. Como auténtico es el de Olot o el de Lleida, sin más.

La diferencia es riqueza pero si desde fuera se tilda de rareza, entonces ya pinchamos en el hueso porque una cosa 'rara' comporta ciertas connotaciones peyorativas vinculadas a la inferioridad, al menosprecio y porque se alimenta alguna pequeña semilla de autoodio que todavía queda y que hace dudar a las personas mayores (y también a los jóvenes) de si aquello que habla es o no un catalán verdadero, por así decir. Es un problema también de ignorancia, de falta de formación sociolingüística. De educar en la normalidad y la diversidad, también en el ámbito de la lengua. También desde la tele.

Es triste que 30 minuts subtitule a personas del Ebre y de la Catalunya Nord. Hace falta más formación sociolingüística y educar en la normalidad de los acentos

El problema quizás venga, además, del hecho de que es muy poco habitual escuchar con normalidad en la televisión pública los diferentes acentos de nuestro mismo idioma (Mari Pau Huguet no cuenta). La riqueza de la lengua en un medio de comunicación no se tendría que reducir a un hecho folclórico o residual. Tampoco se tendría que circunscribir sólo al hecho de oírlo cuando se hacen conexiones en comarcas, como si únicamente entendiera aquel acento determinado el mismo territorio que lo habla o como si fuera un toque costumbrista o etnográfico (¡Mira como hablan!). Conectamos con Mallorca y zas: sale Margalida Solivellas. Nos vamos hacia Gandesa y zas: aparece Víctor Sorribes. Los dos son grandes profesionales y los dos hablan su acento de Mallorca y Deltebre, respectivamente, pero sólo se oye cómo hablan de vez en cuando, cuando hay alguna noticia de su región. Con eso, se reduce a un ámbito local, como si lo local fuera pequeño o poco importante. ¿Qué pasaría si todo un presentador o presentadora del Telediario fuera de Móra d'Ebre o de Amposta y la gente lo pudiera oír cada día como si fuera la cosa más normal del mundo?

Se empieza por subtitular el tortosino y se acaba por buscar a intérpretes de valenciano y balear. Si se tienen que poner subtítulos que sea cuando una persona habla en castellano en la televisión nacional de este país, porque puede haber catalano-hablantes en Perpinyà, Andorra o L'Alguer que no lo entiendan. Y sí, hay síntomas para la esperanza, y así acabaremos, pensando siempre en positivo, como lo son tres ejemplos con los que encaro la recta final del artículo: el programa El llenguado, emitido recientemente, la proyección de la película Guillem de manera simultánea en las televisiones de los Països Catalans, y la periodista Fàtima Llambrich, ebrense, de L'Ametlla de Mar, que habla su tortosino con acento calero (gentilicio de su pueblo) y que lo hace informando de política y de actualidad, no sólo cuando se habla del Delta. De hecho, en una de sus conexiones, no hace mucho, dijo que una explosión dentro de una casa había tirado al suelo lo barandat. Todavía está en el techo del comedor de mi casa la marca de mi cabeza, del bote que pegué del sofá al oírla. En horario de máxima audiencia, justo en medio del TN y sin hablar de nada relacionado con el Ebre dijo 'lo' y dijo 'barandat', que por si no lo sabíais es un envà (tabique) y que sí, son palabras sinónimas, al mismo nivel de importancia. Sirva la metáfora, por favor: tombem barandats, que la lengua circule y que lo haga en libertad y sin subtítulos.