Hemos tenido una hora menos para pasar por la vida dejando buen sabor de boca a todo aquel que nos prueba. Una hora menos para dormir, aunque al final habremos descansado más o menos las mismas horas que en un fin de semana convencional, sólo que al despertarnos ayer el reloj marcaba sesenta minutos más. Como cuando llenas el depósito del coche poniendo siempre 50 € y ya no notas el incremento o la bajada del precio del petróleo porque tú siempre vas con el mismo billete y lo que quepa, cabe. También hemos podido escuchar menos música, hemos tenido menos tiempo para soñar o para bailar... ¿Os acordáis de cuando bailábamos?

El fin de semana que dejamos atrás hemos tenido una hora menos. O eso dicen. En este tiempo que se nos ha robado (vete a saber quién ha sido) hemos dejado de hacer muchas cosas o nos hemos librado de algunas otras. En una hora se pueden recorrer cien kilómetros en coche para ir a visitar a una buena amiga. Ahora, sin embargo, quizás no lo hemos notado tanto porque que no nos dejan abrazar entre burbujas y tenemos la movilidad restringida. En una hora se puede escribir una carta -aunque actualmente se estila más el correo electrónico y perdemos caligrafía- y quien trabajaba en turno de noche habrá terminado antes, que no todo tiene que ser negativo.

He tenido una hora menos para amarte y que ahora que anochezca más tarde no sé si me lo compensa

En pleno confinamiento domiciliario, ahora hace un año, agradecimos que nos robasen una hora. Como si por un rato alguien nos llevara la pesada mochila de aquellos días. También hemos tenido una hora menos de toque de queda (¡mira qué bien!) y una hora menos para guardar silencio, con lo necesario que es callar a veces. Hemos tenido una hora menos para mirar el móvil, que, oye, todo eso que ganamos en salud (y educación) y si no que se lo digan a los diputados del Parlament de Catalunya, a quienes no les iría nada mal levantar la cabeza de vez en cuando y escuchar a quien habla desde el atril.

En una hora se puede perder la vida y se pueden salvar muchas. O al revés. Los presos políticos han estado una hora menos en la prisión pero al levantarse por la mañana siguiente tenían los mismos barrotes en la celda. Los minutos han pasado de largo a las dos en punto y no han llamado de madrugada, como los verdugos malditos, pero ellas y ellos continúan privados de libertad. Encerrados o exiliados. En una hora se dar hacer muchos abrazos o uno solo, largo e infinito, cantar una docena de canciones o simplemente contemplar el horizonte como continúa perfecto e inmóvil, para él lo tiempo no pasa.

He tenido una hora menos para amarte y que ahora anochezca más tarde no sé si me lo compensa. El día tiene más luz pero se sigue haciendo largo si tú no estás. Podemos hacer correr adelante y atrás el tiempo como si fuera nuestro -de los humanos, quiero decir- cuando más bien es él quien nos controla porque nosotros le hemos dado este poder. Dudo de que las golondrinas que están a punto de llegar se hayan descontado mientras venían porque ahora vayamos una hora por delante. Al fin y al cabo, como decía a mi abuela Mercedes, el sol va a les velles: es decir, a la hora antigua. Sigue calentando e iluminando ajeno a las intrusiones modernas. Todo depende de cuál sea tu centro del Universo.