La población ocupada en actividades turísticas de acuerdo con Turespaña es un poco superior al 13% del total de ocupados tanto en el conjunto del Estado español como en Catalunya. Es un sector que en términos económicos se lo considera exportador de servicios, dado que satisface necesidades a no residentes, exactamente del mismo modo que pasa con las ventas de coches en Francia o en Alemania, pongamos por caso. Los ingresos del exportador de coches (aquella ratio tanto utilizada de exportaciones sobre el PIB) son en este caso los ingresos que reciben los hoteles, los restaurantes, los campings, los bares, las actividades recreativas, las agencias de viajes, el transporte y un largo etcétera.

Estamos ante una industria de gran importancia, como también lo pone de relieve el hecho de que en Catalunya recibimos cada año prácticamente 25 millones de visitantes provenientes delexterior. De estos, en el 2017, el 21% vino del resto del Estado español y el 79%, del extranjero. Pero tan o más importante que el número de visitantes es lo que gastan. El año pasado el gasto que hicieron nuestros visitantes de fuera fue de 21.000 millones de euros (para tener un poco de proporción, la exportación de coches, química, alimentación, textil y el resto de otros bienes sumó 71.000 millones). Por cierto, es relevante indicar que los visitantes extranjeros gastan mucho más que los visitantes del resto del Estado. Los primeros representan el 91% del gasto total y los segundos, el 9% restante.

Uno de los enemigos de esta industria es aquella creencia tan extendida en nuestro entorno de que el sector tiene que crecer, siempre y en todo

Uno de los enemigos de esta industria es aquella creencia tan extendida en nuestro entorno de que el sector tiene que crecer, siempre y en todo. Y eso es un error. En número de visitantes, probablemente Catalunya se encuentra en un punto de saturación, al menos en algunos de los destinos de más éxito. La ciudad de Barcelona es un ejemplo, que vemos documentado diariamente en los medios y que sufren los residentes; la sobreexplotación de la Costa Brava y de la Costa Daurada, que ha dejado el litoral hecho un solar, también es bastante evidente. Son ejemplos. Lo que tiene que crecer es el dinero que se gastan nuestros visitantes cuando venden aquí. Y eso depende de las características de lo que se ofrece y de la calidad que somos capaces de dar.

Por suerte, la administración catalana ya hace años que tiene las ideas claras en torno a qué hace falta y cómo conseguirlo. Otra cosa es que solo con ideas no es suficiente; hace falta dinero y la tasa turística da para lo que da, y los recursos y las políticas de la Generalitat llegan donde llegan. Además, no se ve muy acompañada por un sector empresarial en que todavía hay demasiado cortoplacistas y apropiadores de recursos colectivos; por suerte, asociaciones del tipo think tank como Barcelona Global ponen las luces largas y tienen más claro hacia dónde hay que ir —en este caso pensando en la ciudad de Barcelona. Puede ser un referente.

Los datos nos indican año tras año que el sector turístico bate récords: en visitantes extranjeros, de 13 millones en el 2011 se ha pasado a 19 millones en el 2017 en una carrera que parece imparable; su gasto ha pasado en el mismo periodo de 11.000 millones de euros a 19.000 millones. Para la mayoría, ¡espectacular!

La administración catalana no se ve muy acompañada por un sector empresarial en que todavía hay demasiado cortoplacistas y apropiadores de recursos colectivos

Ahora bien, un movimiento que se registra últimamente va en la línea de lo que defendía más arriba: en el 2017, el turismo extranjero de primer destino en Catalunya aumentó el 5% en relación con el año anterior, pero el gasto aumentó prácticamente al doble, el 9,6%. Buena noticia. En el 2018, en el periodo de enero a mayo, el número de visitantes extranjeros ha crecido el 1,9% con respecto al mismo periodo del año anterior y el gasto ha aumentado el 6,7%, hasta alcanzar el récord histórico de 6.536 millones de euros. Pero es que el gasto por turista ha crecido el 9%, para situarse en 1.001 euros; y el gasto diario por turista ha crecido el 10%, para situarse en los 194 euros.

Veremos si estos datos marcan una tendencia nueva en el sector. Como hemos dicho, globalmente no necesitamos más visitantes, a la larga incluso nos podemos plantear reducir el número si somos capaces de hacer que los que vienen gasten conjuntamente más que ahora. Hay que empezar porque los que vienen ahora gasten cada vez más. Y eso solo se consigue con la calidad y haciéndonos atractivos para personas dispuestas a pagar unos pluses por valor.

El país tiene una dotación de recursos increíble para jugar en la primera división turística. Sería un error empeñarse en competir con destinos turísticos emergentes que nos van detrás, a base, entre otros, de salarios muy bajos; nuestro objetivo tendría que ser competir con destinos avanzados, y eso quiere decir calidad de oferta y calidad de servicio (salarios altos incluidos). A remolque de eso, una sostenibilidad mayor, tanto medioambiental como social.