El 6 de agosto de 2015 escribí al equipo de prensa de Quino. Me hacía ilusión hacerle una entrevista, y habría sido posible un viaje a Argentina para llevarla a cabo. Me respondieron en seguida que desgraciadamente no podría ser, porque "Quino ha decidido descansar este año". Ahora, cinco años después, ya descansa de manera inequívoca. Su inefable Mafalda ha acompañado nuestros momentos de desconcierto vital desde 1964, cuando la creó. Contestataria, radical, rebelde, inteligente, tenía la gran virtud de ponernos siempre ante la pregunta del mundo "de los mayores". Un mundo que no entendía, no compartía y encontraba absurdo, como alguna canción de Aute. Los otros personajes de la tira cómica completaban la necesaria orquesta vital. Y la figura de los padres, atónitos adultos antesu hija que con una filosofía simple apretaba allí donde hace más daño con aquella naturalidad de los niños, que desarma pero no deja nunca indiferente.

En casa el custodio de las Mafaldas era mi hermano, que comparte este punto irónico sobre la realidad.

"Ya que amarnos los unos a los otros no resulta, por qué no intentamos amarnos los otros a los unos?"

Mafalda encarna la mirada perpleja y un poco pesimista sobre un mundo injusto, y activa en nuestro cerebro una rebelión interna que no permite que todo siga igual. Sus preguntas, que todo profesor agradecería de sus alumnos pero al mismo tiempo sentiría la presión de no saber estar a la altura para responder correctamente, nos ponen ante nuestras miserias: un mundo desequilibre, una competición absurda y feroz, una prisa inútil para llegar a ningún sitio, una política envenenada que demasiado a menudo rehúye el bien común y cae en particularismos estériles y poco nutritivos. Qué bien lo definió Umberto Eco: en Mafalda se refleja una urticaria moral a la lógica de los bloques. Mafalda no es nada amiga de los dualismos, y ve la complejidad de la realidad. Si tiene que posicionarse, siempre es desde el realismo que apuesta por la justicia.

Se han redactado tesis doctorales sobre ella, y también se han escrito libros sobre la vinculación con premisas de fe que desprenden sus frases. Quino no nos dibuja a una niña religiosa, pero sí una niña que hace preguntas de profundidad espiritual muy alta: por qué el mundo es injusto, por qué nos tenemos que morir, qué sentido tiene esta vida, por qué estamos destruyendo el planeta, qué quiere decir ser solidario.

Quino creía que un mundo mejor es posible. Hoy lo presentarían como el emblema de los Objetivos de Desarrollo Sostenible u ODS. Era una mente lúcida y traviesa que presentía la catástrofe ecológica y humana de un capitalismo infinito.

Como toda alma llena de inteligencia y creatividad, la entrañable Mafalda sabía mirar el mundo desde un ángulo diferente. Una de mis frases preferidas de Mafalda es una frase del Evangelio al revés: "Ya que amarnos los unos a los otros no resulta, por qué no intentamos amarnos los otros a los unos?".