A la gente sencilla, los cargos les pesan más. Sencilla no es equivalente a simple. Lluís Francesc Ladaria i Ferrer (Manacor, 1944) es el quinto cardenal mallorquín de la historia después de que en los dos últimos siglos el Papa no haya creado ni uno en la isla. El padre Ladaria es humilde, pero altamente competente y dotado de una extraordinaria inteligencia y finura. Tiene bastante cintura para el cargo difícil que ocupa —la vigilancia de la ortodoxia teológica— y bastante corazón y sensatez para torear todas las contrariedades y críticas que tiene que afrontar, empezando por los cardenales díscolos que están en desacuerdo con el papa Francisco.

Un cardenal es básicamente un asesor del Papa; es un activo elector de pontífices, pero también puede llegar a ser Papa. Técnicamente, pues, Ladaria podría llegar a ser escogido Papa. Ahora en el mundo, de los 226 cardenales actuales, 125 son electores, 101 no son electores (los de más de 80 años). Y Ladaria es uno de los electores. España tiene 15, cinco electores y 10 que no lo son. De hecho, es el tercer país del mundo con más cardenales, después de Italia, que tiene, orgullosa, 44, y de Estados Unidos. Un cardenal es la más alta dignidad eclesiástica, salvando al Papa, naturalmente. Al padre Ladaria, que es cardenal y ahora tendría que referirme a él como "Eminentissima e Reverendissima", lo conozco de cuando era profesor de teología en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, donde él vivía y trabajaba y donde fui a parar para cursar el doctorado.

El padre Ladaria era el típico profesor brillante que todo el mundo quería escoger como director de tesis. Lo caracterizaba aquella exigencia tan característica de los jesuitas: firme, a veces rígida, pero con una sonrisa desarmante y una bondad que te seducía. Siempre que he querido pedirle algo al padre Ladaria, hoy eminencia, lo he hecho con un punto de respeto, pero sabiendo que está ahí y que, si puede, responderá. El hasta ahora arzobispo y jesuita mallorquín es el prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe y preside la Pontificia Comisión Bíblica y la Comisión Teológica Internacional. No es una persona que ame los focos, y debe de ser muy abrumador para él el peso del cardenalato y los periodistas rondando y preguntándole sobre el Papa y el sursuncorda. Lo debe de evitar.

Recuerdo una entrevista que le hice sobre el limbo. Sí, los que nos dedicamos al periodismo religioso hacemos entrevistas sobre el limbo. De aquella entrevista, que mantuvimos en uno de los típicos locutorios de la Universidad, recuerdo muy bien el tono, afable y distendido, y el contenido: limbo o no limbo, lo que prima siempre es la misericordia de Dios, que es mayor de lo que podamos entender o escribir en un titular. Creo que la misericordia y el buen hacer marcarán su cardenalato.

El jesuita que nos ocupa nació un 19 de abril. El 19 de abril del 2005 se escogió Papa al profesor Ratzinger, que fue también prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Monsñor Ladaria es un nombre que ha sonado repetidamente como posible obispo para Madrid u otras diócesis españolas. El destino, que en cristiano se llama Providencia, le tenía reservada una plaza más romana.