Alpens (Osona), 10 de julio de 1873. Hace 149 años. En el marco de la Tercera Guerra Carlista (1872-1876); se produjo la llamada Acción de Alpens, un enfrentamiento armado entre el ejército gubernamental de la I República española, comandado por el general Cabrinetty; y las tropas rebeldes carlistas, comandadas por el general Savalls. Aquella batalla se saldó con una clamorosa derrota gubernamental. Los carlistas hicieron 900 prisioneros, y obtuvieron un cuantioso botín de 10.000 "duros" (el equivalente actual a cinco millones de euros). Este botín nunca llegó a las arcas de la Hacienda del Pretendiente carlista. Después de Alpens y hasta más allá del final del conflicto, Savalls —que los carlistas catalanes habían elevado a la categoría de héroe; fue perseguido por una siniestra sombra de sospecha. ¿Qué se hizo del tesoro de Alpens?

¿De dónde venía Savalls?

Francesc Savalls i Massot fue un producto de su tiempo y de su espacio vital. Nacido en La Pera (Baix Empordà) el año 1817; en una familia de campesinos propietarios y en un contexto de conflicto entre el mundo burgués, industrial y urbano, por un lado; y el agrario y rural, por el otro. Este conflicto remontaba a la época de la recuperación económica catalana después de la derrota de 1714 (décadas centrales del siglo XVIII); y se dirimía en una guerra sórdida en la que los fabricantes pretendían el control de los precios y producción del campo y, en consecuencia, habían provocado una dependencia ruinosa del mundo rural con respecto al urbano. Esta guerra soterrada había alimentado el conflicto abierto entre bonapartistas (burgueses urbanos) y antibonapartistas (campesinos rurales) durante la etapa de incorporación de Catalunya al Primer Imperio francés (1808-1814).

Representación de la Acción de Alpens y la muerte de Cabrinetty. Font Universidad de Sevilla.

Representación de la Acción de Alpens y la muerte de Cabrinetty / Fuente: Universidad de Sevilla

El mundo de Savalls

Y alimentaría la expresión genuinamente catalana de las tres Guerras Carlistas: los isabelinos o liberales (burgueses urbanos) y los carlistas o tradicionalistas (campesinos rurales). En este punto es importante destacar que el carlismo catalán se dotó de un componente ideológico que explicaría la fuerza del tradicionalismo en Catalunya. Los carlistas catalanes proponían la restauración del régimen foral catalán anterior a 1714. En Catalunya, las guerras carlistas no solo fueron una explosión violenta del conservadurismo antirrevolucionario; entendido como la perpetuación de los modelos tradicionales de vida. Esta expresión era común en todas las regiones europeas que, en aquel momento, se industrializaban a marchas forzadas. El carlismo catalán sería, también, una afirmación —mísera y trasnochada; pero afirmación, al fin y al cabo, de la personalidad catalana.

La carrera de Savalls

Por lo tanto, no es extraño encontrar al padre de Savalls —Joan Savalls i Barella— combatiendo en el bando carlista en la Primera Guerra (1833-1840). Sería esta tradición ideológica familiar y este caldo de cultivo social, lo que conduciría a Francesc a los campos de batalla. Pero a los de la Segunda Guerra (1846-1849) y la Tercera Guerra (1872-1876). Francesc Savalls ganó galones y fama durante el segundo conflicto; y los confirmó en el exilio —después de la derrota carlista— combatiendo como mercenario en varios ejércitos extranjeros que defendían modelos tradicionalistas. Destacó especialmente como oficial del ejército "zuavo", en los mercenarios del ejército pontificio del reaccionario Pío XI, que luchaban contra el proyecto liberal de los Saboya piamonteses en la Guerra de Unificación de Italia (1848-.1870).

El pretendiente Alfons Carles y el general Savalls. Fuente Wikimedia Commons

El pretendiente Alfons Carles y el general Savalls. Fuente: Wikimedia Commons

Un soldado con el culo pelado

Por lo tanto, cuando estalla la Tercera y última Guerra Carlista (1872-1876); Savalls ya era aquello que coloquialmente llamaríamos "un soldado con el culo pelado de mil batallas, algunas ganadas y otras perdidas". A principios de 1873 el rey liberal Amadeo I —precisamente de la casa de Saboya—, dimitía, y dejaba paso a la I República española. Los acontecimientos apuntaban que los burgueses habían ganado definitivamente el conflicto atávico que los enfrentaba con el campesinado. Aunque los mismos acontecimientos dirían que la burguesía catalana de la época tenía muy poco de republicana: era monárquica y borbónica por evidentes intereses económicos. Pero el susto republicano encendió, de nuevo, el campo catalán; y al inicio del tercer conflicto Savalls llegaría a Catalunya como el héroe del campesinado de las comarcas de la Catalunya vieja.

Un criminal de guerra

La extraordinaria dimensión de su figura pronto se tiñó de un negro funesto y macabro. Savalls sería el responsable de las matanzas de Berga (fusilamiento de 60 voluntarios civiles liberales que se habían rendido) y de Cardedeu (fusilamiento de 25 voluntarios civiles heridos que habían sido capturados); además de otras acciones menores no exentas de una gran violencia. El Savalls que volvió de la Segunda Guerra Carlista y de los campos de batalla italianos se reveló como un personaje oscuro y siniestro que ya no conservaba ninguna virtud de aquel idealista de otra época. Era aquello que contemporáneamente catalogaríamos como un criminal de guerra, que actuaba totalmente al margen de las convenciones básicas de un conflicto bélico. Las matanzas de prisioneros habían sido proscritas por el Convenio de Elliot (1835). Por este motivo perdió la confianza del alto Estado Mayor carlista.

Martí Ferret, Jaume de Borbó (hijo de Alfons Carles) y Joan Savalls (hijo de Francesc Savalls). Año 1910. Fuente Biblioteca Digital Hispánica

Martí Ferret, Jaime de Borbón (hijo de Alfonso Carlos) y Joan Savalls (hijo de Francesc Savalls). Año 1910. Fuente Biblioteca Digital Hispánica

¿Savalls, un traidor?

Eso explicaría su conducta taciturna a partir del consejo de guerra que le formó el Pretendiente (1874). En Lizarra (Navarra), sede del gobierno carlista, no aprobaban las matanzas de Berga y de Cardedeu, ni la desaparición del botín de Alpens. Y eso explicaría el sórdido episodio del Hostal de la Corda. El 26 de marzo de 1875, un Savalls que había salido muy tocado del consejo de guerra se entrevistó secretamente con el general Martínez-Campos, su rival militar en Catalunya. El resultado de aquella reunión, celebrada en el discreto Hostal de la Corda (en la Vall d'en Bas, Garrotxa), sigue siendo un misterio; porque los acuerdos no quedaron recogidos en ningún documento. Pero la prensa de la época hizo correr la noticia (hace falta decir que contrastada con testigos de dudosa credibilidad) que Savalls había pactado la rendición de los carlistas catalanes.

¿Savalls, un espabilado?

Sea como sea, Savalls reaparece en Niza (Provenza-Francia) al principio de 1877, con su esposa Antoniette Vivaudo, regentando un próspero negocio de exportación de vinos que disponía de una pequeña flota de bergantines. Aquella importante inversión de ninguna manera podía proceder de sus ganancias como mercenario. Pero sí que podía tener una relación directa con el botín de Alpens, y con las recaudaciones que había cobrado a particulares y a ayuntamientos en nombre de la causa carlista. En España, los partidarios de Alfonso XII —hijo y heredero de la depuesta Isabel II—; habían restaurado la monarquía constitucional, y el gobierno estaba en manos de un régimen de alternancia que sería denominado caciquismo. Nadie pidió nunca la extradición de Savalls; que moriría, tranquila y discretamente, en el lecho de su casa en Niza, el 20 de noviembre de 1885.