Cosas de la vida, la multicarambola política que se inventó ayer Artur Mas me pilló en Madrid (ciudad) y en "Madrit" (concepto). Y eso me permitió observar en directo las reacciones de algunos periodistas y políticos mediáticos. Las resumen dos adjetivos: desconcierto y estupor.

El desconcierto no tiene mérito, porque creo que es compartido con el 99,99% de los periodistas, de los ciudadanos (y las ciudadanas) y de los periodistas ciudadanos (y ciudadanas) catalanes. Un servidor, cuando supo a las dos menos cuarto del mediodía que Catalunya Ràdio preparaba un programa especial para las seis de la tarde, exclamó: "¡pero si eso de hacer ver que negocian es un teatrillo!". Y mire, no, no era un teatrillo. Tengo tanta capacidad de ver el futuro que creo que montaré un gabinete de tarot y empezaré a hacer horóscopos.

El estupor madrileño ya es otro tema. Era el estupor del no saber de dónde les había caído el artefacto. Era aquello del "nos la ha vuelto a meter doblada". Era inesperado, sí, pero para muchos de los de allí además era incomprensible. ¿Cómo puede ser que un Estado tan importante y con una historia de miles de años se vea repetidamente burlado por un tipo que siempre está a punto de caer por el acantilado a un mar lleno de tiburones y pirañas hambrientas y que no cae nunca? Y por eso ayer todavía pronunciaban el discurso del viernes, a pesar de ser sábado. El discurso apolillado de la corrupción y la CUP antisistema dominante de la política catalana.

Ayer Mas enterró el cadáver de la Convergència pujolista y postpujolista 2.0. Ha nacido una CDC donde ya no mandará ni el "pinyol" ni Barcelona. Llega la CDC municipal, la de la nueva generación. La de Girona, Igualada, Vilanova i la Geltrú, Molins de Rei, Valls o la Seu d'Urgell. Y eso en "Madrit" (concepto) no lo saben. Y no lo saben porque no saben lo que pasa en Catalunya. Tienen dos argumentos más caducados que una tarjeta de transporte de agosto y con eso van tirando. Y así les va.

Eso sí, la jugada de Mas, en el fondo los reconfortaba. Dan por hecho el pacto de estado y entierran los movimientos de Pedro Sánchez para hacer una alternativa de izquierdas al acuerdo PP-PSOE. Un muy mediático periodista lo resumió con un inequívoco: "Seguro que Felipe ya ha llamado 10 veces a Pedro para dictarle lo que debe hacer". Interesante.