Invitado por el diario ElNacional.cat a comentar las bondades de algunas manifestaciones de la cultura popular que, por suerte o por desgracia, estos días están en boca de todos, decido no perder ni un minuto y elaborar una pequeña guía para los neófitos en la materia que tengan curiosidad y quieran, sobre todo, abrir sus ojos y oídos. Pienso en personas con ganas de convertir este pretexto en oportunidad de aprendizaje. Aviso: Esta guía no es apta para gente perezosa, amiga de los apriorismos y practicante de aquella mirada altiva que se sitúa por encima de los hombros, con la cabeza y la nariz ligeramente inclinadas... hacia el cielo.

1.- ... eso de rapear es casi tan desagradable como lo de las gaitas gallegas...

En Catalunya no tenemos, estrictamente, gaitas, pero sí un primo hermano que, en resumidas cuentas, actúa ejerciendo el mismo principio. Me refiero al sac de gemecs y a sus tañedores que son los sacaires. Las gaitas, como las grallas y, más aceptadamente por la comunidad, las tenoras en el siglo XXI cuentan con un buen número de practicantes y muchos de ellos han superado la máxima aquella que dice: "Estudiar es de cobardes y afinar, de burgueses". Es decir, hay burgueses en la música tradicional catalana, porque es muy cierto que la gran mayoría de músicos tradicionales se forman y afinan. Muy recomendable, en este sentido, la audición de la entrada de la canción El drac del poemario Bestiari de Josep Carner, convertido en compendio musical por Joan Díaz y que mezcla instrumentos tradicionales (todos muy bien tocados y afinados) con otros de la tradición universal, y donde el sac de gemecs que toca el también dulzainero Pau Puig (un músico espectacular) otorga a la canción cantada por Carles Belda un extra de verdad adorable. Escuchad, escuchad, que sólo es un minuto, seguro de que lo podéis soportar:

Que el desconocimiento es atrevido lo demuestra el desprecio ostensible y desacomplejado que todavía gran parte de la élite cultural de nuestro país exhibe cuando habla de la música popular

2.- ... o las torturadoras corrandes populares que me tragaba en Figueres cuando fui alcalde.

Los que quieran investigar sobre las corrandes, no llegarán al fondo. Muy recomendable visitar la web de Cor de Carxofa, la asociación de fomento del glosat, que tiene como objetivo la recuperación, la promoción y la difusión del glosat en catalán, entendido como género poético y musical que consiste en improvisar versos sobre una determinada melodía. Igualmente recomendables son los trabajos académicos de Albert Casals Ibáñez, músico y docente. Casals Ibáñez es el impulsor de dos proyectos de innovación, formación e investigación en torno a la glosa impulsados por la UAB: Corrandescola (que se dirige a primaria) y Glosa a secundaria. Y para los amantes de la poesía, esta copla de Enric Casasses, que siempre se deja leer:

El piano del gitano
predomina pels carrers
i al gitano del piano
ningú li afluixa diners.

3.- Que el desconocimiento es atrevido lo demuestra el desprecio ostensible y desacomplejado que todavía buena parte de la élite cultural de nuestro país exhibe cuando habla de la música popular. Sólo hay que leer un poco y sobre todo aguzar el oído para saber que muchos (no todos, soy consciente) de los grandes músicos de la esfera "culta" (eufemismo para decir música clásica) han bebido de la música popular. Citaré uno que está de actualidad: el grandísimo Robert Gerhard, de quien conmemoramos este año el 125 aniversario de su nacimiento y al cual, en principio, no se considera un músico hortera. Pues bien, el vestido que Gerhard construye a partir de las melodías populares no sólo catalanas, sino también gallegas, valencianas, mallorquinas, francesas es sencillamente exquisito. Voces que son hoy embajadoras de nuestra cultura por todo el mundo (Núria Rial, Maria Hinojosa, Anna Alàs i Jové) las acaban de grabar en un volumen de publicación inminente y el resultado es de una pulcritud y sencillez que llega, como sólo lo hacen las músicas honestas, directamente al corazón del oyente y lo conmueve.

4.- Los que se burlan de lo que suena corren el riesgo de hacerlo también de lo que se mueve... Sobre la danza tradicional también hay para escribir una tesis. A los que, altivos por ignorantes, consideran marcos de referencia como la Feria Mediterránea un "festival d'esbarts" les haría una lista tan larga de coreografías de visionado obligatorio (firmadas por maestros del género como Manuel Cubeles, Albert Sans o Joan Serra) que no acabaríamos. Venga, pongo un par de referencia: las Gitanes de Rubí o Tríade (lo escribo y me duele el corazón por todo lo que no cito). Y todavía una última imagen, bellísima, de un Cesc Gelabert en plenitud bailando, a solas, una sardana de Ricard Lamote de Grignon.

5.- Y así no acabaríamos... Como pequeña guía, acabo de nuevo con música, recomendando mucho mucho un buen paseo matinal por cualquier lugar que tengáis cerca de casa y en el que haya un poco de naturaleza. Auriculares en mano, si os habéis levantado muy temprano y es un día soleado, podéis escuchar el excelente Sol ixent de Eduard Toldrà que, aunque sea una sardana (¡cuidado, no os hagáis daño!), convertirá el día que justo empieza en algo memorable. También os recomiendo una versión, la de la Cobla Sant Jordi dirigida por Salvador Mas y publicada por Columna Música: imperdible.

La cultura popular, cómo la echo de menos desde que estoy en el exilio. Como todo en esta vida, la hay bien hecha y mal hecha. Cuestión de buscar un poco y de no ponerlo todo en el mismo saco. Separar el grano de la paja, lo llaman.

 

Lluís Puig i Gordi, conseller de Cultura en el exilio