Los intereses de Estados Unidos y de muchos ahorradores e inversores tienen puntos de contacto y de interés común. La larga hegemonía del dólar está siendo desafiada no sólo por otras monedas, sino también a medida que se acelera la revolución digital. La demanda de una revolución monetaria está creciendo con la acumulación de deudas gubernamentales para hacer frente a la covid y a medida que los bancos centrales, por la misma razón, crean montañas de moneda que empujan a la inflación.

Esta revolución, según el experto Niall Ferguson, será impulsada por tecnologías digitales que permiten no sólo nuevas formas de moneda emitida por los gobiernos e instituciones (el BCE ya proyecta un euro digital), sino también privadas e innovadoras. Es el caso del bitcoin (la criptomoneda más importante), que empezó a operar en 2009. En Washington se estima que el dólar está bien posicionado para ser la rampa de entrada y salida global preferida por el dinero. 

El futuro del bitcoin está ahí. El problema está en que sufre una volatilidad que espanta en ocasiones a sus poseedores.

La demanda de una revolución monetaria está creciendo con la acumulación de deudas gubernamentales para hacer frente a la covid y a medida que los bancos centrales, por la misma razón, crean montañas de moneda que empujan a la inflación

En EE.UU., la Comisión de Bolsa y Valores (la SEC) se ha mostrado reticente a las demandas de que las criptomonedas se negocien en bolsa, dadas las fuertes subidas y bajadas en un ejercicio anual y a lo largo de su propia historia. 

Para romper el punto muerto, la administración de la plataforma ProShares mostró planes para lanzar un ETF (que es un fondo que cotiza en bolsa) de futuros bitcoin que rastree la evolución de la criptomoneda, como se hace con el oro y el petróleo. El Mercado de Futuros de Chicago, que ya lo hace, sería su referencia. Gary Gensler, director de la SEC, se mostró favorable a esa propuesta, porque todos los movimientos estarían encuadrados en un mercado regulado.

El artículo fundacional del bitcoin, firmado a principios del año 2000 por un japonés con el seudónimo Satoshi Nakamoto, definía que el objetivo de su creación "no era crear un dinero nuevo, sino, más bien, crear el activo seguro definitivo, capaz de proteger de la confiscación la riqueza de los inversores con poca protección, así como del flagelo casi universal de la depreciación de la moneda". Y agregó: "Un simple cálculo mental da que 6.000 dólares es un precio barato para esta nueva reserva de valor".

El ETF del bitcoin, como otros que podrán seguirle, así por ejemplo, ethereum, litecoin, dogecoin y otros, permitirán una nueva variedad más amplia de inversores, como fondos de pensiones o cuentas individuales de jubilación, entre otros.

El debut en la Bolsa de Nueva York del ETF Bitcoin Strategy el 19 de octubre logró un alto volumen de negociación con precios récord por encima de 60.000 dólares ese día y los siguientes.

Para Niall Ferguson, la divisa americana sólo pudo mantener el "exorbitante privilegio" entre el resto de las monedas tras fuertes crisis, "gracias a que el dólar abrazó la innovación y no la regulación". Así es como se construye la historia. Y, en la misma línea, hoy "deben seguir las criptomonedas", recomienda.