Vivimos en una sociedad donde las cosas ya no se llaman por su nombre sino que todo es un inmenso eufemismo permanente. Nos pasamos el día inventando maneras de decir y de hacer para que no parezca lo que todo es realmente sino lo que hacemos ver que es. Ahora en las escuelas. Una vez se murió la palabra "suspenso" aplicada a cuando, como su nombre indica, un alumno suspendía, hemos ido inventando palabrotas diversas para que los chiquillos no tengan un trauma. Tú, niño, no tienes ni puta idea de nada de la asignatura pero no te lo diremos, no fuera que descubrieras que la vida es dura. Diremos que si piensas muy fuerte el deseo de aprobar, lo harás posible. Y después nos abrazaremos todos mientras nos lazamos quinoa a manera de confeti.

Total, que un día se sacaron del sombrero la "no consecución". Un concepto tan bonito que ahora mismo usted no lo ve, pero mientras escribo eso de mis ojos brotan lágrimas como gambas de Palamós y langostinos de La Ràpita. A la vez. El problema es que ofendía en exceso. Supongo que la palabra "no" era demasiado fuerte y, por este motivo, a partir de ahora el suspenso o "no consecución" pasa a llamarse "en proceso de consecución". Cuando un niño con 25 años todavía no sepa sumar, no nos deprimamos en exceso -por favor- porque seguirá en proceso. De consecución. Concretamente.

Pues bien, las dos noticias políticas del día son como las notas de los chiquillos. Un inmenso eufemismo para esconder la realidad bajo el teletubbismo impregnado de mimosin que nos inunda. Ellos hacen ver que es lo que no es y nosotros hacemos ver que nos lo creemos, pero ellos saben que nosotros sabemos que no es y nosotros sabemos que ellos lo saben, pero ellos y nosotros hemos convenido hacer ver una cosa y la otra. Es un mítico "tú ya me entiendes" sin final.

En el Congreso de los Diputados decían que votaban una reforma laboral de izquierdas, presentada por la ministra más de izquierdas. Y resulta que se la han aprobado todos los partidos de derechas, menos el PP -o para ser más concretos, menos un diputado del PP que, casualmente, la ha votado. Porque es que el PP estaba en contra ya que esta ley derogaba la que aprobaron ellos cuando gobernaban. Y, en cambio, no la han votado los partidos que dan apoyo al Gobierno, que es quien impulsaba la ley. Pero unos y otros realmente no estaban votando a favor o en contra de una reforma laboral sino que se posicionaban políticamente en un postureo de escaparate. Porque con esta reforma sucede como con los presupuestos, que las cifras son lo de menos. Lo que importa es la coyuntura de cada momento y marcar paquete político en función de los intereses de aquel instante.

Y mientras, en el Parlament todos los partidos indepes hace tres días que hacen ver que no ha sucedido lo que, efectivamente, ha sucedido. Es decir, que Pau Juvillà ya no es diputado. ¿Por una injusticia manifiesta y delirante? Sí. Pero si la Junta Electoral echó a un President de la Generalitat, ¿alguien piensa que ahora no ha echado a un diputado? Y así es como desde el lunes ellos hacen el teatrillo y nosotros hacemos ver que nos lo creemos y que, además, nos interesa. Y por el medio los unos queriendo dejar en evidencia a la presidenta de la Cámara en correspondencia con lo que ella decía sobre el presidente Torrent cuando se encontró en una situación igual, los otros haciendo ver que desobedecen mucho sin desobedecer nunca nada y los de más para acá haciendo ver que están haciendo una cosa muy diferente a la que hizo Torrent en su momento y que tanto criticaron. En mi pueblo a esto le llaman hacer un pan como unas hostias.

Me gustaría pensar que si algún día algún político sale a decir la verdad, la gente se lo agradecerá mucho y le dará mayoría absoluta. Pero me temo que eso sólo es una ilusión y que ni siquiera estamos en un "proceso de consecución". Porque es aquello del "dime que me quieres aunque sea mentira", pero hecho política. Porque mientras haya gente que haga ver que se cree lo que ellos nos dicen y que saben que no nos creemos pero hemos convenido que sí, ellos seguirán haciendo ver que están haciendo lo que no hacen, pero dicen que están haciendo.