Marine Le Pen es la candidata de la ultraderecha para presidir la República francesa. Y Marine Le Pen ha negado el colaboracionismo francés con el nazismo durante la Segunda Guerra Mundial.

Lo ha hecho afirmando que Francia no es responsable de la llamada "redada de Vél d'Hiv". Según ella la culpa es de quien estaba en aquella época en el poder, pero no del conjunto del país. Los hechos sucedieron el 16 y el 17 de julio de 1942, cuando policías franceses a las órdenes del régimen de Vichy secuestraron a 13 mil judíos parisinos (4 mil de los cuales niños), los llevaron al Velódromo de Invierno y posteriormente los trasladaron al campo de exterminación de Auschwitz. Sobrevivieron 400.

La polémica ha estallado porque esta postura rompe con la posición oficial del estado francés hasta ahora, que es la marcada por Jacques Chirac el año 1995 cuando dijo: "La locura criminal de los ocupantes fue secundada por el Estado francés. Francia, patria de la ilustración y los derechos humanos y tierra de acogida, faltó a su palabra y entregó sus protegidos a los verdugos. Con ellos mantenemos una deuda que no prescribe".

A la protesta del resto de candidatos se han añadido varias organizaciones judías y el Estado de Israel, para quien las palabras de Le Pen "son contrarias a la verdad histórica".

Pues bien, el mismo día que en Francia pasaba eso, aquí el señor Luís Garicano, responsable de economía, industria y conocimiento de Ciudadanos hacía este tuit:

Una de las respuestas fue la del diputado independiente de Junts pel Sí, Germà Bel, que fue replicado por Garicano insistiendo en su insinuación:

 

Finalmente Garicano, o porque tuvo un instante de lucidez o porque alguien le hizo venir este instante, culpó a una mala interpretación de todo el mundo, menos de él, haber entendido que calificaba de nazi Artur Mas:

Garicano sólo es el último ejemplo de esta moda tan de Madrit (concepto) de ir por el mundo diciendo que Catalunya es como la Alemania de los años treinta, de comparar la situación catalana con el nazismo o de decir directamente que los catalanes somos nazis.

La política y su juego lo aguanta prácticamente todo. Pero hay límites. El nazismo y sus consecuencias fueron una barbaridad inhumana tan grande, tan bestia, que ni tan solo insinuar que Catalunya sufre una situación parecida tendría que significar la desacreditación y la marginación social de quien lo excreta porque eso es totalmente inadmisible. Y empezando por sus propios compañeros de partido, porque quien calla, otorga.

Y no es ya sólo por el respeto que merece una sociedad como la catalana, sino por el respeto que merecen a los millones de personas que murieron y que sufrieron por culpa de aquella locura.

Y a quien tenga la tentación de hacer la gracieta, le recomiendo que visite un campo de concentración. Y si tiene hijos, que vaya con ellos. Y que pasee. Y que se impregne del horror que allí se vivió. Y que respire el silencio a muerte que todavía se huele 70 años después. Y que imagine la salvaje crueldad existente en un lugar donde se asesinaba a sangre fría por diversión. Y que entre en una cámara de gas. Y que cierre los ojos. Y que imagine.

Y entonces que vuelva a Catalunya a ver si tiene cojones (u ovarios) de comparar aquello con esto.

Y con respecto a las organizaciones judías y a las de víctimas y deportados, tampoco estaría de más (y se echa de menos) que, como han hecho en Francia, cuando alguien banaliza aquella gran monstruosidad, emitieran un comunicado de rechazo. Y que el Estado de Israel censurara este tipo de afirmaciones. La memoria de los muertos merece un respeto y si al primer cretino iletrado que empezó a excretar imbecilidades le hubieran llamado la atención, el resto no se habría atrevido.

Pero no haberlo hecho hasta ahora, no quiere decir que ya no estemos a tiempo...