"El territorio", una de las palabras top del nuevo lenguaje (como la propia palabra "top"). Llegamos a ella tras pasar por las provincias y por las comarcas. Y ahora instalados ya en el "territorio", el concepto ha tomado tanta entidad que dice cosas, manifiesta opiniones, piensa sobre, o se queja de. Y la cosa se ha situado en un punto que ahora mismo, junto con el poke y el bao, lo que lo peta en nuestra vida es "eso se lo tenemos que preguntar al territorio".

Mientras "El Territorio" no tuvo nombre estaba en la misma situación que las selfies. La gente se hacía fotos delante de los sitios, pero hasta que no existió una palabra que definiera el hecho no se convirtió en un hecho realizado desde la conciencia. La diferencia es que cuando no existía como tal, en el territorio las cosas sucedían sin darle la oportunidad de opinar. Llegaba uno de fuera y decía: "Aquí instalaremos un vertedero", y allí caía el vertedero sin ni siquiera pedirles si les parecía bien. Y quien dice eso dice una nuclear, una autopista, una fábrica muy contaminante o un tipo de industria que producía muchos beneficios a todo el mundo menos al territorio donde se instalaba.

Preguntar quiere decir tener en cuenta. Y sobre todo es respeto y compartir en vez de imponer. Preguntar es consensuar y pactar, dar y ceder. Y es así como llegamos a dos hechos coincidentes en el tiempo que afectan al territorio: los JJOO de invierno BCN-Pirineus y el monumento franquista de Tortosa. Las coincidencias se acaban aquí. Y le diré más, a partir de aquí son dos cuestiones que se alejan la una de la otra a la velocidad de la luz. Pero intento explicar por qué los junto. Y, naturalmente tiene que ver con aquello que le decía antes de preguntarle al territorio.

Es absolutamente impresentable que el 18 julio del 2021 todavía exista un monumento d'exaltación franquista. Por mucho que su espíritu totalitario, reaccionario y vomitivo (en general) haya revivido y contamine nuestra sociedad. Ahora bien, hay un grupo de gente de Tortosa (1.400 firmas sobre una población de 33.500 personas) que considera que no se tiene que demoler aquella inmensa mierda que hay en medio del río (que lo es desde el punto de vista estético y simbólico). Y defienden que aquellos hierros de enaltecimiento de la dictadura, situados justo delante de la catedral de Santa Maria, y que han resistido todas las avenidas de agua, tienen que "reinterpretarse". Y recuerdan la consulta popular del 2016 en que un 68,36% de los votantes ya defendieron esta propuesta. Sí, es cierto que la participación fue de un 29,73%, ¿pero no habíamos quedado en que el resultado final es lo que cuenta?

¿Y este grupo de personas son "del territorio", sí o no? ¿Sí, verdad? Por lo tanto, si en otros lugares como los Pirineos con los JJOO de invierno invocamos que se oiga a los afectados directamente por las decisiones, ¿con Tortosa también deberíamos hacerlo, no? Para saber qué piensan exactamente y por qué. Que "el territorio" debata, discuta e intente conseguir acuerdos sobre si quiere reinterpretar un monumento fascista en el Ebro o si hacer unos JJOO de invierno cronifica un modelo económico basado en el turismo de temporada y no el impulso del primer sector. Y si hay dos posturas, se votan. En el territorio. Y la que tenga más apoyo, gana. Porque, ¿quedamos en que siempre tiene que ganar la democracia, no? Y fue el unionismo quien usó el nefasto argumento según el cual votar "no siempre es democrático".