Un grupo de sediciosos, rebeldes y malversadores de dinero público perpetraron en Catalunya un golpe de estado violento que provocó la huida de miles de empresas.

Este es, resumido, el argumento que el Estado elaboró y después se ha encargado de marcarnos a fuego para justificar tener 9 personas en prisión provisional, 7 en el exilio y aplicar inconstitucionalmente el artículo 155 de la Constitución. Entre otros cariñitos

Al final, la realidad ha desmontado completamente la farsa y ha demostrado que formaba parte de un guion de ficción que Madrit (concepto) siguió con disciplina estalinista. Pero eso ahora ya tanto da, porque una vez consigues colocar un relato, una falsa verdad paralela, no hay verdad cierta que te lo desmonte. Pero eso no quiere decir que dejemos de recordar las sábanas que este relato ha ido perdiendo en cada colada.

La rebelión cayó cuando supimos que el juez Llarena la sostenía afirmando que fue la resistencia pacífica de la gente la que provocó la violencia de los piolines y que lo hizo basándose en unos informes de la Guardia Civil tan auténticos como un duro sevillano. Y la cosa tumultuaria de la sedición cayó por el precipicio por el mismo motivo. Posteriormente lo confirmaron varias justicias europeas poco sospechosas de connivencia con los perversos catalanes.

La malversación cayó a plomo cuando Mariano Rajoy, Soraya Saénz de Santamaría y Cristóbal Montoro; presidente, vicepresidenta y ministro de Hacienda del Gobierno; manifestaron, incluso en sede parlamentaria, que no se gastó ni un céntimo de dinero público en el 1-O. Y cuando, posteriormente, quedó acreditado que las facturas que, según la Guardia Civil, probaban pagos, nunca fueron pagadas.

La huida de empresas apareció más allá de Plutón cuando, gracias al diario Ara, hemos sabido que el Estado intentó hundir la economía catalana retirando fondos de los bancos y que, mientras, el Rey se dedicaba personalmente a llamar a empresas para amenazarles, una acción que en Sicilia, Calabria y Nápoles recibe otros nombres. O sea, tanta unidad de la patria y tanto apoyo a la españolidad de Catalunya y resulta que al Estado y a su empleado Felipe no les tembló el pulso para intentar arruinar a todos los catalanes. Independientemente de si eran indepes o unionistas. El Rey de todos, sí, efectivamente. Al menos a la hora de intentar arruinarles. A todos.

Y hoy se ha deshecho como un azucarillo todo aquello del 13. Meses y meses oyendo y leyendo que la frase inicial de esta pieza se sostenía por las rigurosas y documentadas investigaciones que llevaba a cabo el juzgado de instrucción número 13 de BCN, basándose en los muy fiables informes piolinísticos, y ahora resulta que el señor Juan Antonio Ramírez Sunyer, responsable de la cosa, dice que se ha dejado la paella en el fuego y que se tiene que ir a toda prisa.

El famoso juez del juzgado 13, donde se cocía todo, ha decidido anunciarnos que un año después de ir enredando con la sedición y la rebelión de los cargos de confianza del Govern, no es competente para investigarlos. Y retira las acusaciones. Y chinpún. Y tal día hará un año.

O sea, primero negó que estuviera investigando lo que estaba investigando y ahora resulta que no tenía potestad para investigar lo que estaba investigando. ¡ME-MO-RA-BLE! Marchandooo un Nobel de Justicia pal caballero.

O sea, digamosle adiós con la manita a todo aquello que dicen que sucedió el 20 de septiembre en la conselleria de Economía, incluido el informe policial sobre los Jordis. Despidamos la famosa agenda moleskine de Josep Maria Jové. Y hagámosle una fiesta de amigos para siempre al festival generado por las conferencias del exjuez Vidal.

Por la vía 13 efectuará su salida definitiva con destino al más allá de nunca más el último argumento que sostenía la ficción. Descanse en paz y démosle la bienvenida a la entrada por vaya a saber dónde de vaya a saber lo qué servirá para sostener a partir de ahora la ficción.