Ayer por la mañana se suicidó en Madrid una mujer de 65 años saltando al vacío desde un quinto piso. Su piso, donde hacía cuatro años que vivía. La noticia dice que a las 11 de la mañana se presentaron en su casa un agente judicial y la policía municipal para hacer efectivo un desahucio por impago del alquiler y que la mujer no les abrió la puerta. Poco rato después, el SAMUR certificaba su muerte.

Hoy esta noticia sólo aparece en la portada de dos diarios de papel de Madrid y BCN, El Mundo y El Periódico. El resto, silencio. Y en los digitales, igual. El hecho, terrible, no ha abierto informativos, no ha provocado ningún debate, las tertulias no han llamado a ningún experto para hablar de ello. Ha sido la noticia que no ha sido noticia.

Y no, no comparo, sólo relaciono desde el punto de vista informativo, estrictamente periodístico: ¿cuánto dedicamos al atropello de la Travessera de BCN, donde hubo un herido grave, y cuánto a este caso?

Y no, no se vale aquello del "es que las noticias tienen más impacto en la gente si se sienten interpelados directamente porque piensan que a ellos también les puede pasar". Sí, todos podemos ser atropellados yendo a llevar a nuestros hijos a la escuela, claro, pero nadie nos garantiza que dentro de un tiempo la vida no se nos gire, nos sea imposible poder pagar un alquiler y acabemos en la calle. Y nadie puede asegurar que antes de que esto suceda hagamos lo mismo que hizo esta señora. Por pura desesperación.

La vida es muy fácil cuando todo va bien. Cuando todas te ponen, incluso tienes tendencia a tomar las decisiones acertadas. Pero cuando todo lo ves muy negro, vaya usted a saber qué acabamos haciendo.

Y sigo hablando de periodismo. Los desahucios ya no son noticia. Lo fueron, pero el tema está "quemado". En su momento funcionó, pero una vez lo supimos todo y dedicamos horas y horas a exprimirlo, la curva de audiencia empezó a bajar. Y sin audiencia, clics o podcasts bajados, las noticias dejan de serlo. Por mucho que delante de nuestras narices tengamos el fracaso de una sociedad en forma de tragedia. O quizás precisamente por eso.

Pero cuando le das una vuelta más, y sigo hablando de periodismo... bien, o de una cosa que le llaman periodismo y que nunca lo ha sido, llegas a una conclusión que desmoraliza mucho. Piensas: "¿oiga, sabe qué? Según cómo, mejor que no se hable mucho". ¿Por qué? Pues porque para ver cómo tratan algunos medios y algunos programas de TV estas cuestiones, como dice aquella frase hecha: "saque usted sus sucias manos de mi disco de Mozart, por favor".

Una noticia como esta es para hablar de causas y de posibles soluciones, que todavía nadie ha encontrado. Si los medios hablaran de ella, tendría que ser para hacernos entender y no para hacer espectáculo. Pero como que estamos en la audiencia y el clic, ¿a quién narices le interesa un tema espeso, verdad? ¡Nada, nada, espectáculo, víscera, morbosidad! Conectamos en directo con familiares, amigos y vecinos de la víctima y preguntamos si están tristes y otras cosas por el estilo. Y si podemos, colocamos alguna imagen de la funda que tapa el cadáver. ¡Adelante! Eso sí, mientras lo hacemos, ponemos cara de mucha tristeza y dolor. Y de mucha solidaridad. Y como la noticia ya no es noticia, que los periodistas sean la noticia. ¡Así sí!