Las efemérides redondas sirven para dos cosas: 1/ para exclamar aquello de "¿Cuántos años dices que han pasado? ¿Taaantos?" y 2/ mirarse los hechos con aquella perspectiva temporal que todo lo sitúa más o menos en su sitio, sobre todo en un mundo donde exprimimos los temas hasta la gota que ya no tienen y después los olvidamos. Totalmente.

Este martes hará 10 años que los Mossos entraron en la sede del Orféo Català y descubrimos que Fèlix Millet había estafado incluso a su consuegro. Y el jueves hará cinco que Jordi Pujol nos explicó que desde hacía unos cuantos años tenía una "herencia" de su padre en Andorra, que quería habernoslo dicho antes pero nunca encontraba el momento.

El uno, referente moral, nos mintió. El otro, referente de la burguesía que ha venido al mundo a pasar el verano en la sombra, nos robó la cartera con un estilo que no lo supera ni el Lazarillo de Tormes.

Los dos casos, creo, fueron uno de los cimientos sobre los cuales se ha construido la salida definitiva del armario del "peix al cove" para ir a abrazar el independentismo. Y en el caso Pujol, además, coincide que sus problemas empezaron cuando se hizo indepe.

A la crisis global que provoca varias reacciones en todo el planeta pero con diferentes expresiones, nosotros añadimos que nos habían traicionado dos de los "nuestros". Y la mejor manera de romper con la vergüenza era deshacerse de todo lo que representaban. El catalanismo de misa y tortell se encontró la pareja de toda la vida encamada con una persona ajena y optó por empezar clases de salsa a ver si encontraba A alguien que le alegrara al cuerpo. Y el alma.

Este domingo Gemma Liñan habla con Fèlix Millet en EL NACIONAL. Y el hombre que hizo célebre la frase "es que voy muy medicado" insiste en que no hay derecho por lo qu le han hecho. Y él, que en el juicio del caso Palau usaba el WC de minusválidos, ahora nos explica que el Palau de la Música es lo que es porque él lo hizo posible. "Con lo que yo hice y miren ahora cómo me lo pagan...".

Jordi Pujol también reivindica su legado. Político y social. Se niega a dar entrevistas pero a la gente que lo visita les explica cómo está de orgulloso, sobre todo, de la red sanitaria que construyó. Ah, y por si lo quiere saber, deja muy claro que no tiene ninguna manta de la cual estirar y que cuando dijo lo que dijo sobre este tema fue porque se dejó llevar por la fanfarronería.

La mentira de Pujol fue un golpe muy duro para mucha gente. El padre espiritual, el referente, dejó de serlo. Y muchos (y muchas) se quedaron huérfanos. Y eso al expresidente lo atormenta, pero busca el perdón con una doble autojustificación: 1/ algún tipo de protección tenía que tener por si acaso las cosas se torcían, 2/ a veces los hijos te llevan por el mal camino. Y será la perspectiva quien nos dirá si lo acaban perdonando o no.

¿Y a Millet? ¿Todos aquellos que se creían ser alguien porque Millet accedía a ser amigo suyo perdonarán que se les llevara incluso el agua de los jarrones? ¿"Hacer cosas" justifica la debilidad humana de obtener dinero de manera creativa, un concepto inventado cuando todos éramos ricos y atábamos los perros con cadenas de oro?

Millet i Pujol fueron dos de los más ilustres prohombres de la Catalunya de finales del siglo XX. Pero resultó que tenían una cara B. Y ahora la pregunta es: ¿La historia los absolverá?