Esta semana he tenido el placer de participar en un debate público con tres otros conocidos científicos sobre Blade Runner y el futuro distópico que se nos presenta en la película. Me reservo escribir sobre lo que debatimos para otro día, pero creo que los cine-fórums o debates sobre películas de ciencia-ficción es una de las maneras más atractivas de estimular el interés por la ciencia, tanto en estudiantes como en un público amplio. Yo tenía 15 años cuando mi hermano mayor me llevó a mi primer cine-fórum. Era joven e impresionable, y tengo que admitir que ver 2001: Una odisea del espacio, de Stanley Kubrick, me dejó pegada en el asiento y extrañamente perturbada durante unos cuantos días. Todavía hay escenas de la película, intensamente estéticas y llenas de significado simbólico, que me horripilan cuando las veo de nuevo, particularmente la escena del amanecer del hombre, en que con una metáfora visual y musical impactante el director nos explica que la inteligencia va unida a la violencia. Hay que recordar que es una película sin la ayuda de los efectos especiales por ordenador y, aún así, es visualmente espectacular. Ver en cámara lenta la violencia contenida en un solo gesto repetido, ver cómo los huesos saltan por los aires con la música abrumadora de "Así habló Zaratustra" de Richard Strauss, pertenece a las escenas cinematográficas más logradas de todos los tiempos, según mi opinión.

Pues bien, justo esta semana se acaba de publicar un artículo científico de antropología que me ha hecho pensar mucho. La violencia en el Neolítico debía estar bastante extendida, ya que se encuentran numerosas tumbas, fechadas entre el 7000 y el 2000 aC en toda Europa, que contienen restos humanos con traumatismos craneales graves, que debieron ser la causa de la muerte de aquellos humanos. Muchos de estos traumatismos son indicativos de violencia, más que no de accidente, pero hay que estudiar cómo se pueden haber producido para entender si realmente estas brechas en el cráneo son producto de violencia intencional, o podrían tener otra explicación, como ser rituales. Para evaluar las causas y el contexto de la violencia, es necesario recrear las armas de la época y probar si son capaces de infligir el tipo de heridas que observamos en estos esqueletos.

La historia humana está llena de hechos violentos, también en el Neolítico, donde hay cráneos con traumatismos por violencia intencional

Acompañando los restos humanos del Neolítico, hay numerosos objetos que podemos considerar que son armas de caza pero también de posible violencia interpersonal y de guerra, como arcos, flechas, hachas, lanzas, masas, palos u hondas. El estado de conservación de las armas que tienen elementos de cuero y madera se estropean más rápidamente con el transcurso del tiempo que las que contienen elementos metálicos o de piedra. Sin embargo, en el Museo de Londres hay uno de los pocos palos de madera bien conservados de la época, el Thames Beater (o garrote golpeador del Támesis, traducción libre del inglés), un verdadero hallazgo arqueológico obtenido de un asentamiento neolítico en la orilla del río Támesis, del cual se observa bien la forma y de qué material está hecho. Este garrote de madera de aliso, con pomo y una parte superior engrosada y plana, similar a lo que sería un bate de béisbol plano, ha sido reproducido fielmente por un ebanista británico, tiene un tamaño de unos 70 cm y pesa 1,2 kg, aproximadamente.

Así, pues, las investigadoras de este estudio habían conseguido reproducir la posible arma, pero había que comprobar si este tipo de garrote era realmente capaz de generar heridas como las que se observan en estos cráneos de tumbas neolíticas. ¿Cómo se puede hacer eso? Talmente como vemos en las series criminalísticas forenses, donde en el laboratorio se recrean cuerpos o cabezas con materiales similares que presenten una consistencia similar a la humana para demostrar que este o aquel objeto, sea pesado, punzante o de hoja aserrada ha sido el responsable de un homicidio, se puede buscar la manera de generar algún objeto que sea muy similar y se comporte de forma equivalente a un cráneo humano con el fin de comprobar el tipo de herida que puede generar este "bate" del Neolítico. En este contexto hay que decir que el uso de animales u otros cadáveres humanos (utilizados en otras épocas) actualmente ya no se utilizan, evidentemente por consideraciones éticas, aparte del hecho de que en muchos casos llevaban a errores. Así que actualmente se pueden fabricar cráneos sintéticos con resinas plásticas que simulen la consistencia ósea de un cráneo (algún material de poliuretano ha sido incluso tildado de "plástico fantástico"). Se genera una esfera vacía de este poliuretano, recubierto por una capa de goma que simule la piel humana, y con el espacio interior del "cráneo" lleno de gelatina como la que es usada en pruebas balística, con el fin de simular la consistencia del encéfalo. Con varios de estos cráneos simulados y el arma potencial, sólo necesitaban a algún voluntario para darles golpes y, después, analizar el resultado con metodologías de antropología forense.

Con técnicas de antropología forense se puede estudiar qué armas utilizaban y cómo en épocas antiguas

Pues bien, haciendo un estudio de los tres tipos básicos de fracturas posibles, llegan a la conclusión de que el Thames Beater es realmente un arma del Neolítico como la que ha sido utilizada contra otros humanos de forma violenta, y que explicaría los traumatismos observados en los cráneos de estos esqueletos de nuestro pasado. De hecho, hay numerosas referencias que hablan incluso de violencia en masa, verdaderas masacres, como las que se han encontrado en algunas excavaciones de tumbas de la época neolítica en Alemania y Austria. ¡He ahí la aplicación y la resolución de casos forenses en el Neolítico! ¡De película!

Así que en el fondo, quizás la imagen que hemos visto en 2001 (película que recomiendo mucho ver, si puede estar en pantalla grande y sumergidos de lleno en la música) no está nada alejada de lo que realmente pasó, quizás no en el origen de los homínidos, pero seguro en el Neolítico y durante muchas épocas, si no son todas, de la historia humana.