No, no me refiero a una persona ni a ningún ente vivo que tenga 150 años de vida, me refiero a los 150 años de vida de una revista científica multidisciplinar, un referente para todos los científicos, la revista Nature. Esta revista, de origen británico, publica semanalmente, como también lo hace su revista homóloga americana Science, pero tiene un chico más de edad, ya que el primer número de Nature fue publicado el 4 de noviembre de 1869, mientras que el primero de Science se publicó el 3 de julio de 1880, casi 11 años de diferencia. A sus inicios, como bien dice el editorial, la revista iba dirigida a un público amplio, pero muy pronto fue el medio preferido por los jóvenes científicos de intercambiar sus avances de forma mucho más rápida y dinámica que las conferencias plenarias que se daban a las sociedades científicas. Curiosamente, su primer número fue prologado por Thomas H. Huxley (conocido más como el ferviente defensor de las teorías evolutivas de Darwin que por sus importante contribuciones a la anatomía) utilizando aforismos de Goethe.

En esta ocasión, la revista ha hecho un ejercicio de auditoría científica maravilloso. Os recomiendo muchísimo que miréis el imponente vídeo que muestra el impacto que ha tenido sobre la ciencia los avances científicos que ha publicado Nature hasta el momento actual, cada disciplina en un color diferente. Gracias a un excelente análisis de grandes datos (big data) y un magnífico diseño gráfico, podéis ver cómo crece la gran red de artículos desde los inicios, donde todas las contribuciones son inconexas porque todavía no se mencionan trabajos anteriores, a construir una miríada de puntos interconectados, donde cada contribución crece sobre el conocimiento generado por los artículos anteriores. Incluso, si vais a la actividad interactiva, pódeis visualizar cada uno de los puntos en que artículo corresponde, el año de publicación, o hacer crecer cada artículo por separado. Como ejemplo, ponen el artículo seminal de Watson y Crick de 1953, en el cual se propone la famosa estructura de doble hélice del ADN, sobre qué artículos se basa y en qué artículos inspirará. A mí me recuerda la forma de una piña, con todos los colores del arco iris. Estéticamente, incluso si la ciencia no es vuestro tema, no me digáis que la imagen de la constelación de artículos inicial no es un cuadro que daría luz y color a cualquier pared de vuestra casa.

Es evidente que, para celebrar esta efeméride, han hecho un buen análisis de los temas más repetidos, y de las palabras clave más utilizadas (ved los gráficos y las infografías), así como una selección de los artículos que, en estos 150 años, hoy día se consideran como los más relevantes en las diferentes disciplinas y los han comentado. Quizás porque me toca muy de cerca me ha gustado mucho una revisión del descubrimiento de la doble hélice de ADN, con comentario sobre las circunstancias de la publicación de los artículos de los grupos de Franklin y Wilkins, con las polémicas imágenes de rayos X del ADN que inspiraron Watson y Crick. Pero también podéis encontrar un comentario sobre el artículo que los años 20 reveló en el mundo el descubrimiento del primer fósil de un niño Australopithecus, lo cual confirmó que la evolución inicial del linaje humano ocurrió en el África y dio consistencia a la hipótesis del eslabón perdido entre humanos y simios, aunque hoy día sabemos que no hay una transición evolutiva lineal entre humanos y simios, sino que partimos de ancestros comunes y somos linajes no puros. Tampoco querría dejar de mencionar una retahíla de trabajos que demostraron que todas las células del cuerpo llevan la misma información genética, y se pueden reprogramar para dar lugar a todo un embrión, lo cual dio lugar a la creación del primer mamífero clonado, la oveja Dolly.

Sin embargo, me gustaría hacer especial mención de una sección que me ha gustado de forma muy íntima y particular. Los editores de la revista hicieron un concurso de ensayos científicos entre jóvenes de 18 a 25 años. Esta semana se ha publicado el ensayo ganador y los dos accésits. Os recomiendo la lectura, ya que todo lo que os estoy comentando está en abierto, y es muy probable que alguno de ellos os toque también la fibra. Os mencionaré el escrito ganador y uno de los accésits, porque los dos son de mi ámbito.

El ensayo que ha ganado es de una chica británica que tiene un hermano gemelo y, tal como ella se describe, hija de un matrimonio interracial. Ella tiene la piel blanca y pecosa, con los ojos azules, y su hermano tiene la piel de color oliva y los ojos marrones. Pero este no es el punto relevante, ella oye perfectamente, pero su hermano ha desarrollado a partir de la adolescencia una pérdida neurosensorial del oído. Se está volviendo sordo. El inicio del ensayo es sugerente, habla del sueño de Beethoven, uno de los personajes sordos más conocidos de la historia. Todos nos podemos imaginar cómo lo debió marcar la pérdida progresiva del sentido del oído, el sentido sensorial que a un músico genial como él, le daba sentido a su vida. Tal como el mismo Beethoven reconoce en su correspondencia epistolar, esta circunstancia le comportó momentos de desesperación profunda. La sordera ocurre la gran mayoría de casos por la muerte de las neuronas de la cóclea y del nervio auditivo, y el ensayo abunda en el hecho de que hay organismos, como algunas aves y reptiles, que pueden regenerar las células ciliadas encargadas de la recepción de las ondas sonoras. Ha habido avances que demuestran que, mediante el tratamiento con una medicina, se podría "convencer" en las células nutritivas de la cóclea para que regeneraran las células ciliadas que se vayan perdiendo. Sólo es un inicio de una posible vía, porque esta medicina actúa sobre una proteína muy importante en otros tejidos y órganos, y puede tener efectos colaterales, pero como dice la joven escritora es un inicio del camino de esperanza para todos los que, como su hermano y como mucha gente por todo el mundo, están perdiendo el sentido del oído.

El tema desarrollado en uno de los accésits incide en la potencial descendencia de padres del mismo sexo. En humanos (y en los mamíferos, de hecho), no es posible obtener hijos de padres del mismo sexo biológico, aunque hay organismos, como los ajolotes (unas salamandras de la Centroamérica, de las cuales hablé en otro artículo), en los que las hembras sin intervención de macho pueden generar huevos viables, la llamada reproducción partenogenética. El chico que escribe el ensayo, explica el día que comentó a sus padres que tenía una pareja, y que la pareja era del mismo sexo. No hubo ni reproches ni exclamaciones, sólo una pregunta: ¿Y tendrás hijos? Este joven científico comenta que quizás algún día, gracias a avances científicos y la edición genética (como también os expliqué) se podrán obtener hijos biológicos de dos padres o de dos madres. Una manera de repensar la reproducción futura.

¡Como veis, este especial de 150 años da mucho se, y eso que en este batiburrillo sólo me he referido a los avances científicos del pasado! Dejo para más adelante, para otra ocasión, contaros los nuevos avances que se han publicado esta semana.