Antes de que avance como una apisonadora la (pre)campaña electoral, convendría hacer un reset, cuando menos, para saber de dónde venimos. Se ha reparado poco en el hecho de que las elecciones catalanas anticipadas por el president Pere Aragonès para el próximo 12 de mayo son, en primer lugar, un fracaso estrepitoso de él y su gobierno, y, en consecuencia, de ERC, aunque, quiero remarcarlo, por este orden. Es Aragonès quien, se quiera o no, ha pilotado la nave. Recuperada por ERC la presidencia de la Generalitat 82 años después del final de la guerra; habiendo vuelto liderando una sólida mayoría parlamentaria (ERC, Junts, CUP) de 74 diputados de 135, traducción de una mayoría independentista en las urnas del 52%, y con un gobierno en coalición con Junts, es un fracaso clamoroso que Aragonès haya acabado convocando elecciones con un Ejecutivo en solitario, 100% de Esquerra a pesar del apoyo minúsculo de solo 33 diputados, los suyos, y ante la imposibilidad de aprobar los presupuestos.

También se ha hecho la lectura que, en realidad, Aragonès ha hecho buena la oportunidad que las cuentas no salieran adelante, facilitada por el golpe de genio o de teatro anti-Hard Rock de los comunes, y antes de afrontar males mayores, ante un panorama de final de legislatura terrorífico que el president y ERC no se han atrevido a encarar con una simple prórroga presupuestaria. ¿Por qué no lo ha hecho, si las cuentas de la Generalitat eran tan decisivas para tanta gente? ¿Dónde está el gato escondido de esta historia? En todo caso, las elecciones anticipadas son, en primer lugar, un fracaso monumental de Aragonès y su presunto gobierno "responsable". El del ordenado Pere Aragonès era el gobierno con que ERC tenía que demostrar y demostrarse que es capaz de gobernar y gobernar bien, a diferencia de la Junts imprevisible y radical de Carles Puigdemont. No lo olvidemos, cuando menos, porque esta propaganda por tierra, mar y aire —que todavía dura— cuesta millones de euros de las arcas públicas.

Ante el fracaso de los presupuestos, incluir a Junts entre los partidos "irresponsables" que no han avalado las cuentas negociadas con el PSC de Illa, después de haberlos expulsado del Gobierno ahora hace dos años, cuando son los comunes los que han tumbado las cuentas más sociales de la historia de Catalunya, suena a crisis pretripartito; pero sobre todo a la enésima declinación de la gran pulsión de siempre. Es decir, al odio cainita de siempre que el alma más resentida de ERC profesa a los que el viceconseller Sergi Sabrià, ascendido todavía no hace dos meses para dirigir esta campaña electoral desde el Palau, y después de que Aragonès fuera avalado como candidato sin previo aviso, suele llamar, con desprecio, "a los convergentes". Una vez más, la pulsión anticonvergente de ERC puede más que la voluntad de acuerdo y de tender puentes entre los dos partidos centrales del soberanismo... a beneficio del PSC.

Si Aragonès ha podido gobernar con 33 diputados gracias en buena parte a la "responsabilidad" de Illa, bien puede Illa pedir ahora a Aragonès que ERC se comporte como un partido "responsable" y deje gobernar al PSC

He ahí la factura. El PSC de Salvador Illa, que ha dado apoyo a los dos últimos presupuestos de Aragonès "por responsabilidad", es el partido que, con el adelanto electoral, tiene más números para ganar y quizás encabezar un gobierno que podría ser tan monocolor como el de Aragonès de estos dos últimos años. Al fin y al cabo, si Aragonès ha podido gobernar con 33 diputados gracias en buena parte a la "responsabilidad" de Illa, bien puede Illa pedir ahora a Aragonès que ERC se comporte como un partido "responsable" y deje gobernar al PSC si las urnas lo confirman como primera fuerza. El precio de la presidencia en diputados, o de la alcaldía de Barcelona en concejales, es tan bajo que Illa podría acceder a ella incluso si no levantara mucho el techo de los actuales 33 diputados que tiene, exactamente los mismos que ERC. De hecho, tampoco es descartable la ayuda de un PP que, según los sondeos internos de los partidos, va al alza —atraería electores de Ciudadanos que no fueron al PSC en 2021—, y que podría repetir con Illa la operación Collboni para evitar que un independentista presida la Generalitat. Y, más todavía, si ese independentista es un tal Carles Puigdemont.

No es descartable que el PP repita con Illa la operación Collboni para evitar que un independentista presida la Generalitat y, más todavía, si se trata de Puigdemont

Precisamente, Carles Puigdemont revelará los próximos días si encabeza la candidatura de Junts y si vuelve a Catalunya en plena campaña electoral, antes de que la ley de amnistía se publique en el B.O.E y, por lo tanto, a riesgo de ser detenido, o bien, si esperará a finales de mayo, momento a partir del cual, como sugirió, podría asistir a la investidura del próximo presidente de la Generalitat ya como amnistiado. El president en el exilio tiene disposición de volver, y hacerlo ya, esta vez sí, aseguran desde su entorno. Y si ERC, con la aquiescencia del PSC de Illa —la del PSOE no la tengo tan clara— ha aprovechado el calendario de la amnistía para impedir un retorno de Puigdemont en calidad de candidato de Junts, entonces es que Aragonès ha decidido inmolarse o confiar su última vida política a la ruleta rusa, a una única bala. Puede ser que un retorno de Puigdemont concentre voto españolista en el PSC de Illa, y que, a la vez, reagrupe y despierte voto independentista enfadado o dimitido (abstencionista) en Junts. Lo que parece bastante improbable, en cambio, es que refuerce a ERC. Claro que, conociendo el percal, no me extrañaría de que los republicanos acaben reivindicando también en campaña el retorno del hombre de Waterloo, su gran rival y archienemigo "convergente" gracias a su gestión de la amnistía, por más que esta no se haya desbloqueado hasta que él no ha considerado que había bastantes garantías para sacarla adelante.

Sea como sea, el primer fin de semana de (pre)campaña ha dejado la imagen de Puigdemont negociando con los emisarios de Pedro Sánchez en Suiza —cuarta reunión en secreto, revelada por El Nacional.cat—, con una agenda que ahora ya va más allá de la amnistía, mientras en Barcelona Illa y Aragonès protagonizaban dos grandes mítines casi sincronizados. El primero, en el congreso del PSC que lo ha ratificado como candidato, y, el otro, en un acto de la plana mayor de ERC para celebrar, con visible satisfacción, el truncamiento de la legislatura con un fondo de color verde esperanza.