En 1984 el faro de la Banya se trasladó del delta del Ebre a Tarragona, se restauró y se integró en el Museu del Port. Visible desde el paseo del Serrallo y la avenida del puerto, es uno de los símbolos del frente marítimo tarraconense. Es un faro histórico puesto en funcionamiento en 1864 en la punta de la Banya del delta del Ebre, lugar originario que le da el nombre. En 1988 fue reabierto y desde 2003 es también un espacio museístico dedicado a la historia y tecnología de los faros.
La función principal de los faros es servir como señales luminosas para ayudar a la navegación: indicar a los barcos la presencia de la costa o de zonas peligrosas; señalar puntos concretos de referencia; ser guía para la entrada a puertos o canales. Un faro, de noche o con mala visibilidad, ayuda al navegante a saber dónde está y a evitar peligros. Esta semana desde Tarragona se han emitido señales para la navegación de nuestro país, que desde hace un tiempo sufre de falta de visibilidad para orientarse. Si me disculpan el fácil juego de palabras con el nombre del faro, se han emitido señales sobre cuestiones en las que hay que "meter la banya" ('afrontarlas con determinación'). Retos ante los que hace falta determinación, persistencia y firmeza: el racismo y el odio contra los catalanes.
El martes, en la tertulia de El Matí de Catalunya Ràdio, viví en directo —ya que participo en ella— la entrevista que Frederic Vincent hizo a monseñor Joan Planellas, arzobispo de Tarragona y primado, en la que dijo: “un xenófobo no puede ser un verdadero cristiano”. Lo decía en respuesta a las posturas antiinmigración de Vox y a las críticas que Santiago Abascal hizo a la Iglesia por apoyar a la comunidad musulmana de Jumilla. “En esta materia dentro de la Iglesia no hay fisuras”. El arzobispo recordó lo que dice el Concilio Vaticano II sobre la acogida y el trato digno a los inmigrantes y subrayó que “migrar es un derecho, como también lo es no tener que migrar forzadamente”. Línea fijada y mensaje claro a la parroquia. Después de un tiempo en que muchos han echado en falta voces más claras dentro de la Iglesia catalana ante diversas situaciones, este mensaje del arzobispo ha sido celebrado por muchos. No se puede ser un verdadero cristiano y ser xenófobo o racista.
No se puede venir a un club catalán si insultas nuestra tierra o un día decidiste cagarte en todos nuestros muertos
Ese mismo día, por la tarde, el Club Gimnàstic de Tarragona emitió un comunicado oficial para explicar que el Club “ha decidido no formalizar el fichaje previamente anunciado de José Calderón Portillo”…, habían pasado cuatro horas desde el anuncio. En 2024 Calderón jugaba con el Córdoba y su manera de celebrar la victoria de su equipo ante el Barça Atlètic en el play-off de ascenso a Segunda División fue hacer un vídeo en redes sociales diciendo: “me cago en los muertos de todos los catalanes”. Estas declaraciones no habían sido el motivo directo para no contratarlo. Quizás a quienes debían hacerlo se les había pasado por alto y no eran conscientes de ello. El caso es que el Club reaccionó a la presión de los aficionados y en general. “El Club, que representa a una ciudad y una afición orgullosa de su historia, de su identidad y de sus valores, considera que cualquier incorporación debe estar alineada con el respeto, la unión y la responsabilidad social que nos caracterizan”. Este comunicado también ha sido celebrado por muchos. No se puede venir a un club catalán si insultas nuestra tierra o un día decidiste cagarte en todos nuestros muertos. Por más momento de euforia que fuera, por más disculpas que se pidieran.
En Catalunya hay cosas que no son negociables. No son imposiciones, al contrario. Si son innegociables es porque tienen que ver con el respeto, los derechos humanos y la libertad. Son elementos que nos definen como pueblo, como nación. Esto no debe confundirse con buenismo ni con pensar que todo vale y que la política no debe gestionar situaciones complejas. Ni debe confundirse con que se pida adscripción a un determinado sentimiento. Se exige respeto. Si en España alguien tiene tentaciones de “captar voto católico” haciendo posicionamientos políticos racistas o xenófobos, allá él: el nacionalcatolicismo franquista es una época muy oscura para ellos. La Iglesia catalana ya ha dicho que esto no puede ser. Si en España alguien cree que cagarse en los muertos de todos los catalanes es una manera habitual de expresarse y que la catalanofobia es una opción política que da resultados, allá él: el franquismo es una época muy oscura para ellos. El Nàstic ya ha dicho que esto no puede ser.
Según el emperador romano Adriano, Tarragona es la ciudad donde la primavera es eterna, “Tarraco, civitas ubi ver aeternum est”. Se refería a su belleza y buenas condiciones. Pero la primavera también es símbolo de renovación, esperanza y nuevos comienzos. De momento, esta semana nos ha hecho de faro, el faro de la Banya.