Por fin. Lo adelantó la agencia EFE, y lo confirmó La Moncloa. El Gobierno aprobará este viernes en Consejo de Ministros la fórmula jurídica para exhumar los restos de Franco del Valle de los Caídos. Y el PP votará a favor del decreto. No podía ser de otro modo. Lo contrario sería un disparate político, un error de la derecha que añadiría indignidad a más de 40 años de indignidad democrática. Pablo Casado no tiene intención de que se le acuse de permisivo con el culto al dictador. Mucho menos cuando Ciudadanos ya ha dicho que no pondrá objeción alguna.

No es cuestión de revanchismo ni de reabrir viejas heridas, sino de reparación, dignidad y justicia. Aún así, tantos años, y va el nieto de Franco y dice que “hay cosas más importantes” y que los decretos son para cosas “urgentes y necesarias”.

Al “nietísímo” deben parecerle pocos los 42 años de exaltación y enaltecimiento en el Valle de los Caídos. No hay país de nuestro entorno que hubiera tolerado semejante despropósito con quien pisoteó los derechos más elementales de sus ciudadanos. Ni lo hizo Alemania con Hitler ni Italia con Mussolini, pero en esta España nuestra los complejos de la izquierda siempre pesaron más que el respeto a los muertos durante la dictadura. 34.000 personas enterradas en un monumento construido por más de 20.000 hombres, la mayoría presos políticos, y nadie hizo nada. Hasta aquella ley de memoria histórica de hace 10 años se quedó corta para no incomodar demasiado a la derecha y a la Iglesia católica. ¿Por qué si no el 80 por ciento de su articulado fue apoyado por el PP en el Congreso durante la tramitación parlamentaria? 

Hoy es más necesario y más urgente que nunca que los restos de Franco sean trasladados, lo acepten o no sus familiares

Hoy es más necesario y más urgente que nunca que los restos de Franco sean trasladados, lo acepten o no sus familiares, quienes por cierto no quieren hacerse cargo de su cuerpo, pero sí aceptaron toda la herencia que acumuló el dictador de forma ilegítima.

Si España quiere pasar ya una de las páginas más infames de su historia, acabar con este falso debate y homologarse en decencia democrática con otros países que sufrieron también dictaduras, no puede demorar un día más la exhumación de los restos. El traslado es tan simbólico como imprescindible. Y dicho sea de paso, debería hacerse a luz del día, sin clandestinidad ni secretismo alguno para que el mundo vea que también, aunque tarde, somos capaces.

Solo así podrá prevalecer la verdad, la justicia y la reparación para que el Valle de los Caídos se convierta en un centro de la memoria, de paz y democracia. Y tan urgente y necesario como sacar al dictador de allí es sacar de las cunetas a las más de 100.000 personas que aún no han recibido una digna sepultura. Es una deuda histórica y solo son unos pocos, aunque ruidosos, los que se resisten a superar aquella etapa negra y a procesarla de forma madura.