Los catalanes que todavía creen en la fuerza de las urnas harían bien de reservarse el voto para más adelante, cuando la ocasión sea propicia. Los últimos diez años no han pasado en balde. Las urnas han ampliado los horizontes del país y han abierto algunas ventanas que no se habían tocado desde hacía siglos. 

Una cosa es que no nos guste el paisaje que vemos y otra que hayamos ido para atrás. Es porque hemos roto las costuras del imaginario colonial que el mundo se nos aparece de una forma tan cruda. Ahora podemos ver que la izquierda trabaja para que la prisión sea, para nosotros, más importante que la libertad, y que la derecha intenta convertir el exilio de Puigdemont (y el de Pujol) en la metáfora de nuestro patriotismo. 

Si dejamos que nos secuestren el voto, la democracia dejará de servirnos para pensar en el futuro y tomaremos decisiones cada vez más desesperadas. No podemos hipotecar las urnas para mantener dinámicas más perversas que nosotros, o para dar la confianza al primer granuja que pase. Una cosa es intentar consolar a un suicida para que no se lance por la ventana y otra lanzarse al vacío con él por sentimentalismo.

Si dejamos que nos secuestren el voto, la democracia dejará de servirnos para pensar en el futuro y tomaremos decisiones cada vez más desesperadas

El régimen de Vichy está pensado para que el país pierda los puntos de referencia y no sepa por dónde retomar su camino hacia la libertad. Para estabilizar el régimen oligárquico, España mirará de sembrar el caos hasta que Catalunya quede excluida de los debates políticos serios, igual que pasó en la Transición. Franco no habría durado casi 40 años si los políticos del país no hubieran abusado de su pueblo para salvar los pactos que los habían promovido.

Las filtraciones del Barça contra Messi, igual que las actitudes chulescas de los chicos de Junqueras, son meras expresiones del clima autodestructivo que España intenta imponer en Catalunya para poderla dominar mejor. Borràs dice que hará la independencia con 68 diputados por el mismo motivo que Aznar dijo que el 11-M era un atentado de ETA. Los políticos son capaces de decir cualquier cosa cuando se han pasado de listos y las mentiras no les dejan retroceder. 

En las circunstancias actuales abstenerse de votar en unas elecciones, o en dos, o en tres, no quiere decir dejar de creer en la democracia. Solo los idiotas se comprometen con la primera chica que les propone ir a la cama para olvidar un desengaño o para hacer ver que no tienen el corazón roto. Aprovechadillos como son de las miserias de los otros, los políticos del país han ayudado a España a hundir su propia credibilidad convencidos de que caerían blandos sobre los votantes. 

Dejadlos solos con sus comedias y esperad a ver el espectáculo. No temáis, que la última cosa que conviene a la unidad de España, y al proyecto chino de Madrid que la alimenta, es que la Generalitat caiga en manos del PSC. La mejor manera de proteger las instituciones de la rabia española es no contribuir a prostituirlas desvalorizando nuestro voto.