Laura Borràs es la versión catalanista de Inés Arrimadas. Nace del mismo caldo de cultivo de resentimiento y frustración y del mismo proceso de degradación intelectual que arrasó el unionismo durante los años anteriores al procés. Cuando los Félix de Azúa y los Eugenio Trías hubieron agotado su munición supremacista, solo quedó un desierto quinqui que nadie quería representar ni liderar.

El encumbramiento de Arrimadas no se entiende sin la rabia que los articulistas y los catedráticos unionistas fomentaron durante años, con sus aquelarres babélicos. El desierto que crearon fue tan grande que Madrid tuvo que enviar una versión con faldas de Lerroux para representar su voz. Arrimadas llegó como una solución de emergencia para salvar una malla de intereses corrompida por la pereza y el hedonismo.

Todavía recuerdo la cara de asco que hacía Andrea Levy cada vez que escuchaba el nombre de Arrimadas. La cara de Levy me hacía gracia porque era inocente y genuina y me permitía ver con claridad la humillación que Arrimadas representaba para los estetas españoles que llevaban años pontificando sobre la libertad desde tronos cautivos. Cuando Levy vivía en Barcelona tendía a ir con socialistas catalanes y con convergentes porque los españolistas o bien eran de una pedantería infumable o bien estaban por civilizar. 

Arrimadas puso la guinda a un proceso larguísimo de brutalitzación del público unionista. Cuando la conocí, el invierno de 2012, me hizo el mismo efecto que Borràs, que había conocido un año antes en un programa de Catalunya Ràdio sobre François Rabelais. Las dos llevaban los apuntes perfectamente aprendidos y los recitaban sin ningún escrúpulo, como las estudiantes más aplicadas. Cuando podían dejaban caer una mirada de pantera sin brillo, pretendidamente seductora. 

Borràs es una caricatura de las carencias culturales de la Catalunya independentista, igual que Arrimadas era una caricatura de las carencias culturales de la Catalunya unionista

Me hace gracia que algunos articulistas intenten elevar a Borràs hablando de su supuesto maquiavelismo y de sus ganas de ganar. Me recuerdan a los esfuerzos que hicieron algunas grandes figuras de la prensa, curadas en los mejores restaurantes de Barcelona, para empatizar con la vulgaridad seca de Arrimadas. Son cosas que pasan cuando una lengua renuncia a buscar la verdad y la inteligencia.

Borràs es una caricatura de las carencias culturales de la Catalunya independentista, igual que Arrimadas era una caricatura de las carencias culturales de la Catalunya unionista. Borràs es un producto de la historiografía chocha del hijo de Martí de Riquer y de J.B. Culla, de los libros de Marc Álvaro sobre las victorias procesistas y de las teorías rocambolescas de Jordi Amat sobre el pujolismo; es fruto del sectarismo lucrativo de Maria Bohigas y Oriol Soler, y de las rendiciones manieristas de Quim Monzó y Bernat Dedéu.

La candidata de JxCat tiene una misión clara y con fecha de caducidad, igual que Arrimadas, que se marchó a Madrid después de ganar las últimas elecciones para que el PSC pudiera recuperar su parte del pastel autonómico. Igual que detrás de Arrimadas solo había el PSC empequeñecido de Salvador Illa, detrás de Borràs solo hay las ruinas de la CiU de Artur Mas. Borràs trabaja para Puigdemont y Puigdemont trabaja para su partido de toda la vida, que incluye a Àngels Chacón, Marta Pascal y Roger Montañola.

Borràs es la Feria de Abril catalana barnizada de cultureta. Está pensada para impresionar a las señoras, igual que Arrimadas venía con el título de ADE, para deslumbrar a los quinquis. Con Borràs, los que lamentaban que Jordi Pujol hubiera folklorizado el país cediendo Barcelona y la cultura a los socialistas tendrán ahora más motivos para lamentarse. 

Igual que Arrimadas, la candidata de JxCat es al patriotismo lo que Isona Pasola es al feminismo, confusión y moscas entre los escombros. Solo una élite obscurantista puede celebrar que la primera presidenta del Ateneu haya sido nombrada a dedo por una pandilla de hombres. Borràs es la réplica de este fenómeno en la política autonómica, la formulación catalanesca del famoso atado y bien atado. La versión nacionalista del falso antifranquismo progre. El nihilismo de la Gauche Divine con barretina. 

El resultado de lo que pasa cuando los que tienen que defender la cultura se rinden ante la violencia política —o se aprovechan de ella.