“Efectivamente, hay una guerra de clases y los míos la van ganando por goleada”

Warren Buffett

No tengo ni idea de fútbol. No me gusta. No lo sigo. Es más, siempre me ha parecido una presencia inquietante en mi vida que me secuestraba tiempo y actividades en función de los gustos de mis maridos, parejas y amantes. No es lo mío el fútbol, pero cuando aún nos podíamos mover estuve invitada en la Universitat Progressista d’Estiu a una mesa redonda, con el profesor Queralt, recuerdo, y a la entrada habían montado una espectacular mesa de venta de libros. Esa tentación sí que no he podido resistirla nunca. Esa y alguna otra que no viene a cuento, aunque viniera con partido de fútbol adosado.

Compré una bolsa de libros y entre ellos uno titulado La secesión de los ricos, de Ariño y Romero, que leí con mucho interés en su día. Es quizá por eso que me ha venido a la cabeza inmediatamente al enterarme de qué iba esto de la Superliga. No es este mío un análisis para forofos, sino para curiosos de los fenómenos que vivimos y de lo que pueden representar. En un mundo en el que las élites ricas ya se han independizado de las sociedades en las que viven, este nuevo proyecto no me parece sino una nueva muestra de la lógica de la concentración de la riqueza y la consagración de la inevitabilidad de los mercados. El “proceso de desanclaje financiero, económico, político, cultural, moral y residencial de las élites en relación con la sociedad en la que estaban nacionalizadas” se amplía ahora a los grandes clubes, que son máquinas de hacer dinero, y lo han hecho a las grandes tecnológicas, las GAFA, a las que ningún estado es ya capaz de controlar. Vendrán más. La cuestión es si esa secesión que puede practicar el dinero con su poderío o su soberbia, y que no pueden practicar los pueblos o los sentimientos nacionales, es digna de ser aplaudida por quienes quizá acaben siendo sus víctimas.

Insisto en que de fútbol no sé nada, más allá de que juegan 11 contra 11 y que tienen que meter el balón en una portería. Desde esa postura ingenua pero alejada de todo forofismo o interés personal escribo todas estas reflexiones que no son sino preguntas. Soy curiosa. Me choca este cierre de filas o este silencio catalán con una iniciativa que tiene como cabeza visible indiscutible la de Florentino Pérez, el presidente del centro en la sombra, la más clara encarnación de lo que desde Catalunya u otros lugares se llama difusamente “Madrid”.

Pensaba que cuando sufrían con sus equipos, cuando los jaleaban y gozaban con sus triunfos, lo hacían por algo que iba más allá de la lógica del mercado

He estado por ahí leyendo e informándome y héteme aquí que esa historia no es nueva ni tiene su origen en la crisis del coronavirus ni nada que se le parezca. Los periodistas de varios países que investigaron los correos del llamado Footballs Leaks ya detectaron movimientos para crear esta Superliga en diciembre de 2015. A partir de esa fecha, en plena efervescencia del procés en Catalunya, el director general del Real Madrid ya recibió un correo del abogado de Nueva Jersey Stillitaro, diseñando lo que acabamos de conocer. En 2016 se forma el núcleo duro del proyecto con el Real Madrid, el Barça, el Bayern y la Juventus y se ofrece a Milan, Manchester y Arsenal. Así que la secesión de los clubes ricos ya se estaba fraguando cuando sobre el papel algunos de ellos eran la cara visible de las posturas enconadas entre el centralismo madrileño y la opción independentista catalana. A mí me resulta curioso, al menos, pero es que yo no sé nada de fútbol, como ya les he comentado. Mientras unos eran perseguidos por sedición, el Madrid y el FC Barcelona se estaban secesionando a su manera.

Todo esto va a merecer atención de todo tipo. En Madrid ya se han empezado a movilizar todos los tentáculos de Florentino, porque decir Florentino es decir Madrid mucho más que decir Ayuso. Es impensable que esta cuestión no cobre un sesgo político ahora que Macron y Johnson se han mostrado totalmente contrarios a este pulso a los estados, porque lo es, y que el Bayern se ha descolgado del grupo y Pedro Sánchez, tímidamente, muy tímidamente se ha puesto de su lado. Menudo marrón ahora. ¿Los líderes europeos o la fuerza viva que representa Florentino?

Vamos a empezar a ver cosas que a lo mejor no hemos visto ni con Juan Carlos I. Ya lo comprobarán. Lean y miren los medios madrileños estos días, porque ya no será sólo cuestión de la cosa de la Superliga, sino de quién la comanda. De momento, un juez de lo mercantil le acaba de hacer una triple y cautelarísima reverencia. Eso significa que sin oír a las otras partes, le ha dicho a Florentino y a su Superliga que sí, que venga, que todo lo que él diga. Que le prohíbe a la FIFA, a la UEFA y al lucero del alba que tomen medidas y que ni tan siquiera las anuncien. Es un auto un poco loco que yo creo que será modificado en el recurso y es un auto del juez que come con la líder de Vox Macarena Olona, y dice que ésta es la esperanza blanca de la independencia judicial. Ya ven que tiene un criterio particular, el magistrado éste. Ahora que le ha llegado su momento de gloria ha maniatado de golpe a todos para dar vía libre a los clubes secesionistas y ha conminado a todo el mundo mundial a estarse quieto. Eso le dará caché en lo que ustedes llaman Madrid y yo los círculos de poder. Yo no entiendo de fútbol, pero ya les digo que esto va a ser un despliegue de fuerzas vivas.

Algunas voces he oído por ahí que sin ser muy explícitas tienen claro cuál es el problema de que los clubes ricos se independicen de las naciones y de los nacionales, o sea, de sus aficiones. "El deporte no es deporte cuando no hay relación entre esfuerzo y premio. No es deporte si no importa perder. No es justo si un equipo lucha y lucha y luego no se puede clasificar porque el éxito solo está garantizado para unos pocos clubes”, ha dicho Guardiola. En esa misma línea se han pronunciado los líderes europeos y no pocos clubes importantes y modestos de Francia y otros países. Aquí, sin embargo, encuentro una extraña coincidencia de opiniones, pero, ya les digo, yo de fútbol no tengo ni pajolera idea.

Yo lo que veo y me apena es cómo todo es ofrendado en el altar del dios dinero. Pensaba que cuando sufrían con sus equipos, cuando los jaleaban y gozaban con sus triunfos, lo hacían por algo que iba más allá de la lógica del mercado.

La secesión de las élites se comenzó a conformar con el neocapitalismo y parece que avanza incluso mientras los demás nos ocupamos de cosas más prosaicas.

Seguiré sin saber de fútbol, pero otras cosas las huelo a la legua.