Esta semana se ha producido una no-noticia sobre el puesto de trabajo que ocupaba una persona juzgada por acoso. Si le parece bien, le hago una recopilación de titulares con varias maneras de definir (o de calificar) la persona absuelta:

Como ve, tenemos diferentes conceptos: "jefe de departamento", "uno de los jefes de una tienda", "el jefe de una tienda" (dos veces), "jefe de unos grandes almacenes" y "jefe de unos grandes almacenes". Y estos grandes almacenes, el nombre de los cuales no aparece en ninguno de los titulares vistos, pero sí en el texto, en algunos casos ni aparece en la noticia:

En cambio, un medio (uno) sí que optó por citar el nombre, al menos en el segundo de sus subtítulos:

Esta desaparición del nombre de los famosos grandes almacenes en las informaciones provocó la denuncia de algunos medios, digamos "alternativos", que no vieron bien tantos eufemismos:

El caso me ha interesado mucho desde el punto de vista mediático. Sobre todo porque sirve para hablar de la siempre complicada relación entre información e intereses publicitarios. Yo, medio de comunicación, ¿tengo libertad para informar de las empresas que me ponen anuncios? Yo, empresa, ¿si pongo mucha publicidad en los medios, me estoy garantizando una cierta inmunidad? Yo, medio, ¿puedo criticar libremente una empresa que me pone publicidad sin miedo a recibir consecuencias?

Y centrándonos en este caso concreto, me gustaría compartir con usted varias preguntas:

¿Era realmente relevante poner el nombre de los grandes almacenes en el titular para entender la noticia? ¿No ponerlo restaba información a los lectores? ¿El nombre de los grandes almacenes aportaba una información necesaria? ¿Si la cosa hubiera sucedido en otra gran empresa, por ejemplo del grupo Inditex, habría habido el mismo debate y la misma polémica? ¿El Corte Inglés carga con la cruz (junto con McDonalds y ahora Starbucks) de estar tradicionalmente asociado a la idea de "capitalismo al cual hay que combatir" por los grupos "alternativos"? Y la gran pregunta: ¿la omisión ha sido voluntaria o inducida? ¿Y si es así, la marca es consciente de que esta hipótesis le puede perjudicar porque se puede instalar en los clientes la idea de que ha influido en los medios?

Y aquí conviene recordar dos cosas situadas en los polos opuestos de la balanza. La primera del 26 de marzo del 2003, durante la manifestación contra la guerra de Iraq en BCN. Un grupo incontrolado, de aquellos que siempre aparecen de no se sabe dónde, decidió asaltar y saquear El Corte Inglés de Plaça Catalunya, considerando que era ejemplo de no-sé-del-todo-qué. Y se produjo la famosa imagen de uno de los manifestantes huyendo con un jamón bajo el brazo.

Y la segunda es de cuando el atentado de ETA en Hipercor. Los redactores de los medios de comunicación recibieron órdenes de evitar decir que Hipercor era una empresa de El Corte Inglés y, por lo tanto, que se asociara una marca con la otra. Y eso, muchos periodistas todavía lo recuerdan como si fuera ahora.

Pero hay más. El papel de las agencias de noticias. Su trabajo es servir la noticia tal cual. Sin interpretaciones, ni intenciones, ni cosecha propia. Una noticia de agencia tiene que explicar lo que ha pasado y punto. Pero últimamente vemos que, quizás por la presión de hacer atractiva la información y vender más, los titulares de agencia ya salen de fábrica con literatura. Y también observamos que, a veces, el titular no tiene nada que ver con la información porque sólo es un cebo. Y añadamos a eso que muchos medios digitales consideran que hay que ofrecer una noticia nueva cada 30 segundos y que, para conseguirlo, se dedican a hacer un copiar-pegar de cualquier noticia que les llegue sin ni mirarse si lo que dice es correcto y, por supuesto, sin ninguna intención de hacer un redactado propio. Sólo hace falta que tenga un titular que enganche y que pueda proporcionarles clics rápidamente. Por eso la moda esta de ver exactamente al mismo titular en varios medios (aquí el ejemplo es el Diario de Navarra y El Periódico) y algunas veces con imprecisiones, interpretaciones erróneas o directamente manipulaciones.

Escribir artículos de oído

Le presento a un articulista de El Español, el diario de Pedro J., y un fragmento de un simpático artículo que publicó el jueves pasado, seis días después de que se produjera el discurso que le encendió tanto:

 

Todas las opiniones tienen que ser respetadas, por muy opuestas a la tuya que sean. La discrepancia enriquece porque te estimula a buscar argumentos y a razonar. Un mundo donde todo el mundo pensara igual sería terrible. Ahora bien, que la parte subrayada de este artículo sea la más cierta de todo el resto de afirmaciones excretadas, demuestra el nivel.

Todo el mundo puede cambiar de opinión, por supuesto

Y, hablando del diario de Pedro J... Hace unos días llegó a un acuerdo de colaboración con Crónica Global, editado en BCN y, por lo tanto, catalán. Y su director, Xavier Salvador, celebró en Twitter esta alianza. Problema: la gente empezó a buscar tuits anteriores de Salvador y encontró uno del 2011 donde no se mostraba nada partidario de Ramírez:

 

La verdad, no entiendo este ensañamiento. Todo el mundo tiene derecho a evolucionar, a pensar cosas diferentes, a darse cuenta de que quizás la realidad no es cómo pensaba. Por lo tanto, viva los cambios de opinión y, sobre todo, no hace falta que repaséis vuestra TL para borrar según qué porque seguro que hay gente que ya lo ha capturado... 

De Twitter no desparece nada.