El debate que se ha generado esta semana a raíz de las palabras —desafortunadas en mi opinión— de la ministra de Igualdad, Irene Montero, ha hecho que los asuntos a tratar sean de lo más dispares. 

Sobre todo, porque el desatino en comunicación de Montero ha puesto el foco sobre las relaciones sexuales entre niños, y sobre el hecho de que un adulto pueda tocarles con su consentimiento

Desde Podemos insisten en decir que todo el conflicto y escándalo generado ha sido por la “manipulación de Vox”, cuando en realidad, lo que ha sucedido es que la ministra ha dicho literalmente lo que ha dicho. Aunque también es cierto que sus palabras estaban en un discurso en el que deberían ser contextualizadas. Pero lo que dijo es un hecho y no hay manipulación al respecto, por mucho que se enciendan los podemitas ante semejante barbaridad expresada por la ministra. 

Aceptamos su intento de explicación, pero, en cualquier caso, sería interesante reconducir las iras para tratar que, de todo esto, pueda salir algo positivo, sobre todo porque la cuestión fundamental es la educación sexual de nuestros hijos. Y no es un tema sin importancia. 

Me pregunto por qué parece ser tan complicado exponer a la sociedad la importancia de la educación sexual desde edades tempranas, sin tener que esperar a la adolescencia. Lo que se aprende desde pequeños, bien pequeños, se asimila con naturalidad, se integra en nuestro conocimiento y nos permite crecer sin complejos, sin sombras, sin tabúes, y sobre todo, también, sabiendo lo que nos puede perjudicar. Por eso estoy segura de que introducir en la educación de los más pequeños cuestiones fundamentales y básicas que afectan a su libertad, a su desarrollo emocional y a su personalidad es positivo y es necesario. 

Lo que se aprende desde pequeños, bien pequeños, se asimila con naturalidad, se integra en nuestro conocimiento y nos permite crecer sin complejos, sin sombras, sin tabúes, y sobre todo, también, sabiendo lo que nos puede perjudicar

Es importante, obviamente, que quienes impartan la formación sobre educación sexual sean profesionales y tengan muy claro que hay que tener especial sensibilidad a la hora de abordar cuestiones que tienen muy diferentes maneras de entenderse en el ámbito familiar. Nadie puede negar el poso de la religión, la tradición y la cultura en lo que a la visión de la sexualidad se refiere. Y por ello, es fundamental que aquello que deberían enseñarles a nuestros hijos sea contenido que a nadie pueda hacerle sentir alarma. 

Tengo la sensación de que desde el ministerio de Igualdad se ha querido abordar este tema sin tener en cuenta en muchos casos la realidad social en la que convivimos con distintas familias, de distintas realidades, con muy diferentes visiones de lo que es y debería ser la sexualidad. Meterse de lleno y tratar de imponer no es el mejor camino para buscar el objetivo que de verdad debería importarnos: que nuestros hijos sepan entender que las relaciones sexuales son algo natural, que tienen riesgos y que es necesario aprender a hablar de ello para así poder plantear preguntas sin miedo y pedir ayuda cuando sea necesario. 

La sexualidad es un tema que en muchas familias es incómodo abordar. Al menos en nuestra sociedad, durante mucho tiempo, de esto no se hablaba, todo estaba rodeado de un halo de pecado y de oscurantismo, de culpa y de miedo, que no ha ayudado en absoluto a evitar abusos, enfermedades y embarazos no deseados. 

Durante mucho tiempo, de esto no se hablaba, todo estaba rodeado de un halo de pecado y de oscurantismo, de culpa y de miedo, que no ha ayudado en absoluto a evitar abusos, enfermedades y embarazos no deseados

Cuanto más escondido esté el tema, mayor interés suscitará en los pequeños a medida que vayan creciendo. Y más pronto que tarde, llegarán por su cuenta a “descubrir” aquello que nosotros no nos hemos atrevido a mostrarles, y muy probablemente, lo que se encuentren pueda ser lo menos recomendable para ello. Estoy pensando al escribir esto en la pornografía, de tan fácil acceso en estos días para cualquiera “gracias” a internet. 

Muchas veces los padres no somos conscientes del material que está al alcance de los ojos de nuestros hijos. Pensamos que las barreras y los filtros son eficaces, pero en realidad, no es así. Y como en muchos casos los niños saben que no se puede hablar en casa de estos temas, porque generan incomodidad en demasiados casos, evitan preguntar y comentar lo que han visto. Más adelante, es muy probable que se les ocurra dar el paso y “probar” pensando que aquello puede ser divertido. 

No querer saber sobre un tema no significa que el asunto no exista. Y créame que los adolescentes tienen acceso a una cantidad de imágenes, vídeos y material en internet que no imaginamos. 

Los “retos”, los “juegos” y las burradas que proliferan entre los adolescentes tienen mucho que ver, precisamente, con la falta de conocimiento sobre la sexualidad, y con la facilidad al acceso de material pornográfico sin filtros. Sirva como apunte que en plataformas a las que los jóvenes acceden, que en muchos casos no tienen ni la más mínima seguridad para evitar el acceso a menores, pueden llegar a verse violaciones reales y abusos gravados a víctimas. Imagínese qué idea puede tener un crío si esa es su primera aproximación a una relación sexual. 

Nadie quiere que sus hijos puedan verse en una situación de abuso y no sean capaces de defenderse de ella. Pero para ello es fundamental que sepan identificar esa situación como inaceptable. ¿Cuántas veces, las víctimas ya adultas que sufrieron abusos en su infancia, pensaban que aquello que les estaba sucediendo era normal? ¿A cuántos les amenazaron para que no dijeran nada, cargando durante años con la duda de saber si se habían portado correcta o incorrectamente?

El silencio en un asunto tan importante no puede ser opción. Nuestros hijos tienen que conocer que la sexualidad es una faceta de sus vidas, positiva, placentera y que se ha de abordar con responsabilidad. Que el respeto a uno mismo y a los demás es clave para que el sexo no nos haga daño. Y que, en caso de duda, es fundamental informarse antes de dejarse llevar. 

Es imprescindible crecer sabiendo qué herramientas tenemos para protegernos, para decir que no, para salir corriendo en una situación comprometida

Es imprescindible crecer sabiendo qué herramientas tenemos para protegernos, para decir que no, para salir corriendo en una situación comprometida. Y que tenemos que denunciarlo. Sea quien sea quien haya intentado traspasar la línea roja. Cuanto antes sepan todas estas cuestiones, más fácilmente lo entenderán y estarán preparados para crecer como adultos sexualmente sanos y responsables. 

Pero, por supuesto, hay una faceta fundamental de la que también hay que hablar: no son solo los niños quienes necesitan de educación sexual. Somos, fundamentalmente los adultos, quienes necesitamos que se nos informe de un asunto del que nadie nos ha querido hablar. Y que no sirve pensar que, en base a nuestra experiencia, ya sabemos lo suficiente. En absoluto. 

La sexualidad es una dimensión de las personas fundamental que ha quedado siempre pendiente de ser explorada y conocida. Es un tema del que rara vez se habla y del que, además, no nos atrevemos a preguntar generalmente. Y por ello, hay enfermedades, hábitos y costumbres que deberíamos conocer principalmente por nuestra propia salud. Y también, claro está, porque la sexualidad es una dimensión de la persona que muchas veces está llena de bloqueos que no nos permiten sentir placer, ni querernos, ni querer a los demás. Y eso, sin duda, es triste y grave. 

¿Dónde está el problema, entonces? Sinceramente creo que, para poder abordar todas estas cuestiones, lo que hace falta es una enorme sensibilidad, unas grandes dosis de respeto hacia todos los que sientan recelo y tengan miedo, o sencillamente rechazo, y esto es precisamente lo que desde el Ministerio de Igualdad, no solo no se ha hecho, sino que más bien parece haberse apostado por todo lo contrario. Escandalizar, estirar demasiado de la cuerda, y hacer que todo salte por los aires. Y al final, como siempre pasa, lo importante sin hacer, que es abordar entre toda la sociedad la urgencia de educar de la mejor manera posible a nuestros hijos para que crezcan felices.