La desaparición de la cúpula del grupo de mercenarios ruso Wagner, con Yevgueni Prigozhin al frente, a raíz del misterioso accidente de avión de hace unos días, no solo está rodeada de muchos interrogantes, sino que genera desconfianzas y abre la puerta a todo tipo de interpretaciones, incluso de especulaciones.

De hecho, las declaraciones de Vladímir Putin en la TV rusa en las que, por una parte, criticaba a Prigozhin por "haber cometido errores importantes a su vida", pero que, por otra parte, afirmaba la "contribución significativa" que el mercenario y su grupo habían hecho en las operaciones militares en Ucrania y lo destacaba como "hombre de talento también en el ámbito de los negocios" todavía han generado más confusión, también entre los observadores más acostumbrados a seguir el Kremlin.

Unos recelos que serán difíciles de desvanecer cuando, por una parte, el portavoz de Putin, Peskov, ha hablado de la posibilidad de que el accidente del avión fuera una "atrocidad deliberada" y, por otra, negara una posible investigación internacional, al considerarlo un asunto exclusivamente ruso y que ya está siendo abordando adecuadamente. Ahora bien, resulta que el Comité Interestatal de Aviación, el organismo que habitualmente investiga los accidentes de esta naturaleza en varios países exsoviéticos, incluida la Federación Rusa, se ha inhibido en este caso. Y lo ha hecho, eso sí, a favor de otra indagación que —también excepcionalmente— reporta directamente a Putin de la evolución de todos los detalles de la misma.

En cualquier caso, lo que es evidente —en medio de lo que parece ser una campaña de desinformación bastante bien orquestada— es que lo que rodea a Prigozhin y al Grupo Wagner, especialmente a partir del extraño amotinamiento del 23 de junio pasado que lo condujo a poco más de 200 kilómetros de Moscú, está lleno de acontecimientos anormales y desconcertantes, difíciles de interpretar.

Por una parte, el propio amotinamiento, que no duró ni 24 horas, y que fue parado por la misma persona que lo había iniciado, Prigozhin, a pesar de no encontrar prácticamente resistencia y situar a sus tropas casi en las puertas de la capital. Es más, según se dijo en aquel momento, el motín se detuvo por un acuerdo —mediado por el presidente bielorruso Lukashenko— que el mismo Prigozhin ignoraría en cuestión de días. Uno de sus puntos clave, el supuesto exilio del líder de Wagner en Bielorrusia, no duró ni una semana, y es sabido que en los últimos dos meses, Prigozhin ha estado viajando sin muchos impedimentos por varios lugares de Rusia y de África, donde su grupo tiene desplegadas operaciones de todo tipo en varios países.

Pero todavía fue más desconcertante conocer, que, pocos días después del mencionado levantamiento, Putin —a pesar de haber sido puesto en evidencia por Prigozhin— lo recibió, a él y a unas cuantas decenas de mandos de Wagner, y mantuvo una larga reunión con ellos. No trascendieron muchos detalles de dicho encuentro, pero sí que se ha sabido que Prigozhin rechazó la oferta para que sus mandos siguieran luchando en el frente ucraniano. Para algunos observadores, esta reunión fue una prueba más de la debilidad de Putin, incapaz de parar por la fuerza al jefe de Wagner. Para otros, una evidencia más de que las formas de funcionar del poder y la élite rusa actual responden más a una lógica de funcionamiento mafioso que al funcionamiento clásico derivado de la razón de estado.

Solo el tiempo nos podrá decir si este "accidente" finalmente ha reforzado o debilitado a Putin

Pero también confunde el propio hecho del accidente del avión, tan evidente para unos, menos claro para otros. Primeramente, por el simple hecho de que toda la cúpula de Wagner viajara en el mismo avión. Siendo conocedores del gran número de enemigos que se había ido creando este grupo mercenario en los últimos años, tanto fuera como dentro de la Federación Rusa, sorprende que no tomaran más precauciones en sus desplazamientos. Y más ahora, que parece que el propio Prigozhin era consciente de la situación en la que se encontraba.

Como también extraña la rapidez con la que todo se ha investigado y se han podido obtener las "certezas" con respecto a las identidades de las diez personas que habrían muerto en el accidente, empezando por Prigozhin, pero siguiendo por los otros seis miembros de la cúpula de Wagner y los tres miembros de la tripulación del avión. Especialmente, si tenemos en cuenta que no es la primera vez que se da por muerto a Prigozhin en accidente de avión. Ya sucedió en 2019 en África, información que el tiempo acabó desmintiendo.

El secreto con el que se han realizado los funerales, aunque en parte comprensible, si tenemos en cuenta la sensibilidad política y de seguridad del tema, tampoco han contribuido a clarificar la cuestión. Y solo el tiempo nos podrá decir si este "accidente" finalmente ha reforzado o debilitado a Putin.

Para la mayoría de los analistas, un incidente tan abierto, dramático y evidente es una muestra de que, a pesar de las dudas surgidas en los últimos meses, el liderazgo de Putin sigue siendo completamente sólido y sin resquicios. Para otros, Putin quedó este verano muy debilitado al mostrarse incapaz de controlar, o frenar por la fuerza, a Prigozhin y su entorno. Y aún lo estaría más ahora, ya que el abrupto fin de los líderes de Wagner puede provocarle la pérdida de los apoyos de los sectores nacionalistas más radicales, partidarios de pagar el precio que haga falta para asegurar la victoria rotunda de Rusia en la invasión, en gran parte fallida, de Ucrania.

De todo ello, lo que menos extraña, sin embargo, son las fechas en las que ha ocurrido. El mes de agosto, cuando la atención mediática es de las más bajas, es un buen momento para resolver dosieres incómodos. O eso dicen algunos especialistas en el ámbito de la comunicación.

No hay que olvidar, tampoco, que el cambio de estrategia del Kremlin en la guerra de Ucrania —que reduce notablemente la necesidad de los servicios de los mercenarios de Wagner— también podría ser un factor que ayude a entender el contexto actual. De hecho, mientras Moscú mantuvo una estrategia de guerra ofensiva (en gran parte fallida), la dependencia de los mercenarios era mucho más alta que ahora, tal como se probó en la batalla de Bajmut. A partir del momento en el que Rusia se ha atrincherado en los territorios ucranianos que ha podido ocupar y mantener, y ha optado por una estrategia defensiva, la situación ha mejorado para los intereses de Moscú. En este nuevo contexto, en el que el Kremlin buscaría consolidar las ganancias territoriales logradas por Rusia de cara a unas eventuales conversaciones de paz; la dependencia de los mercenarios del desaparecido Prigozhin son prácticamente nulas, sobre todo cuando la esperada ofensiva ucraniana no ha resultado muy exitosa, a pesar de disponer de los tan anhelados carros de combate de fabricación europea: Leopard II y Challenger.

Sea o no sea así, en este asunto son muchas más las dudas que las certezas, y cuantos más días pasan la "bruma de la guerra", como decía Clausewitz, lo confunde todo todavía un poco más. El tiempo será quien nos hará inteligibles, o no, los muchos claroscuros y hechos insólitos de estos días.