Las declaraciones del excomisario Villarejo sobre las vinculaciones del CNI con el atentado de Barcelona y Cambrils de agosto de 2017 van en la línea de confirmar lo que ya era una clamorosa sospecha: la intención del aparato estatal de "hacer daño" a Catalunya y, si puede ser, sin que se sepa muy bien de dónde vienen las desgracias. Y esta fue grande y dolorosa. 15 muertos y más de 100 heridos, contando a las 13 víctimas de la Rambla, más la de Cambrils, más el apuñalamiento en Sant Just Desvern.

Tanto en este caso como en el de toda la Operación Catalunya, la idea que hay detrás es la de ir contra todo el país y su gente. Pensad si no cuando el ministro Fernández Díaz fardaba de haber destrozado el sistema sanitario catalán. O cuando año tras año, desde siempre, no se ejecutan los presupuestos estatales de inversión en Catalunya. No se distingue en ningún caso entre independentistas o no independentistas. Ni teóricamente ni en los ataques o decisiones políticas. Catalunya es un territorio y la gente que lo habita, y contra estos se dirigen las acciones. Estamos toda la ciudadanía metida en este saco. Guste o no. Da igual lo que votes o de dónde vengas. Si paseas por la Rambla o tienes que ir al médico en cualquier pueblecito o ciudad de Catalunya o circulas por alguna de las carreteras catalanas, deberías ser consciente de que tienes todo un aparato estatal de poder público que te quiere mal o, en el mejor de los casos, digamos que no te quiere bien. Y no sabe qué piensas ni le importa. Sabe que estás en Catalunya y, por lo tanto, eres Catalunya. El enemigo a batir. A someter. Y precisamente este Estado es el que tú ayudas a mantener cada mes pagando los impuestos. Es el poder público en quien confiamos para regular nuestra convivencia en común.

Si paseas por la Rambla o tienes que ir al médico en cualquier pueblecito o ciudad de Catalunya o circulas por alguna de las carreteras catalanas, deberías ser consciente de que tienes todo un aparato estatal de poder público que te quiere mal 

Está claro que esto no puede ser. ¿Qué más nos tiene que pasar para caer del nido? No podemos esperar más comprobaciones que no llegarán. Recordemos que precisamente no se dejó que declarara el excomisario Villarejo en la Audiencia Nacional en la causa del atentado del 17-A, y que se le ha denegado al Congreso hacer ninguna investigación sobre este tema. Sin hablar de la represión generalizada que sufre el país.

No es nuevo. Hace siglos que estamos así. El plan para hacer la independencia de Catalunya no salió bien en 2017, pero no quiere decir que no lo podamos volver a intentar. Tampoco sería tan difícil. Y para que no se diga que sólo nos quejamos, aquí va una propuesta, tan buena o mala como cualquier otra:

  • Los partidos independentistas abandonan ya el Congreso y el Senado de Madrid.
  • El Parlament declara persona non grata al Rey, símbolo del estado español.
  • Se preparan para final del año 2022 o principios de 2023 elecciones en el Parlament de Catalunya. También se pueden hacer coincidir con las municipales. Tiempo de sobra para no sé exactamente qué negociaciones.
  • El mismo día de las elecciones en el Parlament se hace un referéndum de independencia, si se quiere, puede ser de ratificación del 1 de octubre, organizado por una plataforma de entidades. Si el Barça lo ha hecho, también lo pueden hacer otros entes privados.
  • Si coincide mayoría independentista en el Parlament y resultado del referéndum, se declara la independencia, y se asumen las reacciones.

O eso o seguir viviendo con el culo apretado. Seas unionista o independentista.