Un amigo mío, profesor de la Universidad de Girona, no se alarma porque sí. Tiene una niña de cinco años que todo el día le canta en español. “Algún animal ha decidido que la televisión catalana se quede sin programación infantil. De modo que los dibujos animados, las canciones, el consumo de contenidos infantiles en catalán ha desaparecido de la televisión. Y en la guardería el español no lo rechazan no sé en nombre de qué. Por ahí empieza la españolización de nuestros hijos, la amenaza del ministro Wert tiene aliados activos y pasivos en Catalunya.” Tiene numerosos aliados, efectivamente, se me ocurren, esos falsos intelectuales independentistas que aseguran que la separación de España será más dulce si la realizamos en español. Si los catalanes de cultura española no se sienten amenazados votarán independentismo. Son tan arrogantes y absurdos que creem que la españolada es boba, que no nos tiene retratados hace años y más años, que aún no sabe de memoria como somos y que los engañaremos con algo de teatro malo, que es el teatro de los políticos. El españolismo contemporáneo, al menos desde el 18 de julio de 1936, tiene como uno de sus rasgos fundamentales y fundadores el anticatalanismo, y si no me creen menos lean lo que decía el general Franco. Buscan la destrucción del hecho vivo de Catalunya, la aniquilación de la lengua y de la cultura, la españolización radical de los habitantes, la colonización del territorio, el secuestro de cualquier sociedad dinámica del estado que no piense, respire y sueñe postrada a la manera islámica, de cara a Madrid y de culo a las minorías. El anticatalanismo no es un accidente, es fundamental para el españolismo, del mismo modo que sin antisemitismo no hay nazis de verdad. O sin negros no surge ningún Ku Klux Klan. Seguro que habrá personas que juzgarán exagerada esta comparación, pero por mucho que hagan aspavientos es exacta. Con el agravante de que la persecución de negros y de judíos es conocida por todos y censurada por la inmensa mayoría de la población del planeta. Mientras que la persecución identitaria de Catalunya y de los catalanes no, bobadas. Y es semi secreta. A menudo es negada, ridiculizada, cuestionada e, incluso, normalizada, como una variante de la violencia doméstica o familiar más escondida, un grito ahogado: mi marido me pega lo normal, dice la víctima que no sólo ha sido agredida, la víctima que, sobre todo, ha sido colonizada mentalmente, emocionalmente.

Nil Canyelles es un joven apasionado al que agredieron hasta dejarlo inconsciente en una de las protestas contra el encarcelamiento de Pablo Hasel. Es muy joven pero ni sueña imposibles ni tampoco peca de ingenuo: “a la mínima que puedan me reventarán a hostias”. No le golpearon en ninguna manifestación independentista pero sí que simpatiza con la idea de una república socialista de los Països Catalans. No importa el motivo por el que nos pegan, si por el primero de Octubre o por la libertad de expresión, lo mejor para no hacerse daño, o para que no pierdas un ojo, es que no te manifiestes, chaval, así lo recomendaba el ministro de la represión, Salvador Illa, el que quiere pasar página pero hacia atrás, hasta la época del franquismo. Porque no sólo los jóvenes son agredidos, también los ancianos que llevan el lazo amarillo. Muchos son molestados, insultados, intimidados por los sietemachos españolistas que protagonizan una de tantas provocaciones fascistas contra la gente que quiere vivir libre y en paz. Catalanes que quieren vivir en paz y en catalán, haciendo valer los derechos que tienen, en igualdad y fraternidad, a ser posible con otros colectivos, especialmente los más invasivos. Alguien tan poco sospechoso de separatista como el concejal del PP en Barcelona, Josep Bou, también se quejaba hace unos días de la invasión colonizadora españolista. Fue el único que criticó la candidatura de Cayetana Álvarez de Toledo por la circunscripción de Barcelona. “No es catalana ni habla catalán. (...) Los catalanes queremos gente de aquí, que sea catalana, que tenga apellidos catalanes y hable catalán. (...) Como catalán entiendo esta tierra. El Partido Popular de Catalunya tiene tan malos resultados porque no entiende lo que es el pueblo catalán”, añadió en referencia a Alejandro Fernández. Un diputado que amenaza y quiere intimidar a la presidenta del Parlamento, Laura Borràs. La fiscalía colonial continúa trabajando contra la mayoría independentista del Parlamento que ganó las elecciones. Ya podemos votar lo que queramos. Les da igual que lleguemos al 52% o más. Para España sólo tenemos derecho a hacer lo que hacen las colonias: pagar y callar.