Tres conclusiones irrefutables, sobre todo después de la última noticia, servida como plato frío antes de ir de vacaciones, en línea con lo que ya sabíamos: que el famoso acuerdo de soberanía fiscal, brilla por su ausencia. No solo se ha diluido hasta convertirse en una estafa monumental, sino que incluso las minucias que quedan, se relegan tres años – "calendario realista", dice el ínclito Illa con cinismo-, casualmente cuando acabaría su mandato. Una estafa de todas todas: estafa a los militantes de ERC que se tragaron un acuerdo "histórico", que de histórico solo tenía la eterna capacidad de los socialistas de tomarnos el pelo. Estafa evidente a los votantes de un partido que habían oído como su líder a Marta Rovira cruzaba la frontera para "acabar el trabajo", y el trabajo era colocar a uno de los socialistas más agresivos contra el procés catalán, a la presidencia de la Generalitat. Y estafa al país, que sufre una grave situación de depauperación económica y de sangría fiscal, que no solo no se resuelve, sino que sirve como coartada para repartirse el poder.

El más caliente del famoso acuerdo de soberanía fiscal, está en el fregadero. Una estafa de todas todas: a los militantes de ERC, a los votantes del partido y al país, que sufre una grave situación de depauperación económica y de sangría fiscal

Estos son las tres conclusiones a estas alturas irrefutables. La primera, que el acuerdo de "soberanía fiscal" que nos vendió ERC y permitió investir a Salvador Illa como president de la Generalitat, se basó siempre en una solemne mentira. No se trata de una maniobra fallida, o de un acuerdo que los socialistas habrían incumplido posteriormente, o de un ataque de ingenuidad supina de los líderes de ERC a la hora de pactar, sino directamente de una mentira. Y lo es por el segundo hecho irrefutable: ambas partes sabían, perfectamente, que aquello que firmaban no avanzaría, no se concretaría, no pasaría la cancela de Madrid y no llegaría a ningún sitio. Pero jugaron sin escrúpulos con una cuestión delicada por Catalunya, a fin de que los militantes republicanos y el espacio independentista se tragaran el imposible sapo de hacer president de la Generalitat a un defensor del 155. Y las dos conclusiones llevan a la tercera, la más contrastable de todas: el acuerdo real entre ERC y PSC no tuvo nada que ver con las necesidades y los derechos de Catalunya, sino con los intereses de unos partidos concebidos como partido-empresa, el objetivo de los cuales es la simple acumulación de poder. En el caso del PSC, conseguir la presidencia y el poder derivado; en el caso de ERC, salvar cargos y sueldos, y mantener gachas de influencia. Por eso el acuerdo iba más allá de la presidencia, y se concretaba en todos los espacios de poder de Catalunya, con las diputaciones como grandes agencias de colocación. ¿Alguien sabe qué hacen y a qué dedican el tiempo todos estos felices liberados de ERC que han conseguido nómina a fin de mes gracias a regalar la presidencia a Illa? Ni lo sabemos, ni parece que haga falta...

El acuerdo real entre ERC y PSC no tuvo nada que ver con las necesidades y los derechos de Catalunya, sino con los intereses de unos partidos concebidos como partido-empresa, el objetivo de los cuales es la simple acumulación de poder

No hay que decir que detrás de ERC había otras motivaciones más "políticas", como la obsesión permanente de los republicanos de neutralizar a Puigdemont y arrinconar a Junts, obsesión que ya viene de las épocas en que los preocupaba más atacar a Pujol, que pelearse con el PP, y sé de qué hablo. El tema de la obsesión con Junts y la alta probabilidad de un mal resultado electoral para ERC si se convocaban elecciones, junto con la voluntad de "salvar" espacios de poder y nóminas, acabaron de remachar un acuerdo que desde la perspectiva nacional no se aguantaba por ningún sitio, y desde la perspectiva independentista era un disparate monumental. A partir de aquí, mañana será otro dia..., fueron diluyéndose las grandes palabras y la cosa ha quedado con el humo del momento actual. No tenemos soberanía fiscal, ni nada de lo que se parezca, pero tenemos el Illa de president de la Generalitat, en pleno proceso de españolización de Catalunya: este es el servicio que ha hecho el ERC actual al país, un servicio que ennegrece su historia.

En este punto donde la estafa es evidente, solo queda pedir que dejan de vender la mentira día a día, y dejen de tratarnos como un grupo de bobos. Ayer mismo, Elisenda Alamany decía con pompa y rutilancia que "Illa ya sabe lo que tiene que cumplir", aunque ella sabe perfectamente que no hay nada para cumplir, y que las minucias en que ha quedado el acuerdo se aplazan hasta el final de legislatura. No han devuelto ni un euro de la deuda, ni tendremos IRPF, ni ningún traspaso fiscal, pero una vez y otra siguen repitiendo la mentira como si una letanía bíblica. Nos tratan de cornudos y nos piden pagar la deuda. De hecho, ellos se lo cobran. ¿Cuántos cargos? ¿Cuántas nóminas? ¿Cuántas esferas de poder?

¿Y Catalunya? Catalunya se aplaza sine die.