Tendrá que perdonar a nuestro presidente del Parlament, Roger Torrent, que el otro día se dirigió a usted como vicepresidenta Soraya, así, sin decirle los apellidos. Y claro, como además a ustedes les gusta que les digan los dos apellidos, sobre todo si el primero les parece que es poco distinguido, pues uno se tiene que esforzar doblemente. Y que conste que no lo excuso.

Usted creyó que decapitarle los dos apellidos fue una muestra de desconsideración, de machismo incluso, por parte de Torrent. Seguro que sabrá disculparlo, debe ir un poco mareado intentando investir a un president respetando la aritmética parlamentaria que a ustedes tanto les perturba.

En realidad, Torrent está viviendo una auténtica pesadilla para superar las trabas que usted le pone. Es sabida su pretensión, señora Sáenz de Santamaría, de desvirtuar el encargo democrático surgido de las elecciones autonómicas que usted misma decidió convocar en Catalunya. Lo sabemos no porque seamos especialmente listos ni observadores. Lo sabemos porque usted ya ni se esconde de ello.

Tampoco deben facilitar mucho la vida al presidente del Parlament las llamadas que usted, señora Sáenz de Santamaría, va haciendo a los magistrados del Tribunal Constitucional para orientarlos en la manera como tienen que deliberar y votar. Y no sé qué relación debe tener con el magistrado del Supremo Llarena, pero intuyo que deben estar a partir un piñón, a la vista de las decisiones cautelares que va tomando para allanarles a ustedes el trabajo en Catalunya.

Digamos que la artillería del señor Llarena hace un buen trabajo previo para que después, ustedes, la infantería, pueda avanzar sin ningún sobresalto. Hay que reconocer que van muy bien coordinados.

Señora Sáenz de Santamaría, siento decirle que usted nos está dando a los catalanes el mismo trato que los hombres han dispensado a las mujeres a lo largo de la historia

Usted no se debe considerar machista, señora Sáenz de Santamaría. Pero su comportamiento recuerda muchísimo la tradición heteropatriarcal de "aquí manda más quien más fuerza tiene". La democracia se inventó justamente para que no hubiera abusos como el que está sufriendo ahora mismo la sociedad catalana, que se ha manifestado en las urnas y encuentran cortado el camino para decidir quién y cómo tiene que gobernar. Catalunya, hoy, no es una democracia. Y eso tiene mucho que ver con las decisiones que usted toma.

Señora Sáenz de Santamaría, siento decirle que usted nos está dando a los catalanes el mismo trato que los hombres han dispensado a las mujeres a lo largo de la historia. Es una relación disfrazada de estima. Pero en su esencia, el sentimiento del hombre tradicional hacia la mujer se ha parecido mucho más al sentimiento de propiedad, de dominación, al sometimiento en definitiva. Me perteneces y por eso te amo, y si me dejas de pertenecer, te dejaré de amar, te odiaré, te agrediré y, si no te acabas rindiendo a mí, te mataré.

Señora Sáenz de Santamaría, piense: ¿su aproximación al tema catalán se ha hecho desde el respeto a la diferencia, desde el esfuerzo de empatía, desde la voluntad de diálogo? ¿Usted ha actuado como una mujer sensible, tolerante y abierta de miras? ¿O ha actuado como un macho alfa obsesionado por las leyes y tradiciones, sin ninguna otra herramienta de persuasión que la fuerza física?

Piénselo, porque a mí me da la impresión de que en vez de buscar machistas entre sus víctimas, más le valdría que hiciera un examen de conciencia. Sabemos, por desgracia, que los maltratadores son incapaces de enderezar su comportamiento. Pero es importante que, como mínimo, el verdugo sea señalado como tal y no tenga la cara de, encima, presentarse como víctima.