Entiendo perfectamente que los partidos post-autonomistas y pre-independentistas estén experimentando enormes dificultades en la elaboración de sus respectivos programas electorales. Fracasada la vía unilateral y excusada la no aplicación del resultado del 1-O en la hipotética violencia del Estado contra los ciudadanos (una fuerza de coacción que, diría yo, no tiene pinta desaparecer los próximos siglos), tanto Esquerra como Convergència se encuentran ante aquella escasez de recursos tan típica de cuando intentas disimular tus miedos y carencias en la retórica y no lo acabas de conseguir. La última pirueta verbal del independentismo radica en ver cómo puede hacer tragar a los electores dos ideas contradictorias para cualquier persona con un par de neuronas: implementar el despliegue de la república y, al mismo tiempo, "negociar" la independencia con Madrit y Europa.

Esta no es la única paradoja con la que batallan los líderes independentistas. Mientras el bloque soberanista plantea una campaña electoral contra el artículo 155 y la judicialización de la política, los consellers que están en la prisión se afanan por ceñirse a la legalidad española y acatarla. Que nuestros presos políticos se sometan a la ley española para salir de la trena es una estrategia de defensa válida, sólo faltaría, pues para no pasar una noche en la prisión les aceptaríamos incluso que se hicieran devotos de la Virgen del Pilar. Pero el hecho de que los políticos que son símbolos de la represión estatal acaten sus leyes no es un fenómeno que se pueda subsumir a la simple esfera privada: cuando te has pasado meses y meses coqueteando con la desobediencia, bajar la cabeza ante la justicia española no es un hecho neutral. Obedecer al 155 y hacer campaña contra el artículo es, de nuevo, un oxímoron.

Especular sobre la aplicación de la ley de transitoriedad cuando el PP tiene la posibilidad de apretar a la mayoría de líderes catalanes amenazándolos de nuevo con la prisión, me parece un ejercicio poco realista incluso para los expertos en vender motos

Como he escrito manta vez, al independentismo le sería mucho más rentable decir la verdad y reagrupar sus fuerzas con nuevos objetivos que seguir mareando al personal. Desde la suspensión de la DI del 10 de octubre, el Estado español tiene toda la iniciativa y toda la capacidad de coerción para atenazar el soberanismo y hacerlo danzar a su ritmo. Hablar de desplegar o implementar (ecs) una república cuando la Generalitat está intervenida hasta los calzoncillos y lo estará siempre que Rajoy lo necesite, hoy por hoy, me parece una burla a los electores catalanes. Especular sobre la aplicación de la ley de transitoriedad cuando el PP tiene la posibilidad de apretar a la mayoría de líderes catalanes amenazándolos de nuevo con la prisión (están ahí sólo para eso, para que sepan lo que les espera si hacen maldades) me parece un ejercicio poco realista incluso para los expertos en vender motos.

El independentismo ya disparó contra la unilateralidad que nos había prometido el día en que no defendió la república justo después de declararla. Si, a partir de ahora, Puigdemont y Junqueras-Rovira pretenden entrar en una nueva etapa de negociación con el Estado (es decir, si quieren presentarse al 21-D con un programa de tercera vía bajo el brazo y discutir con Rajoy sobre la independencia, la posibilidad de un cambio constitucional e incluso la celebración de un referéndum vinculante a ojos del Estado) que lo digan cuanto antes mejor y así sabremos todos juntos qué estamos votando. Si los políticos catalanes vuelven a la vía del pacto porque creen que la unilateralidad siempre comportará violencia (traducido al cristiano, si justifican la fuerza del Estado para no hacer aquello a lo que se habían comprometido) que lo digan también y así seremos todos juntos bien conscientes de cuál es su límite de resistencia.

Diría que los ciudadanos, en definitiva, tenemos derecho a saber si Puigdemont y Junqueras-Rovira se presentan a los comicios del 21-D con el programa del pobre Santi Vila. Si es así, entenderemos por qué en el photoshop del gobierno legítimo todavía le guardaron las piernas intactas...