En tanto que fenómeno netamente literario, el procés ha resultado ser una auténtica cascada de palabros y expresiones: ni un pas enrere, ho tenim a tocar, de la llei a la llei, jugada mestra y etcétera. Últimamente, a los líderes soberanistas no les sonreía el diccionario, pero la llegada de elecciones siempre excita la dialéctica y la brigada del ensanchar-la-base ya tiene la zanahoria que necesitaba: ¡bloquejarem el govern de Madrit, gritan contentísimos! ¡Aleluya, añade la masa! Pues bien, ésta será la cancioncilla que va a impregnar la pre-pre-campaña, la pre-campaña, la campaña y la post-campaña soberanista del 28-A. Si gana Sánchez –dirán convergentes, republicanos y frentistas del pueblo libre convergente– sólo un independentismo fuerte podrá alejar al presidente socialista de un pacto con Ciudadanos y, a su vez, situar como condición de una investidura una solución política para Catalunya.

Como siempre, la cosa suena de puta madre y parecería capaz de convencer hasta a una piedra. Pero sólo existe un pequeño y sempiterno detalle: es mentira. La historia más inmediata ya nos ha hecho saber que el independentismo es perfectamente capaz de investir a Pedro Sánchez sin ni una sola contrapartida. Primero fue la excusa de echar a Rajoy y ahora, no os preocupéis, se inventarán alguna nueva mandanga. De hecho, lejos de preocuparse por el auge independentista, el líder del PSOE respiraría contentísimo con una significativa subida de ERC y PDeCAT, a quien podría controlar con el simple convite a una mesa negociadora con un relator imparcial. ¡Fijaos si le saldría barata la cosa! Por ello no es nada casual, a pesar del ruido que ha provocado en Madrid, que Miquel Iceta sitúe la cumbre del independentismo en el 65% de votos en Catalunya: porque ello es exactamente lo que piensa Junqueras. 

La táctica de Iceta, comprada por Esquerra, es situar la independencia en una tesitura de un porcentaje imposible con tal de alargar la autonomía sine die y seguir ensanchando la base de las nóminas. Fijaos como la expresión fer república es una calcomanía perfecta del fer país de Pujol: si no me creéis, cambiad la expresión en cada frase que surja y tendréis el privilegio de viajar gratis en el tiempo. Ahora que vivimos un intento de volver a la neo-autonomía jacobina en Catalunya, y que los popes sociatas y convergentes ya ansían volver a repartirse el país, Sánchez no sólo no teme un bloqueo independentista, sino que pactando con ERC y PDeCAT tiene la posibilidad de volver a tener a Catalunya bien controlada mientras la derecha se destruye solita. Ya veis si tenemos una clase política más bien mediocre que hasta un pájaro con tantas pocas luces nos puede regalar lecciones de estrategia.

A partir de ahora, ya sabéis: donde digan bloquejarem poned directamente el verbo pactarem. Así después os ahorraréis disgustos, que la vida es corta.