Canta Lluís Llach en su canción "País Petit" que Catalunya es tan pequeña que cuando el sol se va a dormir nunca está totalmente seguro de haberla visto. No le falta razón al cantante de Verges, hoy felizmente ganado para la cosa pública, aunque su estancia en eso que se llama la política se intuye transitoria. Quizás por eso, porque sólo ocupa algo más de 32.000 km² (unos pocos miles de km² más que, por ejemplo, el Denali Park de Alaska), los problemas cada vez son más globales (catalanes) y menos locales. De entre todos ellos, el agua y el Ebro, su reivindicativa camiseta azul, sus 52 municipios de las Terres del Ebre en pie de guerra y su oposición al Plan Hidrológico —por segunda vez en este corto siglo—, esta vez aprobado por un Gobierno español en funciones, se han convertido en un banderín de identidad. De orgullo. De legítima defensa.

Este domingo habrá una manifestación histórica en Amposta en defensa del Ebro. Quizás la más multitudinaria ya que, en esta ocasión solo el PP y Ciudadanos se han autoexcluido de un movimiento políticamente muy unitario y socialmente muy amplio. No será una manifestación por la independencia, aunque sí queda la sensación que el Gobierno de Rajoy y muchos de sus ministros viven obsesivamente todos los temas que afectan a Catalunya. El Plan Hidrológico de la Cuenca del Ebro, aprobado a principios de enero, que se pide derogar urgentemente es un claro ejemplo. El Plan Hidrológico Nacional (PHN) que aprobó Aznar en el año 2000 y derogó Zapatero cuando llegó a la Moncloa en 2004, otro ejemplo. Aquel PHN que el hoy comisario europeo de Acción por el Clima y Energía y entonces ministro de Agricultura, Miguel Arias Cañete, en una reunión con regantes murcianos no se cortó nada y contestó a uno de los presentes: "Tenga usted la seguridad de que el presidente ha dicho que esto salía por huevos”. Y quedó en un cajón.

El Ebro es hoy más que nunca el espejo de un país que defiende lo suyo con uñas y dientes. Un país que ha entendido que las cosas se ganan en la calle. Cada vez menos en los despachos.