Imagine que nos sentamos ahora mismo frente a una taza de café. Le invito a compartir conmigo este momento de desayuno, o de sobremesa. Permítame que le pregunte, que me cuente lo que sabe sobre el delito de sedición. Seguramente, muy por encima, habrá leído o escuchado algunas cosas. Principalmente que  "se ha derogado", "que ahora Puigdemont podrá ser más fácilmente detenido", y muy posiblemente alguna cosa más. 

Ciertamente todo esto se ha dicho, se ha pregonado por todas partes desde que anteayer, viernes, se registrara en el Congreso de los Diputados una propuesta de modificación del Código Penal. Subrayo lo de "propuesta" porque lo único cierto es que anteayer, no se derogó, ni se modificó nada. Y lo más probable es que pase algún tiempo hasta que veamos en qué queda esa propuesta presentada. 

Una vez más, la pantalla del humo político impide conocer lo que realmente sucede: y es que, básicamente, Podemos y el PSOE están preparando un texto mediante el cual parece que algo cambiará, aunque es necesario analizarlo despacio para no caer en trampas. 

Para saber de qué va esto es importante leer a los que saben de la doctrina y de la práctica jurídica: tiene usted dos ejemplos realmente brillantes en este mismo diario, leyendo al Catedrático Joan Queralt y al abogado Gonzalo Boye. Simplemente analizando sus valoraciones, muy preliminares por el momento de algo que acaba de lanzarse (y que necesita un recorrido), podrá observar puntos de vista notablemente distintos. 

Esto significa que es necesario tomar nota, y seguir paso a paso lo que vaya viniendo. Una labor que resultará interesante porque, estoy segura, nos va a tocar separar el grano de la paja, es decir: los mensajes políticos (mayoritariamente falsos, engañosos e interesados) de los análisis jurídicos. Me parece importante analizar todos, al mismo tiempo, porque de bien seguro que unos hallarán respuesta en los otros. Y finalmente, lo que nos importa a usted y a mí, es averiguar qué efecto va a tener esta supuesta modificación legislativa. 

Pensará usted: "bueno, a mí me da igual, yo no tengo nada que ver con ningún líder político ni de acción social como para verme involucrado en un delito de sedición". Un planteamiento muy lógico y que, en principio, la mayoría podría compartir. Pero, ¿qué me dice si le apunto al hecho de que, puede que nos encontremos ante una reforma del Código Penal que haga desaparecer la sedición para que aparezca convertida en otro delito que sí pudiera afectarle a usted o a cualquiera que en un momento dado formase parte de una manifestación en la que concurrieran algunos de los puntos que señala la propuesta?

De esto no se ha hablado mucho, pues aún no ha dado tiempo para analizar en detalle lo que a simple vista no se ve. Pero la ANC ya ha reaccionado y precisamente se ha percatado de la enorme trampa que podría encerrar esta modificación legislativa: aparentemente se rebaja la pena para lo que antes se consideraba sedición, pero al mismo tiempo se abre la puerta a criminalizar manifestaciones de protesta en las que pudiera valorarse una intencionalidad, incluso violencia contra "cosas" o "edificios". O sea: que esto podría suponer la fórmula mágica para acabar con "el conflicto": que no haya manera de que la gente salga a la calle ni a votar, ni a manifestarse, ni a mostrar apoyo a una causa, puesto que en caso de haber algún tipo de altercado, podría estar asumiéndose una pena de prisión considerable. 

Si a esta propuesta le sumamos que la ley mordaza sigue viva, ya me contará usted qué papel han hecho los progres del Gobierno, puesto que da la sensación de que lo que están promoviendo es, precisamente, la persecución de la libertad de expresión, de manifestación, de protesta. Se trata de que parezca que cambian algo para que, en realidad, todo se mantenga igual de confuso e injusto. Pero como pueden observar, a ERC le parece fenomenal. Algo que choca demasiado con lo que se supone que defendían. 

Por el momento, la sedición no se ha derogado. Más bien, la propuesta sobre la mesa me recuerda a aquello que el ya fallecido fiscal Maza llamaba "sedición impropia".  Una manera de perseguir los actos como el referéndum cuando se señalaba que no existía delito con el código penal vigente. Es una teoría interesante que hoy habría que volver a revisar para entender lo que está pasando, y lo más importante, por dónde la quieren colar. 

Más nos valdría estudiarnos bien de qué va la propuesta presentada en el Congreso porque todo apunta a que se abre la posibilidad de frenar manifestaciones y actos masivos de protesta. 

Sin duda, de ser así, va quedando claro que con estos aliados de la democracia, una ya no sabe dónde están los enemigos.