El motor 1.5 BlueHDi, presente en numerosos modelos del grupo Stellantis, está generando preocupación entre los propietarios de vehículos de marcas como Peugeot, Citroën, Opel y DS. Este bloque diésel, ampliamente utilizado por su eficiencia y sus bajos niveles de emisiones, presenta un fallo mecánico estructural que compromete la fiabilidad a medio plazo y puede derivar en averías de alto coste.

El origen del problema reside en la cadena de distribución, un componente clave en la sincronización del motor. En este caso, la cadena tiene un diseño anormalmente estrecho, con apenas siete milímetros de anchura, lo que resulta insuficiente para soportar el esfuerzo mecánico de un propulsor de cuatro cilindros. Este subdimensionamiento la hace vulnerable al desgaste prematuro, incluso en condiciones normales de uso. A diferencia de otras cadenas de mayor grosor, la del BlueHDi muestra síntomas de deterioro mucho antes de lo previsto.

A esta debilidad de diseño se suma una circunstancia que agrava el problema: los trayectos cortos o con el motor en frío. Este tipo de conducción provoca la dilución del aceite con gasóleo no quemado, reduciendo su capacidad de lubricación y acelerando el deterioro de componentes internos, incluida la cadena. El resultado es una elongación prematura, con los consiguientes ruidos metálicos, traqueteos al arrancar y, en los casos más graves, la rotura del sistema de distribución.

La acumulación de casos ha obligado al grupo Stellantis a intervenir de forma sistemática. La avería no afecta a una única versión ni a un modelo concreto, sino que se extiende por toda la gama equipada con el motor 1.5 BlueHDi, desde turismos como el Peugeot 3008 o el Opel Astra, hasta furgonetas como la Citroën Berlingo o el Peugeot Rifter. La transversalidad del fallo ha incrementado su repercusión, tanto a nivel técnico como comercial.

Alcance masivo y medidas correctivas

Lo destacable en este caso es que el problema no deriva de un defecto puntual de fabricación, sino de una decisión de diseño que compromete la durabilidad del motor en situaciones de uso cotidiano. La propia arquitectura del propulsor, con espacios reducidos y exigencias de bajo coste, ha derivado en una solución mecánica insuficiente para garantizar un ciclo de vida adecuado sin mantenimiento adicional.

 

Por otro lado, la marca ha puesto en marcha una amplia campaña técnica que incluye revisiones en servicio oficial, sustitución de piezas afectadas y compensaciones a los clientes, con el objetivo de contener una situación que afecta a cientos de miles de vehículos. Estas actuaciones buscan minimizar el impacto negativo y evitar que el fallo derive en problemas de seguridad o en averías mayores.

En definitiva, el 1.5 BlueHDi de Stellantis evidencia cómo una optimización técnica mal ejecutada puede derivar en fallos estructurales. El uso de una cadena de distribución poco robusta, combinada con condiciones de conducción habituales, ha dado lugar a una incidencia generalizada que requiere intervención directa y genera dudas sobre la durabilidad real de este bloque diésel.