El Opel Grandland en su versión híbrida enchufable ha demostrado que la eficiencia no es patrimonio exclusivo del diésel. En una prueba de uso real, este SUV ha logrado recorrer más de 1.000 kilómetros sin necesidad de detenerse para repostar, combinando una autonomía eléctrica considerable con un consumo de combustible contenido. El resultado sorprende no solo por la cifra final, sino porque se ha conseguido sin medidas extremas de ahorro y en condiciones de conducción normales.
El sistema de propulsión del Grandland PHEV está compuesto por un motor gasolina turboalimentado y dos motores eléctricos —uno por eje— que permiten tracción total. La potencia combinada asciende a 300 CV, pero la clave de su eficiencia radica en la gestión energética. La batería ofrece una autonomía eléctrica aproximada de entre 80 y 90 kilómetros, lo que permite recorrer los primeros tramos sin consumir una gota de combustible. Una vez agotada la carga, entra en acción el motor térmico, pero siempre apoyado por la recuperación de energía y una gestión híbrida inteligente.
A lo largo de un recorrido de más de mil kilómetros, el consumo medio registrado fue de 4,7 l/100 km, una cifra que muchos modelos diésel no logran alcanzar en condiciones similares. Esta eficiencia no se obtuvo con una conducción extremadamente cuidadosa, sino aplicando una estrategia lógica de aprovechamiento de recursos: conducción fluida, uso del modo eléctrico cuando era posible y aprovechamiento de las fases de regeneración en bajadas o frenadas.
Una solución realista para trayectos largos
El Opel Grandland PHEV plantea una alternativa funcional para quienes necesitan autonomía extendida sin renunciar a un planteamiento ecológico. La posibilidad de realizar trayectos urbanos en modo completamente eléctrico y, al mismo tiempo, emprender viajes largos sin preocuparse por la recarga inmediata lo sitúa en una posición ventajosa frente a otras soluciones electrificadas. Este modelo permite combinar lo mejor de ambos mundos: cero emisiones locales en entornos urbanos y gran autonomía en carretera.
Además de la eficiencia mecánica, el modelo conserva sus virtudes como SUV familiar: espacio interior generoso, confort de marcha, buena insonorización y un equipamiento tecnológico completo. La gestión de los modos de conducción y el funcionamiento de los sistemas híbridos es intuitivo, sin que el conductor deba intervenir más allá de seleccionar la estrategia energética que mejor se adapte al momento.
Cabe destacar que este tipo de resultados se consiguen en un contexto de conducción real, sin trucos ni escenarios artificiales. La clave está en entender el funcionamiento del sistema híbrido enchufable y adaptar el uso del vehículo a sus ventajas estructurales. En este caso, aprovechar la carga eléctrica inicial permite extender notablemente la distancia total recorrida sin necesidad de parar, lo que multiplica la eficiencia global.
Con todo ello, el Opel Grandland PHEV se posiciona como una de las opciones más equilibradas y efectivas del mercado en su categoría. Su capacidad para superar los 1.000 kilómetros con un solo repostaje lo coloca como una alternativa más que convincente frente a muchos modelos diésel, especialmente en un momento en el que la eficiencia energética es más valorada que nunca.