Kia ha entrado de lleno en el segmento de los vehículos todoterreno con la nueva Tasman, su primera pick-up concebida con chasis de largueros, tracción total y orientación claramente off-road. Pero lo que ha desatado la sorpresa no es solo este nuevo modelo, sino la posibilidad, cada vez más tangible, de que la marca coreana esté preparando una variante SUV cerrada a partir de esta misma base. Un modelo que, por planteamiento y aspiraciones, se posicionaría como el equivalente coreano del Toyota Land Cruiser.

La idea tiene fundamento. La Tasman, por su arquitectura body-on-frame y su diseño robusto, se presta de forma natural a una evolución hacia un SUV con enfoque familiar, sin perder su esencia todoterreno. Sería una solución ideal para quienes buscan la capacidad de una pick-up, pero con una carrocería cerrada y mayor confort interior. En mercados como Australia o América Latina, donde los vehículos de este tipo tienen una fuerte demanda, el salto resulta no solo lógico, sino casi esperado.

 

Por el momento, no hay confirmación oficial sobre esta versión, pero sí múltiples indicios que apuntan en esa dirección. Kia ha reconocido que la aceptación de la Tasman puede abrir nuevas posibilidades, y el desarrollo de una variante SUV sobre la misma plataforma permitiría amortizar de forma eficiente el diseño del chasis, la mecánica y los sistemas electrónicos ya desarrollados. Todo ello sin necesidad de una inversión completamente nueva, y con un potencial comercial elevado.

Un SUV con ADN de pick-up

Lo destacable en este caso es que la estructura técnica ya está disponible y lista para ser adaptada. Un SUV basado en la Tasman podría ofrecer motorizaciones turbodiésel o gasolina de alta entrega, tracción integral conectable, bloqueos de diferencial y modos de conducción adaptados a superficies complejas. Sería, en esencia, un todoterreno puro, pero con una ejecución más refinada, pensada para combinar la aventura con el uso familiar y los viajes largos.

Su diseño podría conservar el carácter musculoso de la pick-up original, pero con una carrocería cerrada que priorice el confort de los ocupantes y una configuración interior más próxima a la de un SUV tradicional. Esto le permitiría rivalizar directamente con modelos como el Toyota Prado o el Ford Everest, sin necesidad de competir directamente en el terreno de la gama alta, pero sí ofreciendo una alternativa funcional y accesible.

 

El lanzamiento de una SUV de este tipo completaría la estrategia global de Kia, que hasta ahora no contaba con un modelo puramente off-road en su catálogo. Sería también una muestra de ambición en un terreno hasta ahora dominado por marcas tradicionales, con productos que llevan décadas consolidándose en mercados específicos.

En definitiva, Kia ya ha dado el primer paso con la Tasman. Convertir esa base en un SUV todoterreno realista, moderno y competitivo es una posibilidad cada vez más cercana. Si la marca decide avanzar en esa dirección, podría cambiar las reglas del juego con una propuesta contundente que combine capacidades reales, diseño robusto y un enfoque accesible para nuevos públicos. La expectativa está creada, y el mercado parece listo para recibirlo.