Este miércoles, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, afrontará el primer examen del nuevo curso político: el discurso sobre el estado de la Unión Europea, un acontecimiento que marca el inicio de la nueva temporada de trabajo y que tiene como objetivo abordar los éxitos recientes, anticipar las futuras iniciativas y marcar el tono político de los próximos 12 meses. En esta edición, sin embargo, el tono no será precisamente optimista ni victorioso. El discurso llega en un momento especialmente frágil para Von der Leyen, que, después de un verano para olvidar, se encuentra ante una Unión debilitada en ámbito internacional, cuestionada tanto por su relación con los EE.UU de Donald Trump como por la débil reacción al conflicto en Gaza. Internamente, la situación tampoco favorece el optimismo: la alemana afronta un Parlamento Europeo dolido y dividido —en especial por el pacto arancelario con Trump, visto por muchos como una rendición total al magnate—, con críticas que provienen tanto de la oposición como de la mayoría que hace menos de un año la hizo presidenta.

Uno de los principales puntos que tendrá que abordar Von der Leyen es la relación de Bruselas con la Casa Blanca, notablemente condicionada por el miedo a hacer enfadar a Donald Trump. En este sentido, es especialmente revelador el reciente intento de Marcos Sefcovic, el comisario de Comercio encargado de las negociaciones con Washington, de postergar la multa de 3.000 millones de euros a Google después de la reacción hostil del republicano, quien ha amenazado con nuevas represalias comerciales si la sanción sale adelante. "No podemos permitir que la política de presión de EE.UU decida el futuro de Europa", ha criticado Kathleen van Brempt, vicepresidenta de los socialdemócratas. Pero según las condiciones pactadas en el cara a cara de Von der Leyen i Trump en Escocia, la gran mayoría de los productos fabricados en la UE estarán sujetos a un arancel de 15% en el mercado norteamericano, mientras que prácticamente todos los productos fabricados a los EE.UU y exportados al mercado comunitario estarán exentos de tasas. Además, Bruselas se ha comprometido a realizar grandes inversiones en energía, chips de inteligencia artificial y otros productos de la economía norteamericana antes de que finalice el mandato de Trump, mientras que la Casa Blanca no ha anunciado ninguna medida equiparable.

La inacción en Gaza y la irrelevancia internacional de la Unión

El otro gran fuego que la política alemana buscará apagar es la división de los Veintisiete con respecto a la gestión del conflicto en Gaza. Hasta ahora, la medida más punitiva de Bruselas sobre Israel ha sido proponer una simbólica suspensión parcial del Acuerdo de Asociación con el país hebreo, que afecta únicamente a un programa científico y se encuentra actualmente paralizada por falta de apoyo de países como Alemania —pieza clave para la consecución de la mayoría cualificada que requiere este tipo de decisiones. La imposibilidad de llegar a un consenso para sancionar el gobierno de Benjamin Netanyahu ha llevado a Teresa Ribera, la número dos de la Comisión, a acusar públicamente a Israel de "genocidio", distanciándose de la posición oficial del bloque. Por otra parte, la reunión de Trump con Vladímir Putin en Alaska tampoco ha ayudado a Europa a superar la imagen de actor completamente irrelevante en el actual escenario internacional. En estas condiciones, se espera que Von der Leyen presente este miércoles un nuevo paquete de sanciones contra el Kremlin, el 19.º desde el inicio del conflicto, aunque ahora contra un régimen revitalizado gracias a unos EE.UU que han puesto fin a su etiqueta de paria internacional.

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Líderes europeos en la Casa Blanca durante la última reunión para abordar el conflicto en Ucrania / Europa Press

La popularidad de Von der Leyen, en caída libre

Durante su discurso sobre el estado de la Unión, Von der Leyen intentará desprenderse de su actual imagen de fragilidad y recuperar el estatus de "mujer más poderosa del mundo" que le otorgó Forbes el año 2022. En los últimos meses, el prestigio de la alemana ha caído en picado, llegando al punto más bajo en junio, cuando tuvo que defender su cargo ante una moción de censura impulsada por eurodiputados de extrema derecha. A pesar de salir airosa del intento de derribo, tuvo que reconocer que las preocupaciones de la Eurocámara van más allá de los diputados ultras, y abrió la puerta a debatir cualquier discrepancia con el resto de miembros. La frustración incluso ha llegado desde su propia familia política, el Partido Popular Europeo (PPE), que ha llegado a votar en sintonía con la extrema derecha y otras fuerzas radicales de la Eurocámara, desatando la furia de socialistas, liberales y verdes —que acusan a Von der Leyen de incumplir con las promesas de cooperación que hizo al inicio del mandato. En paralelo a la fractura interna en la coalición centrista europea, ya hay dos nuevas mociones de censura en marcha contra Von der Leyen. Si bien es muy improbable que prosperen, servirán para cuestionar nuevamente el papel de la alemana como jefa del ejecutivo comunitario.

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