Los Estados Unidos celebraron este viernes su festividad nacional del 4 de julio y Donald Trump también lo celebró con la firma de la ley fiscal y de gasto, conocida oficialmente como One Big Beautiful Bill (la gran y bonita ley), el megaproyecto estrella de su presidencia, que se ha convertido en el triunfo legislativo más decisivo de su segundo mandato. El presidente de los Estados Unidos, que calificó la firma como su mayor éxito, firmó la ley con una ceremonia en los jardines de la Casa Blanca, coincidiendo con el Día de la Independencia de los Estados Unidos, y fue parte del pícnic del 4 de julio, que incluyó un gran despliegue patriótico con un vuelo de aviones militares -entre ellos los bombarderos B-2 que lanzaron las bombas GBU-57 en las instalaciones nucleares en Irán- y la presencia de miembros del Congreso, de su gabinete, de veteranos, y de la primera dama, Melania Trump, y que culminó con un gran castillo de fuegos artificiales. El presidente estaba exultante por la ley que se aprobó este jueves, después de una jornada caótica y maratoniana en el Congreso, en la que Trump tuvo que esforzarse a fondo por conseguir la luz verde definitiva, que consiguió con 218 votos a favor por 214 en contra.

El "mejor regalo de aniversario" para los EE.UU.

Este mismo día, Trump participó en un acto en Iowa donde aseguró que "no podría haber mejor regalo de aniversario para los Estados Unidos que la fenomenal victoria que hemos conseguido hace unas horas, cuando el Congreso ha aprobado la grande y bonita ley para hacer grande de nuevo los Estados Unidos", dijo Trump. En plena euforia por|para su éxito, el presidente aprovechó en el mismo acto para arremeter contra el partido demócrata, que votaron unánimemente en contra de su ley fiscal, y confesó: "Ellos no votaron a favor solo porque odian a Trump", añadió, "yo también los odio (...)'. No los soporto, porque realmente creo que odian en nuestro país'.

Temor por el impacto en las elecciones de medio mandato

Pero el cierto es que no solo los demócratas estaban en contra de esta ley. Trump tuvo que superar las reticencias de los mismos compañeros de partido, porque la ley ha causado discusiones entre los republicanos: mientras algunos se oponían a los programas fiscales, otros alertaban del impacto fiscal, que sumaría 2,4 billones de dólares a la deuda pública, según la Oficina Presupuestaria del Congreso. Precisamente, esta ley fue el detonante de la ruptura con el "empleado especial del gobierno", Elon Musk. Muchos republicanos temían que los recortes a programas de protección social, como Medicaid y cupones de alimentos, pudieran exponerlos ante ataques políticos de cara a las elecciones de medio mandato que se celebrarán el próximo año. Según la ACN, la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO) cree que casi 12 millones de norteamericanos podrían perder su cobertura médica como resultado de los cambios de esta ley -hay estimaciones que superan en mucho esta cifra-, mientras que los demócratas ya han empezado a señalar los enormes beneficios fiscales del proyecto para los estadounidenses más ricos y acusan a Trump de quitar beneficios a los más pobres para premiar a sus patrocinadores adinerados. Por eso, Trump asegura que utilizará la posición de los demócratas en contra de su ley:"Ningún demócrata votó por nosotros, y creo que tenemos que usar eso en la campaña que se acerca para las elecciones intermedias, porque tenemos que ganarlos," dijo Trump.

Esperando la época dorada y el cohete económico

Pero a pesar de esta oposición, Trump tuvo finalmente el 4 de julio soñado. El presidente quería llegar al aniversario del país con la ley aprobada, para poder celebrarlo con los faustos que enaltecieran su éxito. Trump HA aprovechado la promulgación para venderlo como una "gran victoria" y un "regalo" para la nación, asegurando que esta ley marcará el inicio de una "época dorada", que la economía se disparará y convertirá a los EE.UU. en "un cohete económico". Después de la firma, Trump sostuvo el documento ante los asistentes y recibió simbólicamente el mazo del presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, como gesto de cierre del proceso legislativo.