Las consecuencias de la guerra de Ucrania para la energía, las persistentes disrupciones en la cadena mundial de suministros, y las políticas monetarias adoptadas ante una inflación creciente han llevado el futuro económico del 2023 al pesimismo. Según el Fondo Monetario Internacional, el crecimiento económico mundial para el próximo año será del 2,7% —la cifra más baja desde el 2001, con la excepción del 2020 por el impacto de la pandemia. En algunas regiones del planeta, el riesgo económico, monetario y social dibujará a un 2023 altamente inflamable. Sri Lanka ha sido la primera alarma. Algunos de los países que en el 2023 presentarán una situación más delicada son el Pakistán, Egipto o el Líbano. El CIDOB apuntaba que la recesión económica sería uno de los diez temas que marcarían la agenda internacional de este año. Y un año después, la situación no ha mejorado.

"País de ingresos bajos"

Depósitos vacíos, precios desbocados y corrupción. Bajo este panorama, el gobierno de Sri Lanka ya impuso un estado de emergencia por la huida del presidente. Justo cuando estallaron las protestas, el jefe del Estado, Gotabaya Rajapaksa, se escapó el mes de junio pasado bajo este panorama. Y es que el contexto actual, no ha mejorado mucho.

El gabinete de Sri Lanka aprobó el mes de octubre una propuesta para degradar el estatus económico de la nación en "país de ingresos bajos". La intención de esta gestión es básicamente poder tener acceso a financiación concesional de organizaciones internacionales, según habría dicho el portavoz. Sin embargo, los pasos son confundidos. ¿Paso adelante o paso atrás?

La economía, la gran afectada

La economía de Sri Lanka se encuentra en una profunda recesión, con una contracción anual del 8,4% el trimestre de junio, con una de las caídas trimestrales más pronunciadas. El PIB per cápita fue de 3,815 dólares el año 2021, hecho que, según el Banco Mundial, colocó el país en una categoría de economía media baja.

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La capital de Sri Lanka, Colombo / Unsplash

"Dada la grave crisis financiera en la cual se encuentra Sri Lanka, representantes de organizaciones internacionales nos han informado de que si el país fuera categorizado como un país de bajos ingresos, el acceso a la financiación sería más fácil", explicaba el portavoz del gabinete, Bandula Gunawardane, hace unos meses y recogía Nikkei Asia.

El país cumple 75 años de independencia este 2023, pero el hito se vive en medio de una crisis económica sin precedentes que ha llevado agitación política, social y económica. Una crisis que comportó protestas durante la primavera que finalizó en movilizaciones masivas. Ranil Wickremesinghe, el nuevo presidente escogido después de las revueltas, no está teniendo un camino fácil. Se enfrenta a desafíos socioeconómicos preocupantes. Pero, paralelamente a todos los problemas, también ha sido acusado de represión y más recientemente, de retrasar elecciones de los gobiernos locales. Eso ha contribuido, claro está, a nuevos niveles de frustración y desilusión.

Tal como señala la publicación The Diplomat, la crisis actual se ha gestado durante años considerando el modelo de gobierno autoritario y militarizado y el etnonacionalismo que ha estado presente en el país durante décadas. La misma publicación que constata que, un año después del inicio de la revolución que supuso cambiar, hay dudas sobre el alcance del cambio provocado por la movilización popular. Sobre todo, destacan porque no se han hecho esfuerzos genuinos por abordar las causas fundamentales del conflicto o la estructura de gobierno, o abordar la impunidad vinculada a violaciones de derechos humanos y delitos económicos.

 

 

Imagen principal: Colombo, capital de Sri Lanka / Unsplash