Los estadounidenses son cada vez más reticentes a defender la ofensiva israelí en Gaza. Según una encuesta elaborada por la CNN, solo un 23% de la población de EE.UU. considera las acciones de Israel plenamente justificadas. Esto supone una caída de 27 puntos con respecto a una encuesta realizada en octubre de 2023, poco después del ataque perpetrado por Hamás. Ahora, después de la muerte de 58.000 gazatíes y la destrucción de gran parte de la Franja, un 22% de los estadounidenses consideran "no justificada en absoluto" la reacción del gobierno de Benjamin Netanyahu, mientras que otro 27% cree que está "parcialmente justificada".

Este cambio en la opinión pública va más allá de las diferencias partidarias, aunque la caída es especialmente relevante entre los demócratas: el año 2023, un 38% consideraba plenamente justificadas las acciones de Israel, mientras que ahora esta cifra se ha reducido a solo el 7%. Con respecto a los republicanos, la cifra ha bajado del 68% al 52%. La encuesta también evalúa las opiniones de los estadounidenses sobre el envío de ayuda militar a Israel, cuestión que tiene en los demócratas menores de 35 años su grueso de detractores: el 72% cree que el actual gobierno se está excediendo en su cooperación con Tel Aviv, incluyendo un sector que directamente aboga por suspender toda la ayuda. Esta cuestión, sin embargo, todavía no genera preocupación entre los republicanos: solo el 24% de los votantes lo considera un problema y se opone.

Al margen de consideraciones partidistas, los datos etarios revelan que la población estadounidense de entre 18 y 35 años es la más escéptica con Israel: solo 1 de cada 10 encuentra una justificación para las actuales acciones del país judío en Gaza. También son los más propensos a creer que Israel ha hecho un uso excesivo de su fuerza militar (61%) y que EE.UU. está haciendo demasiado para ayudarlo (56%). Con respecto a este último punto, se observa una división equitativa entre los partidarios de reducir la ayuda militar y los que prefieren suspenderla totalmente.

Cada vez más estadounidenses rechazan el protagonismo internacional de EE.UU.

Estos resultados se pueden relacionar con un planteamiento más amplio como es la visión de los estadounidenses sobre la participación de su país en asuntos internacionales. En los últimos años, el número de ciudadanos que cuestiona el rol de la Casa Blanca como mediadora de los conflictos globales ha ido creciendo. Actualmente, más de la mitad de los estadounidenses (56%) cree que su país no tendría que asumir tanto de protagonismo, percepción que se incrementó con intensidad después del impopular ataque contra las instalaciones nucleares iraníes.

Antes del primer mandato de Donald Trump, los votantes del Partido Republicano tenían mucho más claro que EE.UU. tenía que asumir un papel de liderazgo global, hecho que legitimaba las acciones intervencionistas de sus gobiernos. Pero con la llegada del magnate a la presidencia, las posiciones intervencionistas se vieron superadas por la promesa aislacionista del America First —que priorizaba los intereses nacionales en detrimento de la política exterior—, hecho que empujó a muchos republicanos a dejar de creer en la obligación de Washington de actuar como gendarme del mundo.

Trump y su equipo, cuestionados por la gestión de los asuntos exteriores

A grandes rasgos, Donald Trump afronta una notable desaprobación por sus acciones en política exterior desde que volvió a la Casa Blanca. La operación militar en Irán ha erosionado su credibilidad, llevando a un 53% de los ciudadanos a pensar que el republicano ha perjudicado la imagen de EE.UU. en el mundo. Si se mira más allá de la figura del presidente, aquellos que lo acompañan en sus decisiones en política exterior también han perdido credibilidad: el vicepresidente JD Vance, el secretario de Estado Marco Rubio y el secretario de Defensa Pete Hegseth.

Este martes, Donald Trump se ha mostrado "sorprendido" por las últimas acciones de Israel en Gaza y Siria, y algunas voces ya hablan de una dinámica cada vez más tensa con Netanyahu. Quizás el escepticismo no solo crece en los hogares estadounidenses, sino que también empieza a penetrar dentro de la Casa Blanca.

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