Silencio, poca actividad. Situación inusual. El presidente de EE.UU., Donald Trump, se encuentra evaluando si implicar Estados Unidos en los ataques de Israel contra Irán, especialmente en el contexto del programa nuclear iraní. A pesar de considerar la posibilidad de utilizar bombas antibúnker para destruir instalaciones subterráneas, Trump quiere evitar una guerra prolongada, una promesa que hizo en campaña y que quiere mantener. Aunque es receptivo a los argumentos de aliados, como el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, que defienden que solo EE.UU. puede frenar el programa nuclear iraní, Trump teme quedar atrapado en un conflicto de larga duración.

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Durante el fin de semana, la Casa Blanca comunicó a algunos aliados que preferían esperar a ver los resultados de las acciones israelíes antes de decidir una posible intervención. Hasta el último momento, Trump no había tomado una decisión definitiva, mostrándose abierto a todas las opciones. En palabras suyas: "Me gusta tomar la decisión final justo antes del momento clave. Con la guerra, las cosas pueden cambiar muy rápidamente".

Algunos de sus aliados argumentan que una intervención puntual, como un ataque con bombas MOAB sobre instalaciones como la de Fordow, podría ser suficiente para frenar a Irán sin entrar en una guerra abierta. No obstante, varios países aliados y expertos alertan sobre las posibles consecuencias: Irán podría bloquear el paso del petróleo por el Estrecho de Ormuz o acelerar su programa nuclear. Además, Teherán ha advertido que responderá si las fuerzas norteamericanas participan activamente.

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Una comparación recurrente ha sido el caso de 2020, cuando Trump ordenó el asesinato de Qasem Soleimani, alto comandante iraní, sin que eso desembocara en una guerra total. Este precedente es usado por algunos asesores para defender que acciones quirúrgicas no tienen por qué escalar.

La dicotomía de Donald Trump

Trump ha recibido consejos de su entorno de seguridad nacional, incluyendo al director de la CIA John Ratcliffe, el secretario de Defensa Pete Hegseth y el general Michael Kurilla, del Mando Central. Este último ha pedido más recursos militares a la región y presiona para reforzar la presencia norteamericana ante un posible enfrentamiento.

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A pesar de las presiones de Israel y sectores favorables a una acción contundente, hay también resistencia dentro del mismo Partido Republicano. Los senadores Jim Risch y Josh Hawley han expresado preocupación por una escalada militar, remarcando que no es una guerra americana. El riesgo de represalias iraníes es tan alto que el ejército ya está preparando planes de contingencia para proteger a las tropas desplegadas.

Trump ha admitido que Estados Unidos es el único capaz de parar el programa nuclear iraní, pero ha dejado claro que eso no implica una acción inminente. Insiste en que su único objetivo es evitar que Irán desarrolle un arma nuclear y que, para conseguirlo, quiere evitar una guerra larga y costosa. Trump mantiene todas las opciones abiertas, quiere evitar un conflicto prolongado, pero no descarta una acción contundente si considera que es la única manera de detener las aspiraciones nucleares de Irán.