La escalada de tensión entre Israel e Irán ha provocado una nueva ola de incertidumbre en los mercados energéticos internacionales. Aunque la situación geopolítica es frágil y los precios del petróleo fluctúan, esta crisis podría suponer un beneficio económico para Rusia si el conflicto se mantiene prolongado pero controlado. Según varios analistas, Moscú se vería favorecido por una inestabilidad regional que incrementara los precios del petróleo, pero sin llegar a un colapso del mercado energético mundial.

El Pentágono pone en duda Trump: los bombardeos en Irán no neutralizaron el programa nuclear
 

El punto de inflexión se produjo cuando el parlamento iraní aprobó el cierre del estrecho de Ormuz, una ruta clave para el transporte de un tercio del petróleo mundial por vía marítima. Esta decisión hizo disparar el precio del crudo Brent hasta los 81,40 dólares por barril, antes de caer a los 67,30 dólares a raíz del anuncio de alto el fuego impulsado por el presidente Donald Trump. A pesar de la rebaja temporal del precio, el estado de inestabilidad persiste: las hostilidades entre Israel e Irán continuaban hasta el martes, y no se ha alcanzado todavía un acuerdo formal de paz.

Estrecho de Ormuz: ¿qué es y por qué tiene la clave del comercio mundial?
 

Según Goldman Sachs, si los flujos de petróleo por el Estrecho de Ormuz se reducen a la mitad durante un mes, el Brent podría llegar puntualmente a los 110 dólares por barril. Para el cuarto trimestre de 2025, se estima un precio medio de 95 dólares por barril si persisten las interrupciones, una cifra muy superior a la previsión anterior de 78 dólares.

¿Por qué el conflicto favorece a Rusia?

Este escenario favorece a Rusia por dos vías. Por una parte, un aumento del precio global del petróleo beneficiaría sus exportaciones, a pesar de las sanciones occidentales. Por otra parte, Rusia podría cubrir parte del suministro de energía hacia Asia que dejaría de salir del Oriente Medio. El 84% del petróleo y gas que atraviesa el Estrecho de Ormuz se dirige a mercados asiáticos como China, la India, Japón y Corea del Sur.

Según datos recientes, Rusia ya es el principal exportador de petróleo en China, por delante de Arabia Saudí e Iraq. Si las rutas alternativas como oleoductos a través de Arabia Saudí o el Kurdistán iraquí no pueden cubrir toda la demanda, Rusia se puede convertir en un proveedor clave.

Analistas como Alyona Nikolayeva, según recoge el The Moscow Times, apuntan que una crisis prolongada, pero moderada podría situar el precio del crudo Urales —la referencia rusa— en torno a los 75 dólares, reduciendo la diferencia con el Brent y mejorando significativamente los ingresos rusos. Actualmente, el crudo Urales se vende a 52 dólares, con un descuento de 6 dólares con respecto al Brent.

En términos presupuestarios, Rusia exporta unos 4,7 millones de barriles diarios. Un aumento de 20 dólares por barril supondría unos ingresos mensuales extra de 2.800 millones de dólares. Si esta tendencia se mantiene medio año, el país podría ingresar hasta 16.800 millones adicionales, ayudando a reducir el déficit público, que en 2024 fue de 41.000 millones de dólares.

Todo ello muestra que, a pesar de las consecuencias negativas globales de una escalada militar, Rusia podría obtener un beneficio económico importante si el conflicto se mantiene en una zona gris de inestabilidad controlada.